Diario de Valladolid

«Es duro despojarme de mis ‘hijos de papel’ pero lo que está por llegar actúa como bálsamo»

César Pérez Gellida publica ‘Konets’, colofón de sus trilogías y de ‘Khimera’ con una trama que gira en torno a Olek, el hijo que Augusto Ledesma concibió durante su sangriento periplo por Europa

César Pérez Gellida.-J.M. LOSTAU

César Pérez Gellida.-J.M. LOSTAU

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Ana de la Fuente

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Ocho meses después de que su novela A grandes males viera la luz, el escritor vallisoletano César Pérez Gellida regresa con Konets, su octavo «hijo de papel y tinta» y colofón final de sus trilogías Versos, canciones y trocitos de carne; Refranes, canciones y rastros de sangre y de la futurista Khimera.

Pregunta.- Anuncia en sus redes sociales que el 9 de noviembre «lo sabremos todo». ¿Qué vamos a saber? ¿Con qué va a sorprender esta vez al lector?

Respuesta.- Es una novela que desde el punto de vista argumental podría considerarse una precuela y secuela de Khimera, y ambas juntas funcionan como engranaje que unen a las dos trilogías. Desde el punto de vista individual podría considerarse una tetralogía en un solo volumen ya que cada uno de los cuatro movimientos es conclusivo pero cuenta al mismo tiempo con una línea argumental que da coherencia a toda la novela. La trama gira en torno a Olek, un personaje secundario en Khimera pero que es nada más y nada menos que el hijo que concibió Augusto Ledesma durante su sangriento periplo por Europa.

P.- Siempre cuida mucho los títulos de sus libros ¿Por qué Konets?

R.- Es un término ruso que significa ‘fin’. Ya lo menciono en Khimera, es una frase que le decía Carapocha a Erika: «El final nunca llega hasta que se escribe ‘konets’». Pues bien, ese final, el de la historia que un día empezó con Memento mori ha llegado.

P.- ¿Y cómo o cuándo descubre que ha llegado ese momento?

R.- Tras ocho novelas, cinco años de trabajo y casi un millón de palabras escritas, alguna de ellas tenía que poner fin.

P.- ¿Cree que los gedillistas se lo van a perdonar?

R.- Espero que las siguientes novelas ocupen ese vacío aunque he de decir que no descarto escribir en un futuro más historias protagonizadas por alguno de los personajes que logre escapar de mis garras con vida.

P.- ¿Y usted... cómo lo va a llevar?

R.- Ese duelo ya lo pasé. Ahora estoy inmerso en otro proyecto que me ha hecho olvidarme de Sancho, de Erika, de Ólafur… Es duro despojarse de los personajes que has interpretado durante tantas y tantas horas, pero el tiempo y, sobre todo, la ilusión de lo que está por llegar funciona como bálsamo.

P.- Imagino que cerrar el círculo con tantos personajes y tantas historias entretejidas habrá sido bastante complicado…

R.- Diría que ha sido la novela más compleja por la cantidad de hilos que tenía que dejar cerrados y que condicionaban la libertad con la que suelo afrontar cada proyecto. Como añadidura, necesitaba crear un protagonista muy fuerte en torno al cual girara toda la trama y que este generara las emociones que necesitaba transmitir al lector. Así es Olek, un personaje poliédrico lleno de aristas e imperfecciones con el que espero logren empatizar los lectores, ya sea por amor o por odio.

P.- ¿Y en qué consiste ese proyecto del que habla?

R.- Contrariamente a lo que suelo hacer, no voy a adelantar nada de lo nuevo que vendrá hasta pocos meses antes de su publicación prevista para noviembre de 2018. Solo que estoy prácticamente convencido de que estará a la altura de las expectativas de la mayor parte de los gellidistas.

P.- ¿Las excelentes críticas recibidas como autor de novela negra pueden ser un obstáculo para dedicarse a otro tipo de géneros? ¿Se plantea tocar otros palos?

