Diario de Valladolid

SALA CONCHA VELASCO

‘Conde de torrefiel’ convierte el LAVA en una gran plaza

Teatro contemporáneo para inaugurar el año con una pieza que rompe barreras entre espacio y tiempo y aborda el futuro como un tiempo imprevisible

Escena de ‘La Plaza’ de la compañía El Conde de Torrefiel que llega el sábado al LAVA.-CONDE DE TORREFIEL

Escena de ‘La Plaza’ de la compañía El Conde de Torrefiel que llega el sábado al LAVA.-CONDE DE TORREFIEL

Publicado por
Redacción de Valladolid
Valladolid

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El Laboratorio de las Artes inaugura el nuevo año con teatro contemporáneo. Lo hace de la mano de ‘El Conde de Torrefiel’, una innovadora compañía que con su espectáculo, La Plaza, aúna textos, coreografía y artes plásticas rompiendo las barreras entre espacio y tiempo.

La compañía desembarcará este sábado, día 11, a las 20,30 horas en el LAVA y transformará la sala Concha Velasco en una gran plaza donde el futuro se muestra como un tiempo imprevisible y desconocido que se presenta ante los ojos de los espectadores a partir de una serie de situaciones inesperadas.

«El teatro y la plaza comparten mecanismos narrativos del presente y apelaciones a una memoria colectiva del pasado. Intérpretes y espacio escénico son los monumentos y las personas que transitan esta plaza aportando formas, historias y nombres», apuntan desde la compañía.

Con textos de Pablo Gisbert y dirección y dramaturgia de Tanya Beyeler y Pablo Gispert, a lo largo de 85 minutos, el escenario se revelará en una suerte de ágora «para ampliar el concepto de espacio y tiempo, salir de los márgenes físicos de nuestro entorno y observar las tensiones de las fuerzas que rigen la misma idea de vida».

Un espacio circular ocupado por monumentos y personas. Un lugar concreto que se define con capacidad de pensarse a sí mismo y proyectarse en el futuro.

Sobre el escenario:Gloria March Chulvi, Nicolás Carvajal, Amarante Velarde y David Mallols. «En esta nueva creación nos centramos en trabajar la idea de futuro como un tiempo desconocido e imprevisible y que se materializará a partir de situaciones inesperadas. Con apenas una década de vida, el siglo XXI ya es convulso y conflictivo a escala mundial. Los días son bipolares: las formas de pensarnos y organizarnos están cambiando de manera radical e incontrolable, pero al mismo tiempo no está cambiando nada. La civilización avanza trepidantemente mientras que la realidad es paradójicamente cada vez más subjetiva, emotiva e impenetrable. La tensión entre el recuerdo y la imaginación que nos señala como seres únicos en este mundo, generan a su vez un conflicto perpetuo entre el deseo de superar las imperfectas formas de lo establecido y el temor a lo desconocido, lo inexplicable y, en definitiva, lo deforme».

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