Diario de Valladolid

REAL VALLADOLID-TENERIFE (CRÓNICA)

Por fin hay equipo

Los blanquivioleta desarbolan por completo a un líder Tenerife que apenas compareció en el campo (2-0) / Superioridad en todas las líneas en un gran partido coral de los de Luis César / Salvador y Míchel marcan los goles de la victoria

Iban Salvador marca el primer gol del partido, con el portero Dani Hernández y el lateral Luis Pérez en el suelo.-J.M. LOSTAU

Iban Salvador marca el primer gol del partido, con el portero Dani Hernández y el lateral Luis Pérez en el suelo.-J.M. LOSTAU

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Hay partidos que se explican mejor por el epílogo. La ovación atronadora al final del juego, decorada por los gritos de ‘Pucela en el corazón’ de los aficionados más entusiastas, explican lo ocurrido en Zorrilla. El hasta ayer líder Tenerife fue la prueba del nueve para demostrar que el Real Valladolid por fin compite. De una santa vez. Lo hará bien, mal o regular, pero compite. Ha salido de la narcolepsia a la que le sometieron sus entrenadores en el último bienio, para constituirse en un colectivo que sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Ésa es la gran noticia de esta temporada.

Los blanquivioleta fueron un rodillo ante el Tenerife. Excepto unos minutos iniciales de cierta evasión táctica en la línea de mediocentros defensivos, y un juego un pelín acomodaticio en episodios de la segunda parte, el encuentro de los locales fue excelente. Ganaron 2-0 a un equipo que no había encajado ningún gol, y pudieron ser tres si el árbitro hubiese concedido un gol de Mata, anulado por un fuera de juego más que dudoso.

El éxito pucelano fue coral. El equipo funcionó como una orquesta, con papeles aprendidos y bien definidos. A veces hubo notas disonantes, comprensible con futbolistas que comienzan a jugar juntos partidos de verdad.

Pero dentro del grupo también hay nombres propios. Como el de Luismi. Se parece al del año pasado en la casqueta. Nada más. Su catálogo defensivo y ofensivo cada vez es más amplio. Tapa, roba, distribuye en corto y en largo, y se suma al ataque.

También destaca Masip. Su amago de pifia ante el Barça B fue sólo un susto. Ya no hay balones rebotados, entregas al rival ni rechazos que se convierten en preludio de gol. Sobrio y bien colocado, aporta seguridad. Por fin.

Otro digno en aparecer con letras propias es Mata, casi opuesto a su versión 16-17. La diferencia es que ahora sabe qué tiene que hacer. Como robar, ganar la espalda al marcador, abrir huecos para la entrada de compañeros o disparar. Nunca será un goleador nato pero marcará mucho más que la temporadas pasada. Al tiempo.

De los laterales sólo cabe abundar en su gran aportación. Suponen el gran cambio respecto al pasado y son la gran baza del juego que propugna Luis César, empeñado en ensanchar el campo para que luzca mejor la calidad.

Zorrilla esperaba un Tenerife pirata, con cuchillo entre los dientes, pero salió una abuelita con la mecedora. El Real Valladolid se anticipó en casi todo y sus ocasiones, casi todas aportadas por Tayron, se perdieron. Luis César fue fiel a su 4-2-3-1, con la novedad de Míchel por Cotán. De lo más normalito en la primera mitad, el valenciano emergió tras el descanso. El tira y afloja del principio se quebró con el gol anulado por un dudoso fuera de juego a Mata, tras pase de Salvador. Otro rescatado del abismo.

El Pucela se creció y tras un balón que Mata cruzó demasiado, llegó el primer gol. Antoñito centra desde la posición del 7 para que Salvador remate de cabeza a gol, entrando en diagonal.

La segunda parte emergió con otro gol que cotizaría a precio de caviar beluga si sus fabricantes vistiesen de blanco o azulgrana. Una doble pared entre Mata y Míchel, diseminando defensas por el suelo, acabó con remate de éste a la red.

Era el minuto 3, pero siguió el rodillo. El Tenerife la tuvo con un remate de Tayron que sacó Luismi de la raya. Entraron Plano, Toni y Villalibre, hubo ocasiones a la contra para golear (el primero estrelló el balón en Dani) y el choque murió empapado de esperanza. De la convicción de que este año será diferente. Al menos, en juego. Porque por fin, y aunque lleguen baches y crisis, hay un equipo que sabe lo que hace.

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