España antes que la WNBA

¿De qué pócima bebe la selección española absoluta femenina para lograr la codiciada y a la vez envidiada transformación en equipo en el más estricto sentido de la palabra? Una pregunta que, casualidad o no, también se traslada a la España de los Gasol y compañía. Las féminas del basket, como lo hicieran antes los chicos, se han ganado, gracias no solo a sus logros deportivos sino a su extraordinaria capacidad para conectar, transmitir y hechizar, el respeto de una afición que sigue emergiendo al tiempo que las Torrens, Nichols, Cruz, Ndour derriban muro tras muro colgándose medallas en cada campeonato en el que toman parte. y compañía emergente. España y el sentimiento de defender la camiseta nacional priman por encima de todo, absolutamente todo. Incluso por encima de hacer realidad el hasta hace muy poco utópico sueño de jugar en la WNBA. La magia de España derriba cualquier reto por elevado que sea.

España, la España de Mondelo, demuestra en una plaza más, Valladolid, que el baloncesto femenino también existe. Un equipo de estrellas con un futuro impresionante, dominante en España y solo a rebufo en el mundo del hasta el momento intocable Estados Unidos. En la actual selección que juega esta tarde en el Pisuerga ante Holanda (20.00 horas) en el segundo partido de la primera ‘Ventana FIBA’ clasificatoria para el Europeo de 2019, tres jugadoras (Anna Cruz, Marta Xargay y Astou Ndour) han probado las mieles de la NBA femenina (WNBA). Junto a ellas una ex jugadora ahora componente del cuerpo técnico como es Isa Sánchez, que también vio cumplido su sueño de jugar en la catalogada como mejor Liga del Mundo en los Detroit Shock.

Llegar a la WNBA no es fácil por diferentes motivos. De hecho tan solo 13 jugadoras españolas (Amaya Valdemoro, Betty Cebrián, Marina Ferragut, Elisa Aguilar, Begoña García, Isa Sánchez, Nuria Martínez, Sancho Lyttle, Marta Fernández, Anna Montañana, Anna Cruz, Astou Ndour y Marta Xargay) han saboreado el dulce, genuino y prestigioso sabor del baloncesto profesional americano. La coincidencia en fechas, casi siempre, con campeonatos de selecciones ponen a las jugadoras de la ‘WÑBA’ en la tesitura de elegir, España o la WNBA. Y como ocurre con los chicos, la selección manda y gana el pulso.

La ‘pequeña’ Anna Cruz, que se proclamó campeona de la WNBA con los Minessota Lynx en 2015, confiesa que «le encantaría repetir experiencia» aunque siempre poniendo en la balanza los intereses de la selección española.

Marta Xargay, la última española en acceder al acotado grupo de privilegiadas (Phoenix Mercury) reconoce la dificultad que supone adaptarse a la WNBA pero una vez conseguido es una «valiosa arma porque te ayuda a crecer e ir más rápido», confiesa al tiempo que indica que «quiere volver» a la WNBA aunque su «prioridad» ahora mismo es la selección.

La joven Astou Ndour, la española con una elección más alta en el draft de la WNBA con las San Antonio Star, también coincide con sus compañeras aseverando que «la WNBA es una experiencia enriquecedora» y que se camino dependerá de lo que haga Sancho Little.