Diario de Valladolid
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Redacción de Valladolid
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Imposible encontrar mejor día que el de ayer para demostrar que el VAR es un arma sofisticada en manos de zopencos con problemas para entender un programa de Barrio Sésamo.

Por la mañana, Velasco Carballo y sus huestes mostraron campanudos los entresijos del engendro electrónico. Los que quisieron, pero con esa pátina de ventanas abiertas que quiere imprimir Rubiales a la Española, en clara contradicción con su personalidad, según dicen muchos de quienes lo conocen de su etapa sindicalista.

En uno de esos expedientes desclasificados, como si fuese el Proyecto Libro Azul, se escucha como, en el Real Valladolid-Atlético, González Fuertes, en ese centro espacial del silbato que es Las Rozas, el Houston español, le dice a Undiano «no es mano, no es mano, no hay ninguna toma en que se vea». Era el penalti de Arias. Y lo muestran como un éxito.

La primera consecuencia a extraer es que, efectivamente, las tomas que sirven Mediapro son escasas y sesgadas en algunas ocasiones. Una forma educada de decir que son una mierda, comparadas con las del Plus. Curiosamente, escasean a favor de los grandes. El fuera de juego de Keko ante el Barça depende de una cámara. Quizá en otra se hubiese visto diferente. En plena era de la comunicación cada vez hay menos planos de un partido. Seguramente en Burkina Faso los realizadores tengan más para elegir.

La segunda es la falta de conocimientos elementales. No de arbitraje, sino de física. De primer curso. Si un cuerpo cambia de trayectoria, es porque algo o alguien ha ejercido una fuerza para desviarlo. Ejemplo: si un balón centrado hacia el punto de penalti acaba en manos del portero, es porque algo o alguien lo ha desviado. Y ese alguien es colombiano y se llama Arias. Se echa de menos un asesor científico en Las Rozas. O, en su defecto, alguien que haya visto todos los capítulos de Barrio Sésamo.

Por la tarde, versión corregida y aumentada. Duro choca aposta con la pierna de Antoñito, tirado para evitar el centro. Se tira pero inmediatamente se levanta, por vergüenza o por miedo a la amarilla. Nadie del Getafe dice ni mu, ni Bordalás, cuando es un equipo que salta a la mínima. Pero el VAR lleva a Alberola a la pantalla de Zorrilla. Tras más de diez visualizaciones, pita lo que ni los antecedentes ni las imágenes dictan, ni lo que nadie reclama.

Antes se hablaba del bajo nivel del arbitraje, pero contaban con el escudo de la inmediatez. Ahora se comprueba que algunos no son malos, sino peores. Pitar penalti después de ver más de diez veces esa jugada induce a pensar mal. Aunque no haya dolo. Es lo que tiene ser malo, torpe y perjudicar al mismo, una vez tras otra, como un martillo pilón.

Quien siempre será bueno es nuestro Ronnie. Como su antecesor Suárez. El nuevo representante de la propiedad compartida echa en twitter una mano al VAR, bien metido en su papel de Reina Madre, con el que ante todo debe figurar sin meterse en charcos. La afición va por otro lado. Pero él y sus compañeros de aventura lo que han hecho es comprar un equipo que está cerca de Madrid. Y de Las Rozas.

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