Diario de Valladolid
Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Valladolid se ha transformado, cuando se habla de fútbol, en una mezcla de Vaticano, La Meca y Lhasa. El análisis, lo cartesiano, la lógica (dentro de lo que cabe en el deporte), han sido encerrados bajo llave.

Cualquier pregunta que se formule sobre el Real Valladolid lleva un latiguillo tan inevitable que recuerda lo de la pertinaz sequía o la escena dantesca. A veces te dejan explicarte antes, como signo de magnanimidad. Otras veces te lo sueltan a saco, según te ven llegar. Pero no hay dios que te libre del: ¿Crees o no crees? O peor aún: ¿A que ahora ya crees? Como si una fatua dictada contra quienes hemos informado y denunciado el penoso juego del equipo durante casi toda la temporada, nos convirtiese en reos de ateísmo blanquivioleta y susceptibles de ser ajusticiados en plaza pública.

Considero que la campaña #YoCreo, lanzada por el club pucelano, y quizá prolongada hasta final de Liga, es muy buena. Pero para el aficionado. Repito: para el aficionado. El que está, el que estaba y se quiere recuperar, y el que puede estar en el futuro. Para el seguidor, el fútbol es ilusión, sueños, decepción, fantasía... Pero el periodista, sin ser un robot que analice igual un consejo de ministros que la final de un Mundial, debe permanecer en otro plano. El de la información veraz, el análisis frío y la opinión ardiente y subjetiva, pero fundamentada. Así que la cuestión, para mí, no es creer o no creer. Se trata de discernir lo que ha cambiado tras el 6-2 y por qué el equipo es diferente.

Pero si sigue empeñado en que hablemos de creer, pues venga. A por ello.

Creo que si un entrenador elige a los mejores desde el principio en vez de sentarlos en la grada o el banquillo, el equipo progresa. Creo que si las alineaciones son reconocibles casi de memoria y no están sujetas a rotaciones sin que haya un eje fuerte al que agarrarse para no salir disparado, el equipo progresa. Creo que si la formación táctica optimiza las características más brillantes del conjunto, en vez de esconderlas, el equipo progresa. Creo que si se logra contar con una plantilla unida, en vez de permitir la disgregación en grupos, el equipo progresa. Creo que si alguien da a tiempo un golpe encima de la mesa, llama al orden a todos, se guardan los egos en la taquilla, se juega con lógica (aunque sea por recomendación externa) y surge el hambre de triunfo, el equipo progresa.

Pero, sobre todo, creo que el Real Valladolid está a tiempo de conseguir dos éxitos: recuperar a su afición para la próxima temporada y disputar la promoción. Quién sabe si al final del camino está el ascenso. Con lógica desde la jornada 1, y no con creencias, quizá ahora seríamos el Girona. Creo.

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