Diario de Valladolid

REAL VALLADOLID- SPORTING (ANÁLISIS)

La vida sigue igual

Los escasos elementos nuevos introducidos por Sergio nublan la comparación del juego del equipo respecto al de su antecesor

El lateral Javier Moyano se tapa la cara tras la derrota blanquivioleta.-J.M. LOSTAU

El lateral Javier Moyano se tapa la cara tras la derrota blanquivioleta.-J.M. LOSTAU

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Arturo Alvarado
Valladolid

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La retahíla de tópicos que rodean el fútbol volvió a mostrar en Zorrilla su estúpidez. Lo de cambio de entrenador, victoria segura, casi que lo dejamos. Y la teoría de la manta, que algunos técnicos hacen buena para explicar sus limitaciones defensivas y/u ofensivas, mejor también.

¿A qué viene lo de la manta? A que el Sporting demostró que una correcta ocupación de los espacios por un equipo armónico entre líneas, y dentro de la misma línea, puede tener tapados cabeza y pies; es decir, defensa y ataque.

Esto se comprobó sobre todo en la primera parte. Los movimientos rojiblanco siempre eran grupales. En defensa, permitían crear superioridades en cualquier zona, ya que se descolgaban los dos compañeros más próximos al del marcador natural de quien tuviese el balón. Entre los tres lo encerraban, obligándole a pasar atrás, pasar mal adelante o perder el balón.

Una salida podía ser un pase cercano, hacia los compañeros sin vigilancia. Pero no los había, pues la basculación de otros más lejanos tapaba esos huecos.

En ataque ocurría algo parecido. Cada sportinguista que pasaba, se ofrecía inmediatamente, abriendóse los jugadores de los flancos para facilitar varias líneas de entrega y aumentar las distancias entre la defensa pucelana. Esto entierra la teoría de la manta. El problema es que hay que trabajarlo.

¿Qué ofrecía a cambio el Real Valladolid? Curioso que dos 4-4-2 de facto otorgasen frutos tan diferentes. Con Luismi y Borja lastrados atrás, a la manera de Luis César, la ruptura llegaba en ataque. Mata estaba aislado y Plano, desaparecido. Míchel sobaba la bola sin saber qué hacer con ella. Porque cuando se la pasaba a Hervías, no la soltaba. Nadie se ofrecía ni se desmarcaba.

La falta de sujección en la medular permitía al Sporting entrar, sobre todo en segunda oleada, aunque sólo sacó el rédito del gol.

En la segunda parte cambió el decorado. Jugando a la desesperada, el Pucela encerró al rival durante muchos minutos. Pero las ocasiones llegaron de la forma habitual: centros en busca de remate, Mata fabricándose oportunidades, y asociaciones de dos jugadores. Nunca primó el juego colectivo, elaborado. Esto explica la gran diferencia de intensidad entre los que saben lo que hacen, y los que no. Quienes lo tienen claro, no especulan.

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