Diario de Valladolid

NACHO VEGAS, CANTAUTOR

«Las cosas solo se cambian con luchas colectivas»

El artista asturiano afrontará el proximo 10 de enero, en la Sala de Cámara del CCMD, el fin de gira de ‘Violética’, un afilado disco doble en el que aborda cuestiones como el racismo o las agresiones a la naturaleza

-JAVI MARTÍNEZ

-JAVI MARTÍNEZ

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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El artista asturiano Nacho Vegas (Gijón, 1974) ofrecerá, el próximo 10 de enero en la Sala de Cámara del Centro Cultural ‘Miguel Delibes’, el penúltimo concierto de la gira de presentación de Violética, un trabajo íntimo y afilado conectado con estos tiempos convulsos.

Pregunta.– Violética abre fuego con una declaración de resistencia al fascismo, un canto por la igualdad que da muestra de su espíritu comprometido y actual. ¿Canta Nacho Vegas para calentar El corazón helado, para despertar conciencias?

Respuesta.– Las canciones salen de las entrañas, todas son actos emocionales y buscan eso mismo, emocionar al público. Cuando las interpretas enfrente de una audiencia, de alguna manera, se crea una conciencia colectiva, pero desde luego no pretendo concienciar políticamente a nadie.

P.– Diría que en este trabajo, al contrario de lo que se suele escuchar, prima más la mirada hacia el exterior que la introspección que puede verse en canciones como Los sabios idiotas. No sé si está de acuerdo.

R.– Creo que en Violética hay una doble mirada: una más intimista, en canciones como la que menciona, o Todo o nada, y otra que habla de aquello que me rodea. No son excluyentes; hablar de tu vida siempre implica de alguna manera hablar del mundo en el que vives.

P.– ‘Va ganando el mal’, canta en Todos contra el cielo. ¿Qué hizo germinar este disco: fue esa sensación de ‘negrura’ en la que vivimos o un hecho concreto?

R.– Si hay algo que planea sobre el disco es cierta sensación de desencanto, aunque hay canciones que precisamente hablan de no sucumbir a él. Si va ganando el mal es porque en gran medida solo encuentra oposición en lo neutral, y la equidistancia suele ser una postura cómoda y reaccionaria. Cantar, sin embargo, nunca es un acto neutral, se necesita un mínimo de arrojo y, al menos en mi caso, siempre implica posicionarse con respecto a la realidad de la que se nutren las canciones.

P.– Este disco, que bien podría ser un libro de relatos musicado, tiene ternura (Ser árbol), género negro (Bajo el puente de l’Ará) y hasta fábulas distópicas cargadas de ironía y un cierto aire melancólico (Desborde). De resultas, diría que lleva al oyente por un carrusel emocional lleno de giros insospechados, abordando cuestiones tan actuales como las agresiones al medio ambiente (A ver la ballena). ¿Ese viaje lleno de subidas y bajadas ha sido premeditado y trabajado intencionadamente o es la consecuencia natural de componer un trabajo doble?

R.– No pretendía hacer un álbum doble, ocurrió que mientras recopilábamos y maquetábamos el repertorio me encontré con más de una veintena de canciones en las que cantaba desde perspectivas emocionales muy diferentes, por eso fue fundamental el trabajo de la banda para poder tratar cada canción de forma particular. Ello dio lugar a un repertorio heterogéneo que necesitaba vivir en un disco largo para no cojear como álbum por algún lado.

Siempre intento concebir los discos para que se puedan escuchar, de principio a fin, como en un viaje en el que hay un origen y un destino. Aunque, por supuesto, soy consciente de que luego el oyente es soberano para escuchar las canciones como le dé la real gana.

P.– ‘Nos quieren en soledad / nos tendrán en común’, canta en Desborde. ¿Tiene la música capacidad de aglutinar, de crear una comunión en torno a un sentimiento compartido, ya sean la rebeldía, la indignación…?

R.– Sí, todas las épocas tienen su propia banda sonora porque necesitamos himnos, canciones que nos hagan entrar en comunión y constatar que no estamos solos. La música es una lucha sin tregua contra la soledad.

P.– Una canción como Crímenes cantados es toda una crónica periodística. ¿Puede una canción tener mayor resonancia, amplificar más una historia, que lo que puede tener cualquier informativo?

R.– Los informativos dan asco, siento tener que decirlo tan claro. El caso de Mohamed Bourderbala ha sido archivado hace poco. Un migrante en un CIE denuncia una paliza, protesta porque no le hacen caso, lo encierran en una celda de aislamiento y lo dejan ahí pudrirse hasta que 19 horas después aparece ahorcado. ¿Un moro muerto en un centro estatal? Carpetazo al asunto, aquí nadie es responsable. Cualquier boutade que suelte un desgraciado de Vox tiene más cobertura en un informativo que el caso de Mohamed.

Mientras no haya un solo informativo que tenga la mínima vergüenza de hablar de racismo institucional con todas las letras, por desgracia tendremos que seguir cantando sobre estos crímenes.

P.– ‘La ideología de los vencedores / la conciencia es para el perdedor…’ ¿Alguna vez van de la mano o podrán hacerlo?

R.– Claro, lo que ocurre es que la ideología dominante hoy en día está basada en un individualismo feroz y en lógicas de consumo a las que estamos sujetos aun sin ser conscientes de ello. Nadie niega la importancia de nuestras individualidades, pero precisamente para disfrutar de ellas con libertad se hace necesario crear conciencias colectivas, de clase, feministas, ecologistas, antifascistas... Porque las cosas solo se cambian entablando luchas colectivas.

P.– Cómo es la puesta en escena de este trabajo tan narrativo, cinematográfico hasta el punto de dar pie a un cortometraje.

R.– En este álbum me han acompañado en el arte gráfico y el audiovisual dos enormes artistas sobre todo: Miguel Brieva y Ramón Lluís Bande. Su trabajo estará presente de diferentes maneras en el escenario gracias a la labor de otro grandísimo compañero, nuestro tour manager Martín Muñiz. En realidad son muchos los compañeros y compañeras que estarán presentes en estos tres últimos conciertos de la gira Violética, entre los que no podía faltar el de Valladolid, donde tenemos grandes amigos como la gente del Colectivo Laika.

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