Diario de Valladolid

EXPOSICIÓN EN VILLENA ‘TESOROS ELÉCTRICOS’

La belleza de lo pequeño

El MNE inaugura el día 1 una exposición que reúne 84 piezas de orfebrería romana fabricadas en plena euforia de la segunda revolución industrial y que reproducen tesoros enterrados hace dos milenios

La directora del Museo de Escultura, María Bolaños, exhibe algunas de las piezas.-

La directora del Museo de Escultura, María Bolaños, exhibe algunas de las piezas.-

Publicado por
Ana de la Fuente

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El siglo diecinueve fue un siglo ávido de belleza y elegancia pero huérfano de ideas propias. Por eso, fue proclive a refugiarse en el pasado. Ahora, el Museo de Escultura lo plasma en una exposición que, bajo el título Tesoros eléctricos, abrirá sus puertas este viernes en el Palacio de Villena.

La muestra reúne ochenta y cuatro piezas procedentes de la colección nacional de reproducciones artísticas pertenecientes al MNE. Todas ellas ven ahora por primera vez la luz y ponen en evidencia un gran virtuosismo técnico. Reproducen fielmente objetos encontrados en las excavaciones de Pompeya y Herculano, en el yacimiento alemán de Hildesheim -y que según las investigaciones pertenecieron a un general romano que intervino en la conquista del norte de Europa- y en un tesoro hallado en el templo del Dios Mercurio de Bernay, en la Normandía francesa.

Tesoros eléctricos reproduce todos esos pequeños tesoros, incluso, ofrece la posibilidad de disfrutar y conocer algunas piezas, como una Crátera del tesoro de Hildesheim, que se perdió durante la Segunda Guerra Mundial. Además, lo hará con una singularidad: todas las piezas fueron fabricadas entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX con una innovadora técnica, la galvanoplastia, que empleaba uno de los grandes descubrimientos: la electricidad. Para ilustrar este proceso, una de las salas exhibe un generador procedente del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. También el Museo del Prado ha cedido para esta ocasión un cuadro que ilustra las artes del ornamento.

Y es que Tesoros eléctricos, señala María Bolaños, directora del Museo de Escultura, «no ha querido limitarse a la simple y desnuda reunión de un conjunto de delicados facsímiles clásicos, asociándolos a aquel pasado al que imitan pero al que nunca pertenecieron». Por ello, es «más atractivo» considerarlos como objetos nacidos en plena euforia de la segunda revolución industrial. «Una época de muchos avances que permitió recuperar y difundir piezas muy exquisitas de muy difícil acceso hasta entonces».

Muchos de los trabajos que ahora se presentan tenían un valor funcional, pero también ornamental. «Son piezas espléndidas por su impresionante virtuosismo técnico, su detallismo, la gracia de sus proporciones y su rica ornamentación», celebra Bolaños.

Así, la exposición reúne desde azucareros y saleros decorados con hojas de hiedra o una huevera, hasta aceiteras, salseras o copas de agua y vino ornamentadas con máscaras, centauros o diversos elementos relacionados con el Dios Baco. Tampoco faltan recipientes para perfumes, objetos de precisión como las romanas, utensilios empleados en ceremonias o ritos religiosos o piezas del mobiliario como lamparillas de aceite, palmatorias o pequeñas mesitas. Objetos que evocan un mundo de opulencia, mitos clásicos y placeres refinados.

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