Diario de Valladolid

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El Pucela ya tiene una base

Sergio encuentra un once tipo tras dos tercios de Liga y da los primeros pasos para hallar una identidad de juego en la que los futbolistas crean, aunque aún existen muchas carencias

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Arturo Alvarado
Valladolid

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El Real Valladolid se encuentra en un proceso de reconstrucción tras sus enormes desajustes provocados por carencias tácticas, dudas, mala elección de jugadores y lesiones durante toda la temporada. Las dos rachas de ocho partidos sin ganar y la presencia constante en la zona baja de la tabla son consecuencia de ello.

ANTECEDENTES. Sergio, por unos u otros condicionantes, propios o ajenos, ha sido incapaz de encontrar una alineación tipo para sustentar su idea futbolística, que ha sido cambiante. El equipo abierto del comienzo liguero dio lugar por su inoperancia a otro medroso, como el de temporadas anteriores, pero sin chispa atacante ni contundencia defensiva.

Después, el once pucelano mudó a un híbrido algo despersonalizado que sacó ciertos resultados... para hundirse de nuevo ante su enorme vulnerabilidad atrás. En 24 de los 26 partidos de Liga ha recibido gol, una cifra que apela al fracaso. 

Los encuentros ante Huesca y Alavés marcaron el declive total en juego y marcadores. La rueda de prensa de Sergio en Mendizorroza, poniéndose en manos de los jugadores, desembocó en dos reuniones con la plantilla. Esta ha salido de ellas más unida pero, sobre todo, ha aparcado las críticas internas para aceptar sin rechistar las decisiones del míster, gusten o no. Antes no ocurría.

MEJORÍA. Ante el Éibar ya se vio al menos un equipo que competía, pese a que seguían las grandes carencias tácticas. La evolución continuó contra el Real Madrid y en Vigo se dio un paso adelante, certificado ante el Getafe. Hay mucho que mejorar pero al menos ahora el equipo quiere superarse y existe una base para lograrlo. Lo hace a tirones, falta mucho por trabajar atrás y delante, pero tiene voluntad de crecimiento. Y parece que el entrenador se ha imbuido de esa laboriosidad.

El encuentro ante el Getafe dejó más allá de lo principal, que era el resultado, un aprovechamiento de las ocasiones difícil de repetir, con dos goles de tres tiros entre palos, y unos desajustes defensivos que no fueron castigados por el rival. Ojo con el triunfalismo.

Pero el partido dejó un intangible positivo muy importante: una alineación definida casi en su totalidad sobre la que crecer, tras dar vueltas al tiovivo durante dos tercios de Liga y cambiar demasiados futbolistas según el rival, en lugar de que éste se preocupe de los blanquivioleta. Demasiadas rotaciones cuando están mal mecanizados los movimientos colectivos.

PORTERÍA. En los palos Roberto necesita tiempo para encontar su mejor versión, pero no lo hay. Debe dar más tranquilidad en el balón parado y el aéreo, como hizo al principio de Liga. Aun así impone más bajo los palos que su compañero y aporta parecidos reflejos. 

DEFENSA. La zaga era el juego de las sillas musicales. Janko y Olaza no sólo han mejorado defensivamente a sus antecesores sino que hacen buenos a los extremos. La coordinación entre Janko y Plano, pero sobre todo la de Olaza y Orellana, ayuda mucho en ataque. El chileno está ahora menos exigido defensivamente y aflora su mejor juego. Los centrales aún no han despejado dudas, esté quien esté. No es culpa sólo de ellos sino de la forma de replegarse y de las ayudas del resto. Aun así El-Yamiq puede ser la pareja de Joaquín, tras el papel asignado a Bruno de chivo expiatorio. 

CENTRO DEL CAMPO. En la medular Mesa es por fin el referente en la construcción  del juego, tras muchos bandazos buscando el centro de gravedad. Chirría un poco el papel de Alcaraz, que sienta el talento de Kike. Tanto éste como Mesa pueden defender y juegan de área a área, como requiere el puesto.

También ha encontrado el míster solución en las bandas con Plano y Orellana. Por fin se ha dado cuenta de que éste rinde mejor en la zurda. El problema con Plano es que debe estar muy enchufado físicamente para rendir y además impide la aparición de Jota, talento y velocidad en estado puro que necesita continuidad. No parece que los jóvenes como Kike y él tengan plaza fija en este reseteo de vestuario.

DELANTERA. En ataque ya era hora de que se definiesen los papeles de Guardiola y Weissman. El primero conduce bien y es capaz de hacer mucho daño entre líneas para asociarse con un finalizador, como es el israelí. Ni pueden jugar en paralelo ni esperar que ambos hagan lo mismo. Guardiola entendió muy bien ante el Getafe el papel que mejor le va: moverse, abrir defensas y buscar pase para Weissman o para los que lleguen en segunda oleada. Marcos André, cuando se recupere, debería tomar la plaza del balear para sumar su versatilidad ofensiva al talento rematador del israelí. Cada vez que éste marca, el Real Valladolid gana. 

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