Diario de Valladolid

El vallisoletano que ayudó a derrocar a Hitler

Antonio Camazón protagoniza el último trabajo de Jorge Laplace donde el director saca del olvido a los españoles que desencriptaron mensajes nazis durante la II Guerra Mundial

Un fotograma del documental muestra a una trabajadora con una máquina para desencriptar códigos secretos nazis.-

Un fotograma del documental muestra a una trabajadora con una máquina para desencriptar códigos secretos nazis.-

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Guillermo Sanz

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El último disparo que sonó en la II Guerra Mundial dejó en Europa un paisaje lleno de escombros, pero una luz en el horizonte. El III Reich había caído a manos de los Aliados y el continente se preparaba para celebrar una nueva vida. Los héroes fueron recibidos con honores en sus ciudades, pero no en España, donde estaban condenados a vivir en el exilio o con el yugo del miedo.

El director andaluz Jorge Laplace revive en la pantalla a aquellos españoles que ayudaron a derrocar a Hitler. Héroes anónimos como Antonio Camazón, un vallisoletano que formó parte del Equipo D, un grupo de inteligencia del que formaron parte siete españoles que trabajaron sin descanso para descifrar los códigos nazis. Su historia será estrenada en la Seminci –mañana, a las 19.30 horas en los Broadway–.

«Valladolid era el sitio perfecto para presentar el documental, porque es el sitio que vio nacer al protagonista de esta historia», explica Laplace, que debuta como director en la Seminci, donde ya participó como guionista de sus galas hace dos años.

Laplace vuelve a la ciudad para otorgar a sus protagonistas el reconocimiento que se merecen: «Son héroes anónimos y una de las grandes motivaciones es que dejen de serlo», asegura. «Sus compañeros polacos o ingleses fueron considerados héroes en sus casas, pero los españoles, cuando llegaron a España recibieron el anonimato y el miedo de sufrir represalias», lamenta.

Protagonistas

La información es poder y en una guerra más. Los mensajes que lograron desencriptar los siete españoles, con Antonio Camazón a la cabeza, durante la II Guerra Mundial sirvieron no sólo para que los Aliados ganaran la guerra, también para salvar miles de vidas. El realizador saca así de las bambalinas a los españoles para brindarles un papel protagonista: «Parece que España siempre ha estado ajena a los grandes acontecimientos de Europa y ahora demostramos que no es así», declara.

Aunque su papel fue clave en la II Guerra Mundial, Jorge Laplace ubica el punto de partida de su documental unos años antes, en la Guerra Civil Española. En España se usó por primera vez la máquina enigma y eso permitió al andaluz «tener al protagonista y al antagonista en un escenario que se desconocía». Uno en el que los servicios de espionaje jugaron una partida de ajedrez en la que participó Camazón, que trabajó en los servicios de inteligencia republicanos y que daba clases a los milicianos sobre criptografía.

Una foto en la que aparecía el vallisoletano, que fue reconocido fruto del azar por su sobrino, fue el punto de partida en este camino para dar identidad a los españoles que lograron cambiar el rumbo de Europa. Después de pasar por los campos de internamiento, viajaron a Francia, donde se convirtieron en claves para decidir el futuro del continente.

Equipo D. Los códigos olvidados presentó un gran reto ante los ojos del director de 23 disparos cuando la productora Playmedia le sirvió la propuesta sobre la mesa. Los archivos fueron desclasificados hace apenas dos años y el material audiovisual era casi inexistente. Aún así, el andaluz se enroló en un proyecto express –siete días de rodaje–. «Ha sido un trabajo muy difícil. Al principio tenía mis dudas, porque cuentas una historia que no se grabó, de la que no hay fotos. Cuentas con pocos testimonios y pocas imágenes y ha habido que excavar mucho en los archivos», explica el realizador, que quería hacer de su último trabajo «un documental con emoción».

Así, ha logrado crear una ‘película de espías’ que verá la luz en la Seminci. «Hay otros festivales que son más de cara a la galería, pero Seminci es un festival con mayúsculas».

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