Diario de Valladolid

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Real Valladolid: sin puntería pero con VAR

Los blanquivioleta pagan con un empate su falta de acierto rematador y la incapacidad del árbitro, que vio de cerca y señaló un penalti a Toni pero rectificó a instancias del VOR / La defensa crece a medida que mengua la delantera

El-Yamiq.

El-Yamiq.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Media inglesa: dícese de la trayectoria que siguen los equipos que ganan como locales y empatan como visitantes. A Pacheta le gustaría seguir la media inglesa hasta el final, según dijo en la rueda de prensa posterior al partido, porque cree que le garantiza el ascenso.

Es posible que sea así. Pero lo que por ahora garantiza es ver en casa a un superhéroe y fuera a un oficinista. Los dos hacen bien su trabajo. La diferencia estriba en la magnitud y brillantez de la tarea. No es lo mismo salvar a la humanidad, aunque sea sólo a la blanquivioleta, que rellenar formularios.

El Pucela sigue con enormes dificultades para calzarse el traje ajustado con capa lejos de Zorrilla, donde luce americana, pantalón y corbata de rebajas. Unas veces impide el cambio de indumentaria el campo pequeño y de césped seco. Otras, lo que aprieta el rival, al borde o colgándose incluso del reglamento. Algunas más, el árbitro. Y casi todas... él mismo y su diferente actitud al afrontar el choque.

Ayer se dieron las cuatro de forma simultánea en el Fernando Torres. Pero del atasco en barro del que salen otros equipos, el Pucela se queda. No tanto como para llamar a la grúa, aunque sí para disminuir su buena velocidad.

El Real Valladolid empató en Fuenlabrada y salió de la zona de ascenso directo por su mala puntería y por la vergüenza del VAR, un mecanismo que venía a limpiar de errores el fútbol pero que se ha convertido en un engendro electrónico. No por su culpa, sino por las manos que lo manipulan. Del mismo modo que un niño puede ir en bici pero no tripular una nave espacial, un árbitro puede pitar a ras de césped pero en general es incapaz de interpretar el VAR. Como al niño, el vehículo le queda por encima de sus capacidades. Al menos, en España.

El penalti señalado a Toni se convierte en el mejor ejemplo. Dos rivales le entran de forma consecutiva pero sin derribo. Sin embargo el murciano se deja caer al notar el contacto. Ávalos, al lado, pita penalti...y rectifica en cuanto le avisan del VAR y va a ver la jugada en la televisión a pie de campo. 

Nada habría que reivindicar si fuese práctica habitual. El problema es que en otros casos en que la jugada se ha dado al revés, con el Pucela como perjudicado, no ha habido revisión. En unos casos se adujo que el árbitro lo había visto de cerca. En otros, que había existido contacto. Conclusión: han convertido al VAR en un mal chiste.

Esta jugada dejó además el daño colateral de ver al Real Valladolid por un instante convertido en equipo de liga de peñas, con Mesa y Weissman discutiendo a la vista de todos sobre quién tiraba el penalti. Eso lo puede hacer el equipo del Bar Cachichi, jamás el Real Valladolid. Que Pacheta tome nota porque la libertad que ha dicho dar a sus jugadores para elegir tirador, no han sabido usarla. 

Los blanquivioleta gozaron de más ocasiones para marcar que ese penalti interruptus, pitado en el minuto 24. Sergio León tuvo el triunfo en sus botas en el 80, al rematar alto y con toda la portería para él una falta de Monchu. Weissman gozó de otra casi tan  clara en el 90, al cabecear cerca del palo pero no muy fuerte. Morro voló para despejar.

Las ocasiones pucelanas llegaron al principio y al final. Con Cristo de nuevo como pareja de Weissman y la única novedad obligada de Anuar por el sancionado Aguado, los blanquivioleta avisaron en el minuto 6 con un tiro alto de Cristo tras una buena recuperación arriba de Plano. El canario estuvo negado en el tiro y en el pase (o la falta de él, por no ver más que a dos metros a la redonda). El madrileño fue lo único destacable que hizo.

Weissman la tuvo de nuevo y de cabeza en el 22, pero Morro se lució. Ya no hubo ocasiones claras hasta las dos finales ya reseñadas, en un ataque reactivado por la entrada (en algunos casos tardía) de Plata, Sergio León y Monchu, que dejó en 20 minutos buenos trazos de su notable visión de juego.

El Fuenlabrada fue tosco, espeso, protestón y duro. Un juego que se le atraganta al Pucela fuera, y más si arriba el rival llega poco pero bien y además hay muchos problemas con el balón parado defensivo, como ayer.

Soti, Ibán, Pedro León y Bouldini tuvieron oportunidades, pero emergió Masip junto a su defensa para conjurarlas. La defensa es ahora mejor que el ataque. Si éste no emerge y se pone a su altura, el traje de superhéroe seguirá encogiendo lejos del José Zorrilla.

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