Diario de Valladolid

Diez piezas del MNE ‘Invitadas’ en el Thyssen

«Dos lenguajes, el de la escultura y la pintura, que chocan entre sí, pero que a la vez dialogan», dice Bolaños

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Redacción de Valladolid
Valladolid

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El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza acoge desde ayer y hasta el próximo 16 de junio la exposición Realidad y devoción en la que diez obras del Museo Nacional de Escultura entablan un «diálogo» con otras tantas pinturas de la exposición permanente con las que coinciden temporalmente y en temática. Se trata de acercarse con una nueva perspectiva a obras ya conocidas que reciben ahora un enfoque diferente. Así, por ejemplo, una escultura de un Demonio de autor anónimo del siglo XVIII se enfrenta a otro del taller de Rubens, en concreto a la pintura San Miguel expulsando a Lucifer y los ángeles rebeldes.

Según explicó durante la inauguración el director artístico del Museo Thyssen, Guillermo Solana, «para entender la pintura que va del Renacimiento al siglo XVIII es esencial comparar su desarrollo con el de la escultura». Existe, afirmó, «un torneo retórico», una lucha entre ambas disciplinas. De hecho, argumentó al respecto, durante el Renacimiento y de forma más clara en Italia hubo «artistas que tomaron partido claramente por la pintura», como el caso de Leonardo da Vinci, y otros que se posicionaron a favor de la escultura, entre ellos Miguel Ángel. «Este tipo de montajes permiten renovar la manera en la que el público se acerca a las obras maestras». De este modo, se puede apreciar otra de las esculturas que ha viajado desde Valladolid, como la Sagrada Familia con San Juanito, atribuida a Gabriel Joly, en «diálogo» con el óleo de Domenico Beccafumi La Virgen y el Niño con San Juanito y San Jerónimo, de esa misma época, informa Ical.

Según destacó la la directora del Museo Nacional de Escultura, María Bolaños, se trata de «dos lenguajes que chocan entre sí», el de la pintura y el de la escultura, que sin embargo «están hablando entre sí». «¿Cómo se puede mirar a dos demonios diferentes?, ¿Cómo se ve a Carlos V ante un doble?», se pregunta Bolaños antes de afirmar que la exposición supone un «descubrimiento» de piezas ya conocidas «vistas ante una luz nueva» y una «manera nueva de reencontrarnos con el pasado». Bolaños invita a «dejarse llevar, desaprender nuestras ideas preconcebidas sobre estos dos artes y disfrutar».

Así, detacó esta «original iniciativa» de los dos museos en la que «no necesariamente se han buscado obras maestras, sino obras muy certeras en el diálogo que establecen con las pinturas que aquí se exponen». Es el caso de una talla de San Marcos (1501-1525), atribuida a Felipe Bigarny, que se enfrenta a una pintura dedicada al mismo santo del alemán Gabriel Mälesskircher. Se trata de una pieza en madera policromada en la que el santo aparece sentado en un atril, acompañado del león y concentrado en la redacción de las Sagradas Escrituras. A juicio de Bolaños, la exposición es un «ejemplo de buenas prácticas» de lo que debe ser la colaboración entre museos que deben «compartir iniciativas y esfuerzos».

En esa misma línea se pronunció la directora del proyecto y jefa del área de pintura antigua del Thyssen, Mar Borobia. «La idea de la exposición es dinamizar la colección permanente con nuevas obras que nos remitan a nuevas lecturas y sean puntos de reflexión para los visitantes. Hay grandes nombre como Juan de Juni, Alonso Cano o Gabriel Joly, pero también hay obras anónimas», explicó antes de añadir que «todas tienen muchísima conexión con las pinturas que tenemos en el Thyssen».

Entre las obras que han viajado figuran también una talla anónima en madera policromada de San Adrián, otra de Santa Catalina de Alejandría del círculo de Aniello Perrone, una más de Santa Ana, la Virgen y el Niño de un artista vinculado de la ciudad de Limburgo, un busto anónimo en piedra caliza del Emperador Carlos V, un Niño Jesús atribuido a Alonso Cano, la Cabeza de un Apóstol de Pedro Roldán, La Virgen y el Niño con Santa Rosa de Viterbo y San Antonio de Padua, de Juan de Juni.

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