R.- En realidad soy más un escritor de thrillers que de novela negra ya que la estructura de mis novelas, más allá de que sean más o menos negras, siempre se ajusta a los cánones que establece el thriller. Así y todo, las etiquetas no me coartan, más bien al contrario, me motivan a trabajar en proyectos que los lectores no esperan como fue en su día Khimera, para muchos, mi mejor novela hasta la fecha.

P.- Sus novelas se caracterizan por sus continuos cambios de escenarios con localizaciones perfectamente recreadas y por una exhaustiva labor de documentación para poder abordar desde secuestros, extorsiones o asesinatos hasta la masonería argentina, vudús o guerras cibernéticas. En Konets incluso se atreve con la Física Teórica... ¿No teme que los lectores puedan encontrar dificultades para seguir la trama?

R.- Siempre que se aborda un proyecto que requiere documentación específica se corre el riesgo de equivocarse tanto por defecto como por exceso. En el caso de Konets, era absolutamente necesario para dotar al Metaverso (Universo Virtual en el que cada día pasamos más horas) del rigor y la veracidad que requería para hacerlo tangible de cara al lector. He tratado de minimizar al máximo estos pasajes y de hacerlos digeribles para los lectores, pero siempre habrá alguno, o algunos a los que se les atragante esta parte. Está asumido, es inevitable.

P.- Le gusta también sumergirse en el pensamiento humano y abordar todas sus vertientes, aunque a veces se establezca una difusa línea entre esa dualidad entre el bien y el mal como cuando Carapocha dice en Konets: «En ocasiones lo mejor y lo peor son percepciones que funden hasta confundirse en una misma idea»...

R.- Es absolutamente cierto. No existe una línea clara y contundente que separe lo que está bien de lo que está mal porque depende de la interpretación que hace cada individuo en función de muchas variables. Esto provoca que muchas veces lo que para uno es correcto y legítimo, para otro no lo es. Depende de la óptica y la distorsión de cada uno.

P.- La mayoría de sus personajes presentan muchos claroscuros. Quizá por eso son tan especiales y, al mismo tiempo, tan reales. ¿Somos así de raros en nuestra ‘normalidad’?

R.- Por supuesto. No creo que exista un azul que no contenga matices de grises ni un gris que no lleve trazas de distintos azules.

P.- En la Feria del Libro anunció que estaba muy avanzado un proyecto audiovisual de su primera trilogía que se rodaría en Valladolid. ¿Alguna novedad?

R.- Estamos avanzando bien en los guiones de la primera temporada, pero todavía no podemos asegurar que se vaya a rodar al 100% porque esto sigue en manos de Movistar TV. El feedback que nos llega de ellos está siendo muy positivo, les gusta lo que les vamos entregando y eso nos hace ser muy optimistas de cara a que se pueda rodar en 2018. También hemos hecho un precasting que es una propuesta con varios actores para los papeles principales.

P.- ¿Y a quién ve cómo Augusto Ledesma?

R.- Es el que menos claro tengo, pero Álex García siempre me ha encajado muy bien...

P.- En breve también una ruta teatralizada recorrerá los lugares en los que se desarrolla la trama de su primera trilogía. ¿Cuándo se pondrá en marcha?

R.- Ha sido una iniciativa del Ayuntamiento, lo cual no deja de llenarme de orgullo. Estamos trabajando de cara a enero y lo único que puedo decir es que va a ser altamente interesante.

P.- Usted es de los pocos escritores que se puede permitir vivir de la literatura. ¿Cómo ve el panorama actual?

R.- La industria se ha recuperado algo estos dos últimos años, pero sigue siendo ridícula la cifra de escritores que podemos vivir de nuestra profesión, lo cual, no deja de ser un síntoma de lo que significa y se valora la cultura en nuestro país. Tenemos que seguir peleando por ello, pero, sinceramente, tal y como está el panorama nacional no parece que esto sea el mayor de nuestros problemas.

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