Diario de Valladolid

Dos libros ‘sacan del olvido’ al Esgueva y al sanatorio del Doctor Quemada

-E. PRESS

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Redacción de Valladolid
Valladolid

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Valladolid históricamente se ha asociado con el Pisuerga y ha dejado de lado el otro río que atravesaba la ciudad: el Esgueva o la Esgueva. Una investigación conjunta del ingeniero de Caminos José Ignacio Díaz Caneja y el equipo arqueológico de Strato, liderado por Jesús Misiego, bajo el título Valladolid y el río Esgueva, una historia de encuentros y desencuentros recupera la memoria sobre su importancia histórica.

El libro, editado por el servicio de Publicaciones del Ayuntamiento dentro de su serie amarilla, se presentó ayer en el marco de la Feria del Libro en un acto en el que los autores ofrecieron una aproximación a esa trascendencia, tanto en los aspectos positivos como de los negativos. «El Esgueva permitía a la ciudad disponer de agua a través de pozos a poca profundidad, lo que favoreció la instalación de molinos y aceñas, además de potenciar el riego. Pero en el apartado de los desencuentros está que se convirtió en el recogedero de todas las aguas fecales y las basuras», recordó Díaz Caneja quien en su investigación ha recogido innumerables crónicas que hablan de su mal olor.

Además de la capacidad de conseguir agua, su cauce también se utilizó como foso defensivo, especialmente el ramal norte. La obra es fruto de tres años de trabajos e investigaciones y la consulta de más de 300 expedientes del Archivo Municipal, por parte de José Ignacio Díaz Caneja. «El tema del Esgueva me llamaba la atención. Me puse a investigar, a consultar expedientes en el Archivo Municipal y me puse a escribir. Sin ninguna intención. Entonces me enteré que el ayuntamiento había encargado un trabajo arqueológico sobre los restos que quedan del Esgueva y ofrecí mi trabajo», recordó el ingeniero. «Hemos intentado hacer una conjunción de los trabajos de ambos, tras un exhaustivo trabajo de campo en el que hemos podido acceder a todo los solares con posible restos de los cauces», añadió el arqueólogo Jesús Misiego.

Respecto a la peculiaradad de referirse al río en femenino como La Esgueva, Díaz Caneja lo desliga de cuestiones históricas pues las referencias bibliográficas más comunes eran en masculino y lo vincula a una costumbre moderna. «En los libros históricos se hace más referencia al masculino, pero hoy se tiene a gala utilizar el femenino. En todo caso, Esgueva puede ser un nombre común como sinónimo de río que se bifurca y alcantarilla. Se pueden utilizar ambos términos. Son apelativos narrativos», aclaró.

El trabajo recopilado en este libro servirá para diseñar una futura ruta turística que permita visitar el subsuelo y los antiguos cauces del río Esgueva.

Sanatorio Quemada

Por su parte, el cronista de Valladolid, José Delfín Val, y la concejala de Cultura, Ana Redondo, acompañado a José de Castro Lorenzo en la presentación de El Sanatorio del Doctor Quemada. Orígenes de la cirugía digestiva en Valladolid (1943-1981), una obra también editada por el Servicio Municipal de Publicaciones del Ayuntamiento de Valladolid, que repasa la historia del sanatorio ubicado en la calle Aurora, «una verdadera escuela» para muchos de los especialistas que pasaron por sus instalaciones.

«Recoge la historia del sanatorio Quemada que durante cuatro décadas fue una auténtica institución en Valladolid», relató el doctor De Castro Lorenzo, quien prestó servicio en el centro durante veinte años. «Me dolía que los doctores Quemada, tanto el padre como el hijo hayan pasado desapercibidos para gran parte de la población», enfatizó.

El libro incorpora el recuerdo de decenas de especialistas que pasaron por el sanatorio. «Fue la primera madre de la ciencia que muchos tuvimos. No había plazas de hospital, no existía el MIR y los especialistas que queríamos formarnos, lo teníamos que hacer con nuestros recursos y amistades», recordó.

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