Diario de Valladolid

GRABACIONES RESCATADAS

John Coltrane y Miles Davis, nuevos ecos desde el panteón del jazz

Ven la luz una banda sonora grabada por el cuarteto del saxofonista en 1964 y el disco perdido de 1986 del trompetista, 'Rubberband'

John Coltrane, en la época en que grabó ’Blue world’.-JIM MARSHALL

John Coltrane, en la época en que grabó ’Blue world’.-JIM MARSHALL

Publicado por
ROGER ROCA
Valladolid

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¿Cuántas grabaciones legendarias del jazz quedan por desenterrar? ¿Cuántos discos perdidos? ¿Se trata realmente de tesoros extraviados o son grabaciones menores que quedaron aparcados en el cajón de los descartes? El viernes pasado salió a la venta 'Blue world', que contiene toda la música que el cuarteto del saxofonista John Coltrane grabó en estudio en una tarde de junio de 1964, y que hasta hoy no se había publicado jamás en disco. ¿Es música inédita? No del todo. Algunos fragmentos de esas grabaciones forman parte de la banda sonora de 'Le chat dans le sac' (1964), la primera película del director canadiense Gilles Groulx. Entusiasta de la música del saxofonista que estaba cambiando el curso del jazz, el joven realizador contactó con su ídolo a través de una amiga del contrabajista de Coltrane, Jimmy Garrison, y consiguió algo sin precedentes: 'Le chat dans le sac', una historia de ruptura sentimental, es la única película con banda sonora grabada por John Coltrane.

LA BANDA SONORA EN EL OLVIDO

A pesar de que alcanzó cierta repercusión en el circuito del cine de autor, la película, una producción modesta muy influenciada por la 'nouvelle vague', apenas tuvo distribución fuera de territorios francófonos. Arranca con una toma entera de la célebre balada 'Naima' a cargo del John Coltrane Quartet, pero ni los estudiosos de la obra del saxofonista iban detrás de esa banda sonora: su existencia no era un secreto, más bien un olvido. La grabación, que tuvo lugar en el estudio habitual de Coltrane, no figuraba en los registros de su discográfica, Impulse! 'Le chat dans le sac' fue virtualmente inencontrable durante años, hasta que en el 2010 el Canada National Film Board la puso a disposición del público en internet. Ahora, bajo la dirección del hijo de Coltrane, el también saxofonista Ravi Coltrane, la sesión íntegra de grabación se convierte en disco. No es de extrañar: 'Both directions at once: The lost album', una grabación inédita en estudio de 1963 del John Coltrane Quartet que vio la luz en el 2018, fue recibida como el acontecimiento discográfico del año por el mundo del jazz. Hasta ahora y según su discográfica, 'Both directions at once' ha despachado más de 250.000 copias en todo el mundo. Para las cifras de venta actuales -el disco más vendido en el 2018, la banda sonora de la película 'El gran showman', apenas superó los 3,5 millones de copias-, son números de fábula.

'Blue world' lo forman cinco piezas más tres tomas alternativas que en total dan para media hora larga del John Coltrane Quartet. En su mayoría son versiones inusualmente breves de antiguas composiciones propias que, con la excepción de 'Naima', en 1964 ya no formaban parte de su repertorio habitual. Pocos meses después de grabar esa sesión, el saxofonista y su grupo darían luz en ese mismo estudio a su álbum más trascendente, 'A Love Supreme'. Coltrane estaba ya en otra onda. Y la música de 'Blue World', relajada y cálida, parece un paréntesis en su trayectoria, una mirada afectuosa hacia atrás antes de seguir adelante en su búsqueda.

EL DISCO DE MILES QUE NO FUE

En cambio, 'Rubberband', el disco inédito de Miles Davis que se publicó hace pocas semanas, iba a ser otra cosa. Tenía que ser el álbum que conectaría de nuevo a la leyenda del jazz con "el sonido de la calle". El disco con el que Miles Davis se estrenaría por todo lo alto en su nueva discográfica, Warner Bros, tras dar portazo a su sello de siempre, Columbia Records. Por lo menos, eso era lo que Davis tenía en mente. En 1985 el trompetista contactó con productores y autores de éxito en busca de composiciones para su nueva grabación. Y tras varios giros, el proyecto acabó en manos de Randy Hall, un músico más bien desconocido que había participado en un disco anterior de Davis. Buscó a un coproductor, el músico Zane Gilles, y tras meses de trabajo en el estudio, en enero de 1986 dieron con lo que parecía ser el disco que Davis quería: un álbum que apuntaba en muchas direcciones y al mismo tiempo buscaba sin complejos el hit radiofónico.

 

Miles Davis, en la segunda mitad de la década de 1980 / GETTY IMAGES / JEAN-FRANÇOIS RAULT

 

Pero 'Rubberband' no era lo que se esperaba de él en Warner Bros. O por lo menos, no era lo que el productor Tommy Lipuma, hombre fuerte de la casa, quería para el estreno de su fichaje estrella. Y en un giro sorprendente, Warner Bros mandó al cajón el disco para empezar de cero con un nuevo productor, el bajista Marcus Miller. ¿Le sentó mal a Davis, temido en toda la industria por su temperamento irascible, que le llevaran la contraria? No hay testimonios concluyentes. Pero, en cualquier caso, a los pocos meses Miller le sirvió en bandeja el álbum 'Tutu', celebrado como el último gran logro artístico de su carrera. Y de 'Rubberband', Davis no dejó ni media palabra escrita en su autobiografía. Aunque, eso sí, algunas de las composiciones de ese proyecto fallido pasaron a formar parte de su repertorio en directo.

¿CON PRINCE? 

28 años después de la muerte de Davis, los productores originales de 'Rubberband', han desempolvado las cintas, han rehecho el puzle y le han dado un acabado que quiere ser de hoy. Quienes habían escuchado las grabaciones originales aseguran que el resultado final es fiel al espíritu de ese disco que nunca vio la luz. Pero el reto es complejo: ¿cómo hacer sonar en el 2019 el disco de un Miles Davis que aspiraba a estar al día en 1986? El 'Rubberband' que ha llegado hasta nosotros es una extraña mezcla de estilos y épocas. Teclados que en los años 80 sonaban punteros, 'riffs' cortantes de guitarra, ritmos funk de tacto humano -muy distintos a las frías baterías programadas de 'Tutu'-, estribillos pop y alguna excursión al lado más oscuro de Davis, pero también desconcertantes viajes al Caribe y a la radiofórmula más melosa. Las cantantes Ledisi, Lalah Hathaway, Medina Johnson y el propio Randy Hall, todos nombres de perfil bajo, ponen sus voces en lugar de Al Jarreau y Chaka Khan, pesos pesados en la escena pop de los 80, que iban a colaborar en la grabación original.

'Rubberband' no entrará en el cánon de sus obras mayores. Por lo menos responde algunas preguntas sobre el Miles de esa época, aunque la gran incógnita sobre Davis en los 80 sigue sin aclararse por completo: más allá de un concierto privado en 1988 del que circula una grabación en vídeo, ¿llegaron Prince y Miles Davis a hacer música juntos? ¿La escucharemos alguna vez? ¿O es mejor que sigamos imaginándola?

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