Diario de Valladolid
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Redacción de Valladolid
Valladolid

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‘La envidia es una declaración de inferioridad’, decía Napoleón. Un perro que tenemos todos metido en el cuerpo como la soberbia y la ingratitud. La envidia, a veces mal llamada ‘envidia sana’ (algo que no existe porque no sería envidia sino admiración) es causada por ver a otro gozar de lo que deseamos y por ver a otro poseer lo que quisiéramos poseer nosotros. Y el deporte de elite de Valladolid, pese a su condición de privilegiado por contar con pasajeros de Primera en deportes como el fútbol, balonmano, rugby y por qué no también baloncesto pese a no estar en el primer escalón, mira también con envidia a su alrededor, a derecha e izquierda, al verse en inferioridad de condiciones. El Real Valladolid, pese a la llegada del nuevo mecenas Ronaldo, sufre y tiene un cierto sentimiento de tristeza y enojo (a la postre envidia) porque su presupuesto es, de largo el peor de Primera, y no se ve respetado por los árbitros y su dichosa herramienta del VAR. En el balonmano, el BMAula Alimentos de Valladolid, con la bendita pócima de convertir en oro casi todo lo que toca (en cuanto a jugadoras se refiere) gracias a la pócima y varita mágica del maestro Miguel Ángel Peñas, mira también con envidia cómo otros equipos cuentan con mayores recursos económicos para atar a sus jugadoras. Y es que con poco más de 200 euros al mes de media por jugadora, sigue haciendo milagros sabedor de que el globo puede pincharse ante la llamada de ‘Don dinero’. Así ,el BMAula cruza los dedos para que O’Mullony, Cesáreo, Lulu, Bea Puertas y Elena Cuadrado no hagan las maletas tentadas por un contrato como Dios manda como antes hicieron Alicia Fernández, Arderius, Amaia o Nekane. Sin cambiar de deporte, el Recoletas Atlético Valladolid tras sufrir un sonrojo de aúpa en el Palau (46-24) no duerme preocupado por el riesgo de que dos de sus patas, abonados y patrocinador, no se debiliten por la discreta imagen del equipo en la presente campaña, sobre todo como local. Pero la envidia también ataca al baloncesto y a Paco García, enojado con el club porque no podrá contar con un nuevo refuerzo en la ‘pintura’ pese a haber guardado a principios de campaña 12.000 euros para ello. Pero el ‘timo de la estampita’ con los chinos y la renuncia a 14.000 euros de los 32.000 euros estipulados por la salida de Miguel González al Baskonia, parecen dejar de nuevo al CB Ciudad de Valladolid en el limbo del conformismo sin deseo ni capacidad para crecer. Miradas de envidia de todos a diestra y siniestra viendo que las ayudas institucionales y las de Cuatro Rayas, Alimentos de Valladolid, Recoletas y Carramimbre, todas benditas, son insuficientes bajo la asfixiante soga de la comparación.

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