Diario de Valladolid

BM Aula Cultural

El Aula es el ‘Califa’

El equipo de Peñas llega al parón sumando una victoria ante un Córdoba que se quedó noqueado en la primera mitad

Alicia Fernández intenta romper el trabajo defensivo del Adesal Córdoba-M. Á. SANTOS

Alicia Fernández intenta romper el trabajo defensivo del Adesal Córdoba-M. Á. SANTOS

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Guillermo Sanz

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El Aula se vistió con su mejor toga. El Emperador de Valladolid recibía en su palacio al Califa de Córdoba, que no era ajeno a las intenciones pucelanas de extender su imperio también los reinos de taifa.

El equipo de Peñas empezó a golpear a su invitado cuando apenas había llamado a la puerta para anunciar su llegada. Cecilia, Alicia Fernández y Alicia Torres formaron la guardia de palacio. El trío se doctoró con cum laude en la asignatura de defensa y robo, abriendo la jaula de Amaia Garibay que azotó a la contra al Adesal (4-0).

El copo de nieve fue engordando hasta convertirse en una avalancha que pesó demasiado para el esqueleto cordobés (9-1). La paradoja del deporte hizo que con el viento a favor el barco pucelano fuera más lento. Una dosis de relajación en el Aula refrescó las ideas andaluzas. Punto a punto fueron atando cabos para descubrir el camino para llegar a su pivote, Yacaira Tejeda. La dominicana y Alba Sánchez cogieron los remos para intentar navegar a contracorriente (11-8).

Volvió a crecer la canela en la rama. Alicia Fernández reapareció en el parqué para pintar de nuevo la frontera que separa Valladolid de Córdoba. Se notó la ausencia de la gallega, cuando le tocó pasar por el banco, tanto como su vuelta, justo a tiempo para llegar al descanso con una jugosa renta de seis goles en el zurrón pucelano (16-10).

Tras el paso por los vestuarios el guión del partido seguía las directrices de vida bohemia, alejado de las convenciones y las normas; una pincelada caótica de fallos e imprecisiones que aprovechó el Adesal para meter la tijera al marcador (16-13). Sin embargo, no llegaba a apretar del todo el nudo de la corbata de un Aula con el pulso templado que deja tener el marcador de cara.

Con poco fondo de armario, las cordobesas empezaron a preparar la factura para pagarla. En medio de una guerra loca, Amaia Garibay cogió su fusil. La extremo es del gusto de disparar y luego preguntar. Lideró un parcial de 4-1 que, unido a la descalificación de Yacaira, supuso la sentencia de muerte definitiva para las andaluzas que, pese a un último latigazo de orgullo, se dejaron llevar por la marea (30-22), que lleva al Aula al parón liguero con 14 puntos; un botín que muchos hubieran firmado con los ojos vendados a principio de temporada.

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