Decepción y esperanza

Ilusión no es precisamente la palabra que mejor define el comienzo liguero del Real Valladolid. El silencio atronador con que su afición le obsequió tras empatar a nada (en todos los sentidos) frente al Nàstic refleja la calma tensa de quien no sabe si lo que está en construcción es la catedral de Colonia o la torre de Babel.

Por las primeras piedras colocadas es imposible conocer la magnitud de la obra. No siempre se comienza como se acaba, aunque el crédito del arquitecto dista a menudo de ser ilimitado. Y más cuando la construcción amenaza ruina antes de rematarse.

Los hechos indican que el equipo de Garitano es, tras la sexta jornada, el segundo peor Real Valladolid de la última etapa en Segunda División, nacida después del descenso en la 04-05.

Siete temporadas en las que todos los conjuntos blanquivioleta llevaban más o lo mismos puntos que los 8 de 18 posibles que exhibe la actual escuadra pucelana.

Pero... ¿por qué analizar este dato tras la sexta jornada? ¿Quiénes eran esa plantilla y ese entrenador tan torpes que llevaban a estas alturas 7 puntos, uno menos que sus actuales sucesores?

Ambas respuestas están concatenadas y ofrecen un dato curioso que debe servir de estímulo para los actuales portadores de la elástica albivioleta. El Real Valladolid de Mendilibar, sí, el del récord de 88 puntos y las 29 jornadas sin perder, sumaba tras los seis primeros encuentros dos victorias y un empate. Un balance más que escueto que colocó en el alambre al técnico vasco a estas alturas de temporada.

Tras ganar los dos primeros partidos frente a Sporting (1-3) y Las Palmas (2-0), los de Mendi perdieron ante los extintos Ciudad de Murcia (1-0) y Poli Ejido (0-1). Después empatar en campo del Xerez (1-1) llegó el derbi ante el Salamanca en Zorrilla.

El 2-3, yendo siempre a remolque, puso contra las cuerdas al míster. Su equipo era decimocuarto (un puesto menos que en la actualidad) y el juego, tras cuatro semanas sin ganar, se desvanecía.

En la séptima jornada el Real Valladolid, que repetía en casa, vivía una especie de reválida para el míster. El equipo ganó 1-0 a Lorca. Fue el primero de la serie de 29 choques ligueros sin perder, truncada sólo cuando se certificó el ascenso matemático.

Ejemplo de lo contrario, aunque no se sitúe exactamente en el otro extremo del arco, lo aporta el conjunto de Rubi. A estas alturas de Liga era segundo y colíder con Las Palmas, gracias a sus 13 puntos. Acabó la Liga quinto, bajando tres puestos, pese a contar con numerosos y en general positivos refuerzos de invierno.

Garitano cuenta con la oportunidad de emular a su amigo y maestro Mendilibar. La reacción no tiene por qué llegar precisamente en la séptima jornada. Puede producirse después. Pero para que ésta surja, tiene que sustentarse en bases futbolísticas que por ahora ni se vislumbran. A diferencia de lo ocurrido con JIMy con Rubi, en esta temporada el crédito del banquillo no es ilimitado.