FÚTBOL / REAL VALLADOLID
Apareció el cocodrilo
Dos dentelladas del Real Valladolid destrozan al Leganés y le aportan un paso de gigante hacia la permanencia / Ünal marcó en el minuto 2 y Alcaraz hizo el segundo gol en el 54 / Un penalti tonto de Salisu añadió suspense a los últimos minutos
El cocodrilo vallisoletano que no se encontró en el Pisuerga ni el Duero apareció en Butarque. Un nombre de estadio pero también del arroyo que pasa por Leganés y del lago que forma en esta ciudad madrileña.
El Real Valladolid se trasmutó ayer en este saurio, en su retorno a la competición tras los tres meses de parón por un bicho mucho más pequeño y dañino. Ganó a los madrileños, se hizo con el golaveraje, dio la vuelta a su mala racha prepandemia y se aleja de los puestos de descenso, al tiempo que hunde un poco más en la tabla a los blanquiazul. Una tarde redonda.
El cocodrilo no es tenaz, aparatoso ni espectacular su caza. Permanece inactivo casi todo el día y, cuando sale por su presa, se acerca sigilosamente a ella para morderla y ahogarla en el fondo del río.
Justo lo que hizo Ünal al aprovechar una pésima cesión de Awaziem a Cuéllar cuando aún no se había cumplido el minuto 2. El central señaló al meta que saliese, pero a la vez tocó de cabeza un balón que le superó. Cocodrilo Ünal, que no Dundee, estaba al acecho, robó el cuero, esprintó superando al cancerbero y marcó a puerta vacía.
Con goles tan tempraneros nunca se sabe qué escenario planteaba cada entrenador, porque el marcador muda a menudo las voluntades. Lo cierto es que el Pucela pareció un depredador saciado que se dedicó a defender su nido más que a cobrarse nuevas piezas.
No tenía hambre y debió pensar que si salía a cielo abierto corría el riesgo de toparse con un cazador y acabar hecho bolso o zapatos. Así que se quedó en su guarida digiriendo ese tanto. Huyó de la épica para acomodarse en la praxis. Actitud en parte comprensible a estas alturas de curso, aunque el peligro siempre acecha, y más para quien se quita el traje de depredador para colocarse el de presa.
La ventaja de los blanquivioleta fue que el Leganés cazaba con balas de fogueo. Mucha posesión, mucha llegada... pero hasta los tres cuartos. Después el césped se le transformaba en jungla impenetrable que sólo le permitía colgar balones y disparar desde lejos y mal.
Un desacierto que también fue en parte mérito del rival, con una alineación inédita. Olivas se perdió sus primeros minutos de la temporada por molestias en los isquios, pero ahí apareció Joaquín. Imperial. Fue el mejor del equipo junto con Ünal, que en vez de confinado parece haber estado en un campus de potenciación física. Cada partido que Joaquín no juega, sea de defensa o mediocentro, el Real Valladolid se pierde algo. Es tarea titánica empujar a Olivas y Salisu del once, pero existen más alternativas para que juegue.
La pareja del almeriense y el ghanés funcionó a la perfección hasta el tonto penalti de éste. Moyano y Nacho también cumplieron con creces en los laterales, aunque no se entendió muy bien la presencia de Carnero como falso extremo. Sergio cambió en su cocodrilo dientes por cepillo y pasta, en una banda rival que tampoco aportaba demasiado peligro.
San Emeterio paró mucho juego rival, sobre todo en la segunda parte, y Alcaraz aportó en ataque, si bien faltó creatividad y pausa en una zona que apenas registró tránsito elaborado. El balón quemaba.
Plano y Guardiola siempre lo intentaron. Como en el segundo gol. Una apertura del segundo al primero derivó en un excelente centro, aguantando la embestida de Mesa. El balón le llegó en el área a Carnero, que pifió el remate. Pero detrás de él estaba Alcaraz, que empalmó a la red por la escuadra.
Con el 0-2, el peligro visitante llegó con tiros lejanos y con Salisu. El defensa primero tocó involuntariamente un centro. El balón iba a gol pero surgió la mano de Olivas para evitarlo. Después llegó el penalti a Assalé, visible sin repetición y hasta en pantalla de móvil.
Óscar transformó el castigo y los últimos minutos fueron de lucha entre cocodrilo y cazador. Los cambios pucelanos apenas aportaron pero el reptil se zafó de todas las trampas y ahora espera más tranquilo e ilusionado la visita del Celta. Porque lo de ayer fue un paso de gigante para la permanencia. Por los tres puntos y por lo que suponen tras el parón liguero.