Abel Azcona: "El artista ha de ser político y extremo, dejar de ser aburrido"
El artista, referente de la ‘performance’, estrena montaje y repasa su corta pero intensa trayectoria en el Teatro Calderón, teñida por una biografía de abandonos y abusos físicos
Cuenta Abel Azcona (Pamplona, 1988) que los mayores actos de amor de su infancia fueron los tres intentos de aborto que intentó su madre, prostituta y drogadicta, cuando lo llevaba en su vientre. Luego, todo fue un ir cuesta abajo y sin frenos, con abandonos y hasta un secuestro incluido, durante siete meses, por su padre "putero" que, además, "abusó" de él. Su entrega en adopción a una familia católica no mejoró nada. "Me obligaron a ocultar mi pasado, a no hacer duelo", recordó ayer Azcona en el Teatro Calderón , que le abre sus puertas en el marco del #MeetYou para celebrar unos encuentros, mañana y el jueves, repasar su intensa trayectoria con sus Catorce piezas esenciales en el Salón de los Espejos, el viernes, y estrenar La regresión , el sábado.
"Soy un hijo de puta que carga con la enfermedad mental", espetó el artista desnudando –sin ahorrar detalles que aquí omitimos– claves de una biografía que tiñe buena parte de su obra. Sobre ella trabajará con seis creadoras y seis creadores locales los dos primeros días, dejando que éstos interconecten. "Si no volviese a mi infancia quizá hoy estaría muerto", justificó en el coliseo vallisoletano.
Por cierto, Azcona, que bromeó recordando haberse "cargado a algunos gestores culturales" que se atrevieron a programarle, agradeció al Calderón su valentía por abrirle sus puertas para dejarle "hacer política a través del cuerpo". "Soy un artista que no cree en los límites, y eso conlleva riesgos. Alguien que ha sufrido pederastia, maltratos o persecución está legitimado para denunciar todo eso. El artista ha de ser político y extremo y dejar de ser un aburrido en el privilegiado espacio de su estudio", sentenció el creador, que se ha encontrado a lo largo de su intensa trayectoria con denuncias de la Fundación Francisco Franco –hizo un peritaje para la detonación del Valle de los Caídos– o de Abogados Cristianos –escribió la palabra ‘Pederastia’ con obleas consagradas–.
Bajo la propuesta Catorce piezas esenciales , Azcona y los artistas locales "reactivarán" obras como Útero, Encuentro biológico, El condenado a vida, Acto de desobediencia, La ingesta, La vergüenza, Expediente 09872, Volver al Padre y La sombra .
Si en algunas aborda conflictos colectivos como el de la memoria histórica –como en Enterrados – o el colonialismo – España os pide perdó n–, en otras recrea pasajes muy personales, como su noche de gestación y su condición de víctima de abusos –poniendo su cuerpo en venta en Empatía y prostitución –, cuando no enfrenta al espectador con los rostros dibujados de los puteros –en Los padres – o invita a convertirle en mártir – La muerte del artista –, un poco como hiciera Chris Burden en Shoot (1971), aunque con otro trasfondo.
¿Cómo reaccionará el público si se ve en el papel de aquellos a quienes retrata Azcona, o denuncia, en sus performances? "Mi responsabilidad es que el público salga transformado, no dejar a nadie indiferente", advirtió. Tanto da, dijo provocador, que eso se traduzca en una nueva denuncia en los juzgados o en el sabor de su sexo en la boca de quienes se sientan con derecho a hacer lo que quieran con el cuerpo del artista, recordando aquel célebre Rhythm O (1974) de Marina Abramovich .