Diario de Valladolid

Mujeres gitanas, todas a una

Siete mujeres del poblado sevillano de El Vacie presentan este sábado una versión del clásico de Lope de Vega bajo la dirección de Pepa Gamboa, tras triunfar con ‘La casa de Bernarda Alba’

-

-

Publicado por
Ana de la Fuente

Creado:

Actualizado:

Se han convertido en las heroínas de El Vacie, el poblado de chabolas de Sevilla más antiguo y grande de Europa. Son Rocío, Lole, Carina, Sandra, Ana, Sonia Joana yPuny.Siete mujeres de etnia gitana que hace ocho años se atrevieron a meterse en la piel de las mujeres de Lorca de la Casa de Bernarda Alba tras asistir a unos talleres de teatro impulsados por el TNT(Centro Internacional de Investigación Teatral).

Su estreno como actrices supuso todo un acontecimiento teatral y social y recibieron numerosos reconocimientos. Ahora vuelven a embarcarse en otra aventura:Fuente Ovejuna. De nuevo, a las órdenes de Pepa Gamboa, quien también las dirigió en su primer trabajo. Ella y el director del TNT, Ricardo Iniesta, las inocularon el veneno del teatro. Este sábado vuelven a alzar sus voces para que sean escuchadas en la sala Concha Velasco del LAVA. Pondrán en escena Fuente Ovejuna, un clásico de Lope de Vega que habla de las injusticias y los abusos de poder en una versión del dramaturgoAntonio Álamo.

Ricardo Iniesta y Pepa Gamboa coinciden en señalar la «valentía» de estas mujeres al desafiar las leyes y las costumbres de su etnia. «Fueron capaces de salir de la chabola y dejar a sus maridos al frente de la intendencia familiar para ir a los ensayos, algo impensable en la etnia gitana. Pelearon muy duro ya que tenían que pedir permiso a sus maridos. Al principio, incluso, no las dejaban ir solas a los ensayos».

La experiencia teatral ha sido transformadora para ellas, pero también para sus familias y su comunidad. Ellas han demostrado que no es necesario ser un maestro en las artes escénicas para trasmitir verdad y emocionar. «Sus conquistas son un referente para otras mujeres de su etnia», apunta Iniesta. Y es que cuando comenzaron los talleres, nadie en El Vacie conocía qué era el teatro, solo veían algunos programas de televisión. «Cuando les invitamos un día al teatro, dijeron que ellas ‘querían hacer eso’».

Así comenzó todo. Una ardua tarea que no fue fácil para nadie. La mayoría no sabían ni leer ni escribir por lo que necesitaron la ayuda de sus hijas o familiares para memorizar los textos, «pero su empeño y su ilusión podía con todos los impedimentos. Con todos sus ‘defectos’, se pueden visitar las emociones, que es lo realmente importante», celebra Gamboa.

Todas siguen viviendo en el poblado de El Vacie. Allí no hay alcantarillado, ni agua caliente, ni asfaltado pero el teatro ha cambiado sus vidas por no hablar de las conquistas sociales. «Son las heroínas de El Vacie. Las conocen, las paran para saludarlas, incluso ahora ya pueden ir a los centros comerciales donde antes les vetaban la entrada».

Gamboa recuerda cómo La casa de Bernarda Alba ya fue todo un acontecimiento. Ahora, ocho años después se embarcan en un segundo montaje:Fuente Ovejuna.

La elección de este clásico no ha sido casual. Es una obra universal y coral que refleja el sentido de honor y honra que ellas tienen tan arraigado en una vida muy complicada siempre a la sombra del hombre. «Es una obra que defiende el ‘todos a una’ contra la tiranía y hay muchas clases de tiranía», puntualiza Iniesta.

Pepa Gamboa juega mucho con las emociones. Todas han logrado conquistar espacios de libertad en su comunidad y ahora interpretan el sentir de un pueblo que se levanta contra la opresión del Comendador. «Mi intención no es montar una Fuente Ovejuna para denunciar la condición de exclusión social que vive El Vacie pero la misma presencia de las actrices en escena da cuenta de ello».

Recuerda Gamboa que estas mujeres son gitanas de ascendencia portuguesa por lo que no tienen el flamenco como herramienta cultural como ocurre como las andaluzas pero con su «autenticidad» han demostrado que el arte «no es patrimonio de nadie y que cuando hay vida, hay teatro».

Además, insiste en que no se trata de un proyecto social. «Yo no soy una trabajadora social sino una directora de teatro y lo que trato es sacar lo mejor de ellas sobre las tablas como hago con todos los actores potenciando las particularidad de cada una de ellas. Quiero que se sientan satisfechas con lo que están haciendo».

Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Han tenido que superar muchos obstáculos, muchos prejuicios y momentos difíciles. Como cuando murió el cuñado de Rocío pocas horas antes de presentar la obra en Madrid. Y es que el luto es sagrado para ellas. No pueden ni ver la tele, ni salir de casa. «Rocío tuvo que pedir permiso a su marido para quitarse el luto. Él se lo dio pero fue muy duro para ella».

Ambos hablan de estas mujeres con orgullo. «Son mujeres que siguen llevando todo el peso de sus familias y que con su esfuerzo y tesón han conseguido romper muchas barreras. Ellas siempre dicen que después de hacer teatro se sienten personas. Gracias a ellas el poblado ahora se ve de otra manera», dice Gamboa.

tracking