Diario de Valladolid

teatro zorrilla ‘mi pequeño poni’

Un grito desgarrador contra el acoso escolar

Roberto Enríquez y María Adánez interpretan a unos padres que no saben cómo plantar cara al bullying que sufre su hijo planteando interrogantes sobre la libertad, la tolerancia y el miedo

Roberto Enríquez y María Adánez en una escena de ‘Mi pequeño poni’.-EL MUNDO

Roberto Enríquez y María Adánez en una escena de ‘Mi pequeño poni’.-EL MUNDO

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Ana de la Fuente

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Asus diez años, Luismi podría haber elegido una mochila con dibujos Oliver y Benji, Mazinger Z o Shin Chan. Pero prefirió la de Mi pequeño poni, su serie de televisión favorita. Este inocente hecho despierta la reacción airada de todos sus compañeros de clase que le convierten en el centro de sus burlas. Burlas que a medida que pasa el tiempo se irán transformando en insultos, vejaciones y violencia.

Luismi es el protagonista sobre el que gira Mi pequeño Poni, obra escrita por Paco Bezerra y dirigida por Luis Luque que llega este viernes al teatro Zorrilla (20,00 horas) protagonizada por María Adánez y el vallisoletano RobertoEnriquez, que se muestra «encantado» pero también «nervioso por la responsabilidad» de actuar en su ciudad.

La obra está inspirada en un caso real que ocurrió en Carolina del Norte en 2014. El centro prohibió a un niño acudir a clase con la colorista mochila por considerar que era «el detonante del acoso» acusándole de haber provocado «disrupción en el aula». Un mes antes, otro chico sufrió un episodio similar. Intentó suicidarse por las vejaciones a las que fue sometido y hoy sufre daños cerebrales irreversibles. My little Pony se convirtió en un emblema de lucha contra el bullying. «Decir que una mochila es un factor desencadenante de la intimidación es como decir que una falda corta lo es de una violación», denunció la madre del menor.

En Mi pequeño poni, Luismi es un protagonista simbólico que, desgraciadamente, aunque sea bajo otro nombre, otro sexo o con otra edad, existe en la mayoría de colegios del mundo. La obra aborda un problema universal que cada vez se cobra más víctimas. Los que aparecen con nombre propio en los medios de comunicación son solo la punta del iceberg. Así, la obra explora todas las facetas del acoso escolar desde todos los puntos de vista arrojando luz y poniéndole voz. María Adánez es Irene, la madre del pequeño. Su postura es evitar de la manera que sea que su hijo sufra.

Pragmática y resolutiva su remedio es acabar con la mochila. Así se terminará el problema.

Roberto Enríquez es Jaime, el padre. Más beligerante y visceral, reivindica el derecho de su hijo a «llevar esa mochila y a ser «todo lo diferente que quiera». Pero por el camino van perdiendo los papeles. «Los padres entran en pánico cuando les comunican lo que está ocurriendo y en su ansia de justicia se olvidan del niño. Y en la familia se instala la violencia. Cada uno va radicalizando cada vez más su postura y no se quitan la venda que tienen en los ojos. La mochila es una excusa, el niño es diferente a los demás y ese es su crimen. Los dos quieren lo mejor para el pequeño pero no le escuchan, y acaban pasando por encima de él cuando, se supone, que el hogar debería ser el refugio del menor, ese paraguas que necesita y que tampoco aquí encuentra».

Luismi es la principal víctima, pero no la única. «El mundo infantil no es un departamento estanco. Es un reflejo de todo lo que está pasando en nuestra sociedad. Una sociedad que tiene grietas y en la que la tolerancia hacia el diferente es más que discutible. Todos somos más o menos razonables hasta que aparece el conflicto. Yla sociedad de hoy en día es un ejemplo de intolerancia cuando se cierran las fronteras al emigrante, cuando se insulta a alguien por su color de piel, por su procedencia, por su nivel de testosterona... y los niños acaban criminalizando al diferente».

La obra lanza muchas preguntas pero, en ningún momento, dice Enríquez, «es una obra maniquea». «Es una pieza que no habla de buenos o malos. Solo genera preguntas y deja que sea el espectador el que complete la historia y saque sus propias conclusiones».

El pequeño no aparece físicamente en el escenario, pero su presencia es constante. El único inocente de la historia y principal víctima, llegará a culpabilizarse de todo lo que está pasando. «Quizá podría equipararse a los casos de violencia machista. El niño no se atreve a hablar, se avergüenza de ser el blanco de las agresiones y de las burlas y llega a sentirse culpable». Enríquez reconoce que se ha avanzado «sacando de las tinieblas» muchos casos de acoso, pero «aún queda mucho camino por recorrer».

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