Diario de Valladolid

ESTRENOS DE CINE DE LA SEMANA

El largo adiós de Rocky Balboa

Sylvester Stallone, tenaz como el propiopúgil al que interpretó, ha pasado la antorcha a una nueva generación en las dos entregas de 'Creed'

Michael B. Jordan y Sylvester Stallone, en Creed II: La leyenda de Rocky-EL PERIÓDICO

Michael B. Jordan y Sylvester Stallone, en Creed II: La leyenda de Rocky-EL PERIÓDICO

Publicado por
Nando Salvà

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Sylvester Stallone anunció hace un par de meses en Instagram que las escenas de Rocky Balboa en 'Creed II' serán la última aparición del personaje en la pantalla grande. Sus palabras, es cierto, no acaban de ser de fiar; en su día dimos por hecho que 'Rocky V' (1990) significaba el adiós del boxeador, por las malas críticas y la mediocre taquilla obtenidas por esa película; y después asumimos que 'Rocky Balboa' (2006) sí que, de verdad, era la última entrega de la saga porque, ¿cómo no iba a serlo?

En todo caso, es lógico que Stallone quiera usar la nueva película para pasar la antorcha a una nueva generación, y que con ese fin la trate como algo parecido a un 'remake' de casi cada una de las secuelas de 'Rocky' (1976). No hay espacio aquí para citar todas las referencias que 'Creed II' contiene a sus predecesoras; baste decir que, como 'Rocky IV' (1985), enfrenta al héroe titular contra una bestia rusa; que, igual que 'Rocky III' (1982), retrata a un campeón excesivamente confiado que resulta no estar preparado para enfrenarse a un púgil más grande y furioso que él; que, como 'Rocky II' (1979), presta atención al matrimonio y la paternidad de su protagonista; y que, justo como 'Rocky V', nos muestra al otrora campeón emulando al que fuera su entrenador -Micky (Burgess Meredith), en las tres primeras entregas-  y preparando a un joven que no siempre se deja preparar.

En el proceso, por su condición de compendio, 'Creed II' nos recuerda el lugar de privilegio que Balboa se ha ganado en la cultura popular como arquetipo de tenacidad y fe en uno mismo y como fábrica de memes -“¡Adriaaaann!”-, desde el que ha influenciado un gran número de películas deportivas, como 'El mejor' (1984) o 'Seabiscuit' (2003), y hasta dramas políticos como 'El discurso del rey' (2012). Y eso pese a representar una de las sagas más maleables de Hollywood.

EL 'UNIVERSO ROCKY'

A lo largo de su historia, en efecto, el 'universo Rocky' ha sido cine 'indie', y una pieza esencial para entender la obsesión de Hollywood por las secuelas, y una historia de amor y una metáfora política; ha sido un retrato de Mike Tyson antes de que Mike Tyson existiera. Y ha sido hasta cine de superhéroes, cuando el boxeador acabó el solo con la guerra fría gracias a un discurso que hizo jalear a Gorbachov.

Y en el camino, eso sí, Balboa ha ido cambiando pero siempre ha sido él mismo. Quizá sea el único héroe de la historia de Hollywood que ha seguido al frente incluso después de envejecer y marchitarse. En cuanto el actor que encarna a 007 empieza a perder velocidad, es rápidamente reemplazado como si de un Aston Martin con demasiados kilómetros se tratara. Rocky no; a él lo hemos visto ser sucesivamente un boxeador con cintura de panadero, un campeón hecho de puro músculo, un perdedor arruinado, el humilde dueño de un restaurante y un anciano que contempla la muerte. Por bizarra que la analogía suene, pues, 'Rocky' es lo más parecido a la saga de Antoine Doinel que el cine americano ha producido. Pero si el héroe romántico de François Truffaut se definía por sus relaciones con las mujeres, Balboa ha permanecido poniéndose a prueba sobre el ring, preguntándose si era suficientemente bueno o si debía retirarse.

En cualquier caso, estas películas hablan tanto de Stallone como del púgil; su vida, en efecto, funciona como reflejo de la del personaje: a lo largo de los últimos 42 años, ambos surgieron de la nada, lidiar con el éxito repentino y aceptar su condición de meros 'enternainers'; ya maduros, los dos tuvieron que demostrar que seguían siendo relevantes; y en las dos últimas películas, mientras Rocky guía a su sucesor, Stallone pone en manos de otros la saga a la que se lo debe todo.

Cuando 'Creed' (2015) empezó a producirse en 2013, el proyecto pareció ser el intento desesperado de ganar unos últimos dólares a costa de una serie moribunda. Sin embargo, no solo resultó ser la mejor entrega de Rocky desde la película original; supuso una legitimación en toda regla para todos esos fans a quienes la piel se les pone de gallina cada vez que ven a Apollo y a Rocky abrazándose en la playa, o que reproducen 'Gonna fly now' en Spotify -en modo bucle- cuando necesitan un chute de energía o que, justo después de subir unas escaleras corriendo, siempre levantan los puños en alto mientras dan saltitos. Gracias a Creed, en otras palabras, las películas de 'dejaron' de ser placeres culpables. Ahora, completado el obligado homenaje de despedida que 'Creed II' representa, ¿seguirá la saga esa nueva senda? Creed III tendrá la respuesta.

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