Diario de Valladolid

FÚTBOL / REAL VALLADOLID

Un regalo de dos puntos

El error de Masip al no blocar un balón que parecía controlado les cuesta el empate a los blanquivioleta / Míchel inauguró el marcador / Debutan Orellana, Bruno y Weissman

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Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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«Los periodistas son los únicos invictos en el fútbol. Opinan, cuestionan y critican, pero nunca pierden partidos». 

La frase es de Daniel Passarella, doble campeón del Mundo con Argentina, gran defensa, entrenador del montón y mal dirigente. Pero tenía razón. El resultadismo es una plaga que avanza lenta pero inexorable.

Veamos el partido de ayer. ¿Qué habría ocurrido si Masip no hubiese hecho ante el tiro de falta de Roberto lo que Arconada ante Platini en la Eurocopa de Francia’84? Al meta pucelano se le escurrió de entre las manos un balón que parecía tener cazado, como el bebé de la canción de Víctor Manuel. Un gol tonto, un empate, dos puntos al sumidero.

Sin esa jugada de puro error personal, hablaríamos de un Real Valladolid que ha cumplido su promesa de adelantar líneas, aunque no desde el principio; de un equipo que apenas concedió ocasiones a un rival que tiró sólo dos veces entre los tres palos, y que es capaz de jugar 4-2-3-1 con solvencia gracias a las alternativas que concede Orellana. Un conjunto que no ha perdido las características que le adornaron en temporadas pasadas, aunque aún se halle lejos de su mejor forma. Y gracias, porque me preocuparía mucho que estuviese ahora como un tiro. No quiero ni pensar en cómo llegaría a enero.

También incidiríamos en el rosario de ocasiones seguidas de la primera parte: el toque de Guardiola con el cuero perdido cerca del palo tras la falta botada por Míchel, el centro-chut de nacho que Remiro sacó cuando el cuero se colaba, la parada del meta vasco a Orellana y el posterior despeje de cabeza en línea de gol de Llorente, tras el sutil toque de Guardiola... y el, zurdazo al palo de Waldo.

Ocasiones suficientes para dejar el partido casi visto para sentencia. Pero no entraron, a diferencia de ese gol preñado de calidad, con Guardiola pinchando el balón y acostando a Aihen en la banda para correr hasta la línea de gol y enviar un pase milimétrico a Míchel, que embocó de tiro raso y cruzado.  

Fue una jugada de delineante, muy lejos de la cándida falta de Roberto López, con ese balón que se le escapó a Masip cual cerdo engrasado.  

Como el 0-1 se evaporó el beneficio del 1-1, hablamos de un equipo con sólo dos novedades en el once, y una forzada, ya que Javi Sánchez fue baja por dolores en la espalda y Bruno entró en su lugar.  También de un Real Valladolid al que le costó entrar en el partido, por momentos aburrido, y que mostró cierto conformismo en el inicio de una segunda mitad en la que no tiró con  peligro  a puerta. 

Y de un Pucela que perdió su habitual control en las marcas, en especial en la medular, cosechando demasiadas amarillas por llegar tarde, ante la escasa ayuda defensiva en un mediocentro que dejó toda la labor a San Emeterio.

Quizá todo esto, lo bueno y lo malo, sea verdad y además se complemente. Pero nadie podía esperar un cambio radical en la primera jornada ni que todos los nuevos posasen en esa foto de once inicial que no vale para nada.

Lo importante es que se vislumbra que este Real Valladolid, más que jugar a otra cosa, lo que quiere es perfeccionar y pulir su ADN con más alternativas y más calidad. Pudo acabar jugando como empezó, con Orellana y Hervías en los extremos, y Guardiola y Weissman en punta, pero lo primero era parar a una Real que el año pasado deslumbró hasta que llegó la pandemia. 

Además, el israelí no está aún para noventa minutos, aunque se le vio pletórico en los 14 reales en que compareció. Un pase de ruleta bonito y eficaz a Nacho preludia que el público no se aburrirá con  él. Es energético.

Respecto a los otros nuevos, Orellana dio muestras de estar capacitado para revitalizar el juego entre líneas del equipo, tanto por dentro como por fuera. Los delanteros agradecerán su presencia, aunque sea intermitente.

Bruno mostró contundencia pero ciertas limitaciones a la hora de sacar el balón jugado. Responde a un perfil de central diferente a los de Joaquín, nuevo jefe de la zaga, y Javi Sánchez. Kike cubre mucho más espacio que Míchel y ve mucho juego, pero el valenciano quedó bendecido por su gol.

Esta obra cuenta con 38 capítulos y el desenlace está tan lejano que aún faltan algunos actores, sobran otros cuantos más y habrá cambios de protagonistas sobre la marcha. Lo importante es el guion. Parece el de siempre, pero en versión mejorada.

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