Diario de Valladolid

Jimeno Valdés, memoria de la Transición en Psquiatría

Julio Martínez destaca la habilidad del «humanista» para relatar «cómo se construye un médico»

Portada del libro de memorias de Jimeno Valdés.-EL MUNDO

Portada del libro de memorias de Jimeno Valdés.-EL MUNDO

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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La madurez de una sociedad bien se puede medir por la forma en que trata a sus miembros más débiles, a los más desfavorecidos. España, en comparación con otros países de Europa, tardó en revisar su trato a las personas con enfermedad mental. Lo hizo a mediados de los años ochenta, con la Ley General de Sanidad, que supuso a la postre el cierre de los manicomios como centros de internamiento. La transición no fue fácil ni estuvo exenta de tensiones.

De ello da buena cuenta la última publicación de la editorial vallisoletana Fuente de la Fama. Se trata de La psiquiatría que yo he vivido (1955-1978), que recoge parte de las memorias de quien fuera jefe de la Unidad de Hospitalización del Hospital Clínico Universitario y profesor titular de Psiquiatría de la Universidad de Valladolid, el segoviano Agustín Jimeno Valdés.

«Son las memorias de un hombre de una extraordinaria formación, de un humanista. Hay algo que se aprecia muy bien en sus páginas: la forma en que se va construyendo un médico que, como ocurre con los abogados o con los periodistas, necesita de un mentor para ir aprendiendo el oficio, y de las vivencias propias, de la experiencia», advierte Julio Martínez, responsable de la editorial.

Y el ya desaparecido Jimeno Valdés tuvo desde muy pronto de quién aprender, pues fue hijo de un psiquiatra que ejercía en ‘El Quitapenas’ de Segovia. Se formó en las aulas de la Facultad de Medicina de Valladolid, realizó el doctorado en Madrid, ejerció como interno en Santander y durante más de un lustro trabajó en Munich, Giessen y Heiligenhafen enriqueciendo su mirada antes de regresar a España para recalar en el centro de Conxo, en Santiago de Compostela, donde, previo paso por Pamplona, llegó a ser director médico.

Aquella experiencia en Galicia le marcó. Fue, como reconoció Jimeno Valdés, su Troya.

«El de Conxo era un hospital a la vieja usanza que aún hoy está de actualidad, porque no ha llevado a cabo la reforma del 86, no hizo su propia Transición», subraya Martínez. Cuando Jimeno Valdés llegó allí, explica el editor, el centro inaugurado a finales del siglo XIX en un antiguo convento llevaba a la práctica medidas de «extrema dureza». «Había hacinamiento, duchas de agua helada, golpes con gomas de butano... Y él se posicionó del lado de quienes defendían un trato digno, llevando la locura al terreno de la salud mental. La oposición que encontró se lo llevó por delante», advierte Julio Martínez.

Dolor

En el patronato del manicomio compostelano figuraban notables de la burguesía gallega. «Fue una batalla dura con la propia sociedad de Santiago, que no quería ver a los locos andando por la calle. En esa pelea entraron en juego los intereses de unos y otros, de gente que sólo quería ganar poder. Cuando las cosas van mal, los primeros que se quedan dejados de la mano de dios son los locos», subraya el responsable de Fuente de la Fama.

Aquellas vivencias dejaron «dolor» en el médico segoviano, que acabó regresando a Valladolid, donde tuvo que emprender otras batallas. Esos nuevos conflictos quedaron fuera de las páginas de este libro de memorias, que el doctor comenzó a escribir en los años 90 y culminó ya en su jubilación, en 2005. Sus hijas, una de ellas psiquiatra, supieron de su existencia en las navidades de 2007, cuando recibieron los escritos encuadernados de manos de su padre.

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