Diario de Valladolid

Injusto y cruel despertar

El Recoletas Atlético Valladolid roza la proeza ante el imbatible FC Barcelona, que se impone en un mágico Huerta del Rey en el último suspiro y con el reloj a cero / Palmasson ajusticia de golpe franco a los vallisoletanos / ‘Déjà vu’ en el teatro de los sueños

Momento en el que el lanzamiento de Palmasson supera a Javi Díaz.-J.M. LOSTAU

Momento en el que el lanzamiento de Palmasson supera a Javi Díaz.-J.M. LOSTAU

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Guillermo Velasco
Valladolid

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Pocos, más bien nadie, se hubieran atrevido a vaticinar que el Recoletas Atlético Valladolid iba a ser capaz de meter el miedo en el cuerpo ante el equipo imbatible, ante el equipo de los récords, un FC Barcelona que acumulaba antes del partido de ayer la friolera de 142 partidos consecutivos sin perder en Liga y 183 en competiciones nacionales (Liga, Supercopa, Copa Asobal y Copa del Rey). Y lo hizo, vaya si lo hizo. Y no solo unos cuantos minutos, los máximos que pudiera aguantar el equipo como reclamaba David Pisonero en la previa. El Recoletas mandó durante 60 minutos, como poco para cosechar un empate y robar un punto al equipo de las estrellas (10 extranjeros), al equipo diseñado a golpe de talonario para seguir arrasando en España y levantar la codiciada Champions League. Pero... terminó claudicando ante la injusta lógica.

El sueño, el dulce sueño de revivir las noches de pasión y gloria en el teatro de los sueños de Huerta del Rey de hace 10-15 años, se truncó en el último suspiro y con el reloj a cero. Ahí, el central islandés Palmasson llamado a ser el mejor jugador del mundo, se sacó de la chistera un lanzamiento de cadera con rectificado que superó la barrera y sorprendió al cegado Javi Díaz. El gozo en un pozo.

Del hipotético, justo y más que posible empate a 29, se pasó en un visto y no visto con ese último gol de lanzamiento de falta con el tiempo concluido al definitivo 29-30. Ver para creer. Un final digno para la mejor novela de intriga pero tremendamente injusto y doloroso. Porque el Recoletas Atlético Valladolid, bien plantado atrás y sin ningún miedo pese a su más que evidente inferioridad física y técnica, apeló a la raza de antaño, la raza que sirvió para doblegar una y otra vez el muro de la lógica durante tantas y tantas tardes.

La salida en tromba del heroico y a la vez valiente equipo de David Pisonero ayer en Huerta del Rey ejerció de visionario no del futuro sino para rememorar aquel añorado y todavía recordado pasado. Sí, el Recoletas Atlético, con sus armas de siempre, las que caracterizaron siempre al desaparecido BM Valladolid, con ese juego de escuadra y cartabón en el que los centrales Diego Camino y Adrián Fernández ejercen de capitanes generales sobre un ejercito que les sigue hasta la muerte, fue una especie de ‘déjà vu’. Porque plantar cara a este FCBarcelona y en esta Asobal monotemática, solo está al alcance de pocos, muy pocos. Y ayer el Recoletas Atlético de Valladolid, quizás espoleado por su clasificación para la Final a Ocho de la Copa del Rey o por su último triunfo in extremis en Irún sobre el Bidasoa, fue capaz de sacar de los nervios a Xavi Pascual, que se vio obligado a consumir todos sus tiempos muertos.

El Recoletas, con un gran trabajo defensivo y con la alianza de los postes (hasta siete lanzamientos del Barça se estrellaron en la madera durante la primera mitad), fue capaz de ponerse hasta con cinco goles de renta (10-5, 11-6 y 12-7) para llegar al descanso cuatro arriba (18-14). El público, totalmente entregado se frotaba los ojos ante el bello espectáculo. No era para menos.

En la segunda mitad y tras la lógica filípica de Pascual a los suyos en un vestuario cuyas palabras tras pasaron las paredes, el Barça reaccionó de la mano de N’Guessan, que cogió su fusil para nivelar la contienda en apenas 5 minutos y 53 segundos (19-19).

Cuando todo hacía entrever que el partido iba a cambiar de manos, con toda la lógica del mundo y coincidiendo casualmente con un arbitraje con un rasero distinto y sospechoso que beneficiaba al ‘grande’, además de la falta de efectivos de los vallisoletanos (los laterales Víctor Rodríguez y Rubén Río estaban tocados y tuvieron a su pesar que ver los toros de la barrera ), apareció Diego Camino y su privilegiada visión para conectar con el pivote Serdio y mantener el tipo ante el excelso Palmasson que no dudó en echarse el alicaído Barça sobre sus fornidas espaldas.

Con 28-29 y poco más de un minuto para el final Camino igualó y la última defensa llevó al final, cruel, que nadie quiso y que acabó con el agónico gol de Palmasson con el reloj a cero (29-30).

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