Diario de Valladolid

FÚTBOL / REAL VALLADOLID

Solo falta cerrar la tapa

Sergio y Ronaldo meten al Pucela en el ataúd a la espera de su inhumación / Para salvarse necesita ganar al Atlético, que aún no es campeón, que Huesca pierda y Elche empate / Ridícula y vergonzosa goleada sufrida ante la Real

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

Creado:

Actualizado:

El martirio de San Sebastián consistió en atar al santo a un poste y ser asaeteado en partes no vitales del cuerpo, para que su muerte por desangramiento fuera larga y dolorosa. No hay mejor metáfora para este segundo martirio de San Sebastián, incruento en lo físico, devastador en lo sentimental. 

El Pucela se ha desangrado poco a poco desde septiembre hasta acabar con sus huesos en Segunda. Ya es penúltimo y está en el ataúd del descenso. Solo falta cerrar la tapa, tarea a la que se aprestan Sergio de un lado, por su incapacidad y Ronaldo de otro, por su dejadez. 

El desastre aún no es oficial pero el domingo lo será. Para evitarlo debe ganar al Atlético, que aún no es campeón de Liga; que el Huesca pierda y el Elche empate, siendo ambos locales ante rivales que no se juegan nada. Si uno de estos condicionantes falla (el de ganar al Atlético es el más difícil), será equipo de Segunda. Antes aterriza un ovni en la Plaza Mayor que ver al Real Valladolid salvado.

Porque la fiabilidad de Sergio y sus experimentos del doctor Bacterio es nula. El Pucela perpetró su ridículo más vergonzoso de la temporada ante la Real Sociedad, justo cuando más se esperaba de los castellanos. Ese arranque de rabia, tesón y, sobre todo, de dignidad que su hinchada suplicaba, se evaporó antes de nacer. 

Los jugadores blanquivioleta fueron patéticos zombies arrastrándose por el campo, ya que su muerte real se produjo antes de Navidad, sin que nadie en el club quisiese verla o tuviese fuerza para cambiar el sesgo de un equipo que se hundía. 

Pero los futbolistas no fueron los principales culpables del ridículo, aunque también lleven su parte. Sergio volvió a inventar el fútbol cambiando nada menos que a ¡nueve! titulares ante el Villarreal. Para él rotación no proviene de rotar, sino de roto. Su principal logro: dejar en el banquillo a Weissman. Hubo aficionados antes del encuentro que pensaban que lo hacía aposta. Otros, que no se entera de nada. Y algunos unificaban ambos criterios y pensaban en las dos acepciones de malo: torpe y malvado. Qué doble suerte ha tenido este año el míster: gradas vacías y una Liga tan mala que hasta hay posibilidades matemáticas de salvarse en la última jornada. Y ni así.

Lo cierto es que el engendro que salió al campo, con una  formación y unos futbolistas que jamás se han visto juntos en toda la temporada, hizo aguas desde el inicio, perpetrando un fútbol lamentable, sin asociación en ataque ni ayudas en defensa. A este equipo le falta trabajo por arrobas, porque es imposible que todos los jugadores se vuelvan malos a la vez.

Kodro, titular por parte de padre al jugar en San Sebastián, falló la primera oportunidad. Pero Isak no. Se aprovechó del enésimo error defensivo en las ayudas de la temporada para darse la vuelta y marcar cruzado, tras romper la cintura a Luis Pérez. El sueco repitió poco después por el pasillo del ocho, expedito, descerrajando un tiro cruzado a la red. 2-0, minuto 16 y la certeza de esto no se levantaba ni con grúa.

Sergio se puso en evidencia sacando a Weissman por Pérez en el minuto 27 (¿no quedamos en que cambiar antes del 60 era poner en evidencia al futbolista?) pero un  minuto después llegó el 3-0. Con el Pucela descompuesto, una falta sacada rápido por la Real ante el empanamiento blanquivioleta permitió que Silva se plantase tras un par de regates de gran calidad ante Masip, al que fusiló por alto.

Podía ser peor y lo fue. Un pase a Isak le dejó solo ante el meta y Olaza le derribó. Januzaj marcó el penalti. 4-0 al descanso y partido liquidado. En la mayor goleada de la temporada para los de Sergio.

Estos y el míster deben agradecer a los donostiarras que en la segunda parte se dedicasen a juguetear con el balón sin querer ahondar en la herida, pensando en desgastarse lo mínimo de cara a su último partido, con plaza para la Liga Europa en juego.

Aun así Portu vio un gol anulado por fuera de juego. Con todo roto, Sergio hizo cambios, como casi siempre, para nada. Marcos André marcó el, gol que fue ayer del deshonor al rematar un centro de Hervías, de lo poco rescatable en un equipo muerto.

Por cierto, San Sebastián no murió de los flechazos. Sus amigos lo rescataron y curaron las heridas. Pero cuando fue a pedir explicaciones a Diocleciano por mandarle matar, el emperador se aseguró de que esta vez no se librase y mandó azotarlo hasta fallecer. Hay algunos, sean santos o equipos de fútbol, que se empeñan en morir aunque la vida les brinde oportunidades.  

tracking