Diario de Valladolid

Adiós a Juan Diego, un terrible señorito Iván vinculado para siempre a la Seminci

El veterano actor sevillano encontró en el personaje de Delibes un aldabonazo a su carrera cinematográfica, que la Semana de Cine reconoció en 2015 con la Espiga de Honor

Juan Diego, con su espiga de Honor. | J. M. LOSTAU

Juan Diego, con su espiga de Honor. | J. M. LOSTAU

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Redacción de Valladolid
Valladolid

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"Mi andadura es hacia adelante, para allá, para allá, hasta que me diluya en ese allá", reconocía a este diario en 2015, unas horas antes de recibir la Espiga de Honor que le tributó la 60 Semana Internacional de Cine de Valladolid. No quería mirar atrás, solo al frente, al futuro. Hoy, Juan Diego (1942) ha muerto a los 79 años, y su recuerdo imborrable impedirá que su memoria se diluya en ese allá.

Porque el actor sevillano ha sido uno de los indiscutibles de la escena española, un hombre de ideales y comprometido con su entorno y su profesión. Para siempre quedará en el recuerdo como el deplorable señorito Iván, del clásico delibeano  Los santos inocentes (1984) . Aquel trabajo en la cinta de Mario Camus le abrió de forma indiscutible las puertas del cine, medio en el que había debutado ocho años antes, de la mano de Eloy de la Iglesia. Tras ese personaje llegaron las llamadas de Martín Patino ( Los paraísos perdidos ), Fernán Gómez ( El viaje a ninguna parte ) o Camino ( Dragón Rapide ), que le brindó su primer protagónico y su primera nominación a los Goya por su papel del dictador Francisco Franco.

Un fotograma de 'Los santos inocentes'.

Un fotograma de 'Los santos inocentes'.

Juan Diego se estrenó con un papel importante en una representación de la obra de Beckett Esperando a Godot en 1966; el mismo año que Eloy de la Iglesia debuta con Fantasía…3 y le otorga el rol principal en uno de los cuentos que adapta, Los tres pelos de oro del Diablo , de los Hermanos Grimm. Dos años después llegó a representar Don Juan Tenorio para el programa de televisión Estudio 1.

Su porte de galán le facilita encarnar a jóvenes bien pintados, como en Primavera en la plaza de París , y alterna roles principales y secundarios con desenvoltura, a partir de textos de Valle-Inclán ( Los cuernos de Don Friolera ), Buero Vallejo ( La detonación, Llegada de los dioses ), Alberti ( Noche de guerra en el museo del Prado ) o Sófocles ( Orestes , versión de Áyax). En cine, consiguió un papelito junto a Marcello Mastroianni en El demonio de los celos , de Ettore Scola.

Conoció a Carlos Saura y firmaron La noche oscura , su segunda nominación a los Goya, y después interpretó a Alvar Núñez ‘Cabeza de Vaca’ para Nicolás Echevarría. No fue hasta El rey pasmado , de Imanol Uribe, cuando se alzó con su primera estatuilla al mejor actor de reparto. Continuaría trabajando en esta línea para Bigas Luna ( Jamón, jamón ), Manuel Gómez Pereira ( Entre las piernas ) y Berlanga ( París-Tombuctú ), cuya colaboración se saldaría con el segundo premio Goya para el actor.

Con la llegada del nuevo milenio, Juan Diego demostró que era capaz de ponerse tanto a disposición de manos talentosas como de cineastas debutantes. Trabaja para Garci ( You’re the one ), vuelve a Saura ( El séptimo día ) e interviene en las óperas primas de directores como Roger Gual ( Smoking Room ) y Pablo Berger ( Torremolinos 73 ). Salvo la de Gual, todas ellas le revierten en nuevas nominaciones para el Goya, que consigue en 2006 al mejor actor con Vete de mí .

En este nuevo milenio también destacan sus papeles televisivos en Padre Coraje y Los hombres de Paco , y papeles de importancia para Arturo Ripstein ( La virgen de la lujuria ), Antonio Banderas ( El camino de los ingleses ), Max Lemcke ( Casual Day ) o José Luis Cuerda ( Todo es silencio ). Con 23-F: la película , recibe otra nominación  por su interpretación del militar golpista Alfonso Armada.

Juan Diego ha visitado la Seminci en varias ocasiones, y ha otorgado a sus amigos Carlos Saura y Antonio Banderas respectivas Espigas de Honor. 

 

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