Diario de Valladolid

BM Aula Cultural

El vals de Amaia Garibay

La jugadora del Aula Cultural vuelve de Budapest con ganas de seguir creciendo después de debutar con la selección absoluta

Amaia durante el calentamiento del partido ante Hungría-V. G. Garibay

Amaia durante el calentamiento del partido ante Hungría-V. G. Garibay

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Guillermo Sanz

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Johann Strauss (hijo) dispuso sobre una partitura el esqueleto de uno de los vals más reconocibles por el oído humano, el Danubio azul . Lo hizo en honor al majestuoso río capaz de regar con sus aguas a media Centroeuropa, incluida Budapest, donde Amaia Garibay ha bailado su primer vals en la corte de las Guerreras .

La vallisoletana fue llamada a filas por Jorge Dueñas para presentarse en el Ers Sport Hall de Budapest, pista de baile a la que Amaia saltó con el propósito de no perder el ritmo del resto de bailarinas en los dos partidos ante Hungría disputados el pasado fin de semana. El seleccionador nacional aseguró a la jugadora del Aula que su presencia en la absoluta no era fruto de la causalidad: «Hablé con él cuando llegamos. Me dijo que si estaba era porque tenía que estar, que no era ningún premio para tenerme contenta», explica Amaia.

Así realizó una misión galáctica en un universo de estrellas: «Es otro mundo totalmente diferente. Al principio estaba nerviosa, pero te hacen sentir muy a gusto. Te hacen sentir como una más. No te hacen un tour de bienvenida pero te lo ponen muy fácil», admite la extremo del Aula, que abandonó su característico 77 por otro dorsal, el 20. Un número que coincide con el día de su debut (20 de marzo) que desde ahora se ha convertido en mágico en innegociable para ella. Fue con el que jugó sus primeros minutos como guerrera: «Estaba tan metida en el partido que sólo pensaba en salir y dar la talla como hago aquí».

Esos minutos fueron suficientes para que la vallisoletana supiera que ése era el sitio donde quería estar y el camino que lleva a convertir la novedad en costumbre: «Antes era un como un sueño, ahora es una motivación. Es el principio de otro escalón. El que piense que el objetivo ya se ha conseguido se equivoca. Todavía no he hecho nada».

Entrar a formar parte de un reparto estelar supone trabajo y sacrificio. Durante dos días ha compartido vestuario con compañeras que entrenan cinco horas diarias (por las ocho horas semanales que entrena ella). Conseguir el sueño de la selección se tarifica en horas extras, un precio que Amaia está dispuesta a pagar: «Voy a hacer un plan intensivo en el gimnasio y me voy a machacar a lanzar. Si me tengo que quedar después del entrenamiento lo haré. La experiencia me ha servido para darme cuenta de todo lo que me queda por aprender», asegura.

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