Lágrimas suscitadas por el recuerdo a Toño Garnacho

El tiempo pasa pero la memoria se resiste a ser formateada para afrontar la vida sin la presencia y los consejos de un sabio, otro sabio que se nos fue sin previo aviso dejando una huella imborrable. Ayer se cumplía un año de la muerte de Toño Garnacho, uno de los ‘padres’ del nuevo club de balonmano (BM Atlético Valladolid) que supo llenar con maestría y sapiencia el gran vacío dejado por la desaparición del Balonmano Valladolid. El tributo que rindió ayer la afición que se dio cita en Huerta del Rey para ver el primer derbi regional de la nueva era, habla por sí sólo. El recuerdo del gran e inolvidable Toño Garnacho es el perfume del alma de un club que lleva impreso con orgullo el inconfundible sello y filosofía de club que dejó el que fuera director deportivo del BM Atlético Valladolid antes de su triste y llorado adiós.

‘Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo’. Esta máxima de Benjamín Franklin se podría trasladar a lo que significa Garnacho para el club de los ‘gladiadores azules’, un club que no puede ni podrá olvidar lo que quiere, a una persona de principios, de las que ahora escasean, respetada y admirada lejos de los egos del protagonismo, un líder al que nunca le gustó estar en primera línea. Su repentino adiós dejó en muchos una herida que un año después aún no ha conseguido cicatrizar. A mi memoria también por estas fechas me viene de forma obligada otro doloroso adiós, el de Rafa Izquierdo, ex gerente de la Federación de Baloncesto de Castilla y León, visionario como Garnacho que se fue de puntillas y sin hacer ruido hace ya siete años dejando un mar de lágrimas amargas suscitadas por el recuerdo.