Diario de Valladolid

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Real Valladolid: a superar las turbulencias

Los de Pacheta están obligados a mejorar su presión defensiva y su salida de balón para engancharse al ascenso directo, que está a un paso / Llevan siete partidos seguidos encajando

Roque-Mesa.

Roque-Mesa.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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El Real Valladolid ganó en Alcorcón y el Almería perdió en casa con el Girona. El ascenso directo está a un punto de los blanquivioleta,  que dependen de sí mismos para lograr el objetivo. Pero el panorama no es rosa. Tampoco negro. El Pucela pasa por una zona de turbulencias pese a este triunfo adobado con mal juego y sería tan irreal decir que el avión de Pacheta no se zarandea, como pronosticar que se va a estrellar. Nadie es regular toda la temporada y si algo han demostrado este equipo y este entrenador es saber recuperarse de sus errores. Una cualidad que sólo aflora si antes se reconocen.

1  PRESIÓN DESAJUSTADA.  El Real Valladolid diseñado por Pacheta  es un equipo concebido para tener el balón. Su fútbol, con la variante táctica que sea, siempre nace desde la posesión y por ello está obligado a recuperar el cuero con rapidez. Desde que comenzó el año lo logró gracias a una presión endemoniada pero, sobre todo, uniforme. Si un eslabón falla, la cadena se rompe. Y en los tres últimos choques la presión ha sido descoordinada y muy desigual. En Oviedo existía la excusa de la inferioridad numérica (que también hubo en Lugo, y se metió otro gol con diez, para el 0-2). Ante Las Palmas y Alcorcón, no. Con que haya un jugador o dos más bajos físicamente, la presión se rompe.     

2 DIFICULTAD PARA SACAR EL BALÓN.  Otro de los puntos que están lastrando al Real Valladolid es que los rivales le están haciendo la presión alta para complicarle la salida del balón. La responsabilidad siempre es de Mesa, que cada vez se incrusta más entre los centrales para sacar la bola. Lo hace siempre a bajo ritmo, lo que unas veces es conveniente, pero no en otras. Esa presión, a menudo de dos atacantes, le obliga a jugar en corto para los centrales o los laterales, que se ven en un escenario hostil, con pocos metros alrededor, una banda que los limita y extremos listos para arrebatar el balón o forzar un mal pase. El mejor ejemplo de esto lo dio Las Palmas, que ganó la posesión a un equipo acostumbrado a tenerla a su favor.

3 PROBLEMAS EN EL MEDIOCENTRO. En el fútbol actual los equipos acaban conociéndose de memoria y es obligado introducir factores sorpresa. El eje Aguado-Mesa ha funcionado como un reloj durante toda la temporada, pero en los choques ante Oviedo y Las Palmas pagó su inferioridad ante tres centrocampistas rivales. En otras ocasiones la inferioridad numérica se solventó con las ayudas de extremos, un delantero o un central. En estos partidos no, y aunque en Oviedo se jugó mucho tiempo con diez, se pudo colocar un eje medular de tres y sacrificar un delantero. La prueba de que Pacheta es consciente del problema fue colocar a Monchu con Aguado y Mesa en Alcorcón. El rombo con Plano no funcionó en lo ofensivo y dejó desguarnecidas las bandas ante dos laterales que llegaban desde la suplencia y debían asumir un rol ofensivo (un doble riesgo que salió mal pese a los goles, rectificando tras el descanso) pero dejó la imagen de un Monchu cuyo concurso es obligado. Y no sólo por el gol. Nadie hace cambios de juego tan lejanos y precisos, además de saber jugar en corto. Si defendiese mejor, no estaría aquí. 

4 SIETE PARTIDOS SEGUIDOS ENCAJANDO. El Pucela ha pasado de no sufrir ni un gol en contra en seis partidos, a ver su portería perforada en los siete siguientes y últimos. Un fallo no sólo de defensa sino de capacidad defensiva general. Los rivales ahora juegan más cómodos en su zona de tres cuartos.  

5 HAY PLANTILLA PARA RECUPERARSE. Lo mejor que le puede pasar al Pucela es interiorizar sus errores, asumir la presión de un candidato al ascenso por dinero, plantilla e historia y abordar los nueve partidos que restan con el mismo hambre y orden táctico de inicios de 2022. Los baches son inevitables, pero el alma de un equipo la da la capacidad de salir de ellos más fuerte. Pese a los errores, el Real Valladolid nunca se ha desarmado y no sólo puede subir, sino incluso hacerlo como líder.

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