Diario de Valladolid

Campelo invoca ausencias y extravíos en ‘albatros’

«Escribir me ayuda a entender la vida, la pérdida de lo que éramos, el cambio continuo», advierte

Campelo posa en la sede de su distribuidora La Sombra de Caín.-M. A. SANTOS

Campelo posa en la sede de su distribuidora La Sombra de Caín.-M. A. SANTOS

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

Creado:

Actualizado:

El editor vallisoletano Javier Campelo Bermejo, responsable de la Editorial Páramo, celebra estos días un doble estreno: Albatros, el nuevo poemario que acaba de lanzar en la colección Ultramar, que codirige junto al sello peruano Gato Viejo, es su debut como poeta.

Dicen algunas leyendas que los albatros encarnan las almas de los ahogados, y los versos de Campelo, simbólicos, cargados de potentes y ambiguas imágenes, íntimos y rabiosos, convocan a los ausentes y lo perdido al tiempo que advierten de los naufragios de unas vidas frustrantes y carentes de sentido, en unos tiempos a menudo despiadados.

Sin saberlo, este Albatros esbozó su vuelo hace más de tres lustros. «Mi vínculo con el mundo de la edición viene de la escritura, que siempre ha estado presente a lo largo de mi vida. A los 25 años, cuando me convierto en editor, ya tenía cosas escritas, en su mayoría desechadas: cuentos, relatos... Cuando fundo Páramo es cuando se hace más estrecha mi relación con la poesía, cuando empiezo a valorar más a los autores de hoy y cuando empiezo a dar forma a lo que tenía ya escrito; ellos me han influido con su forma de trabajar, con su gusto por ir creando un poemario al que van dotando de identidad, de redondez, de perfección, haciéndome partícipe a mí como editor. Eso me animó a cerrar Albatros», explica Campelo.

Filólogo de formación, el vate reconoce su pasión por establecer un «juego provocado» con el lector y consigo mismo: «El poeta propone un puzzle para ser ordenado, para ser descifrado. Las imágenes que me asaltan a la hora de escribir me permiten desentrañar la realidad y hablar de ello», subraya en relación a sus sugerentes versos.

Albatros se abre con un poema, Anís, que es lamento por un tiempo perdido, por un desvanecimiento físico y emocional. Esa nostalgia tiñe buena parte del libro. «Esa sensación, que incluso tiene que ver con los primeros miedos de la infancia, me acompaña siempre y me provoca la necesidad de escribir, porque me ayuda a entender la vida, el paso del tiempo, la pérdida de lo que éramos, el cambio continuo», reflexiona Campelo.

La conciencia de lo finito da sentido a la existencia y se manifiesta en poemas como Pompeya, donde «un hombre y un perro / duermen juntos abrazados, asfixiados, / abrazados / ya para siempre, sin prioridades. / Sin que nadie razone su importancia, / su trabajo, su vida. / Son, solamente, / dos piedras iguales». «Nuestra vida no es más que un período muy limitado de tiempo, y sin embargo nos entretenemos con un marasmo de cosas que no nos dejan ver lo que realmente importa», reflexiona el vate.

Hay en Albatros también una voz fatalista en los versos de Como un mantra, Primavera sobre tumbas o Última hora, resignada ante la deriva de unos tiempos indolentes. «Al final tiene que ver, desde otro ángulo, con esa forma de entender la existencia: en estos tiempos injustos sólo parece importar el deseo de imponerse o aniquilarse, no los muertos... no la vida», matiza el responsable de Páramo.

Y Campelo, caminante habitual por las sendas de Valoria la Buena, reivindica en su poemario lo natural, lo primitivo e indomesticable, hasta en la vida más frágil que nos rodea. «En los parajes de Tierra de Campos uno puede perderse y olvidar la noción de lo que es hasta, quizá, vislumbrar la esencia. Por eso aparece en el libro Cernunnos, el dios celta, como nexo con los antiguos, que quizá entendieron mejor lo que era la vida y el territorio, sin tantos ánimos de pervivencia, de revestirse con lo superfluo», sentencia.

«Todos los días un mundo se posa en mi mano, / y se desvanece, / lentamente, / al ir a abrazarlo», lamenta el autor en Todos los días acaba un mundo. Su voz poética, sin embargo, parece dispuesta a permanecer.

tracking