Diario de Valladolid

EXPOSICIÓN HASTA EL 7 DE ENERO

Miró planta su ‘Jardín de las Maravillas’ en Pasión

La sala de exposiciones de La Pasión reúne medio centenar de sus dibujos, litografías y aguafuertes

Una mujer fotografía una de las obras de la exposición ‘Miró. El Jardín de las Maravillas’, en la sala Pasión.-LETICIA PÉREZ/ICAL

Una mujer fotografía una de las obras de la exposición ‘Miró. El Jardín de las Maravillas’, en la sala Pasión.-LETICIA PÉREZ/ICAL

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Ana de la Fuente

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El pintor del cielo, de las estrellas y de las constelaciones también cultivó la escultura, el collage, la cerámica, el grabado y hasta la ilustración. Su producción gráfica, quizá la faceta más desconocida de Joan Miró, de quien en 2018 se cumplirán 125 años de su nacimiento, puede contemplarse en la sala de La Pasión hasta el próximo 7 de enero.

Bajo el título El jardín de las maravillas, la exposición revela la concepción que el maestro del surrealismo tenía de la obra gráfica como lugar propicio para desarrollar su creatividad.

La sala reúne medio centenar de obras pertenecientes a la colección Guido Guastalla. Una recopilación de algunos de sus grabados más importantes que traza un recorrido cronológico por tres décadas. Así, arranca en el año 1953 con una litografía que realizó con ocasión del centenario de la editorial francesa Mourlot hasta obras que datan de 1981.

Trabajos de increíble poder cromático y riqueza inventiva en los que el artista funde signos y símbolos. Círculos, líneas o arabescos con los que da rienda suelta a sus pulsiones. Obras donde su visión poética cobra un gran protagonismo y que reflejan su pensamiento. «Trato de aplicar colores como palabras que forman poemas, como notas que forman música», decía Miró sobre sus obras.

Aguafuertes, ilustraciones o aguantintas. La sala exhibe también unas litografías en blanco y negro que Miró creó como homenaje al arquitecto Sert. Expresiones gráficas que, en ningún caso, pueden considerarse un mero estudio preliminar o complementario de su pintura. Y es que trabajar sobre el papel le permitía plasmar de una forma más directa todo lo que su mente imaginaba.

El jardín de las maravillas, señalaba ayer Tomás Paredes, comisario de la exposición, «demuestra la importancia que tuvo la obra gráfica en la trayectoria artística de este genio universal, muy atractivo para un imaginario y muy enigmático para otros» y que siempre dejó claro que el grabado era para él «una forma de expresión mayor».

Aunque nunca quiso pertenecer a la vanguardia surrealista, su nombre ha quedado ligado a este movimiento, destacó Paredes. «Hablar de surrealismo es hablar de Miró». Incluso el escritor francés André Breton dijo que «el surrealismo le debe la más bella pluma de su sombrero».

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