«No se puede crecer si no es desde una entrega total»

La coreógrafa y bailaora Sara Baras (San Fernando, Cádiz, 1971) se subirá al escenario del Teatro Calderón, del 23 al 27 de noviembre, para rendir homenaje a cuantos marcaron su camino con sus enseñanzas o con la pervivencia de su legado: de Carmen Amaya a Antonio Gades, pasando por Moraíto; de Enrique Morente a Camarón, pasando por Paco de Lucía, cuya muerte en 2014 inspiró este Voces que llega a Valladolid con sus seguirillas, tarantas, farrucas, tientos, soleás, tangos, romances o bulerías.

‘Yo sí he tenido el miedo de no sentir; el miedo de, de repente, no tener nada que decir, de hacerlo matemática’, afirma Baras en el documental homónimo que se ha rodado en paralelo a la gira.

Pregunta .– ¿Alguna vez ha perdido la pasión?

Respuesta .– En mi vida hay un antes y un después de ser mamá. Cuando llevas tantísimo trabajo, tantas funciones seguidas encadenando un espectáculo tras otro, poder parar y verlo todo desde fuera te da una visión muy distinta. La ilusión y la pasión nunca las he perdido, pero sí he tenido el miedo de pensar que podía perderlas por el agotamiento, por la responsabilidad, por pensar que a las ocho en punto, si es verdad eso de que hay duende y talento, hay que sacarlo todo en cinco minutos. Eso causa una responsabilidad, asusta; como cuando haces un espectáculo en el que todo funciona y tienes que pensar en lo próximo. No es fácil.

Sí da miedo pensar que un día puedo bailar de forma matemática. Eso sería muy feo: el trabajo y la técnica son importantes, pero no hay nada comparado con poder sentir y disfrutar del silencio, de la música, del teatro, del riesgo...

P – ¿El riesgo?

R .– La manera de improvisar y dejarte llevar por el corazón entraña un riesgo. Es difícil darle alma a pasos coreografiados antes, pero más lo es dejarte llevar por el corazón, por el momento, por el riesgo de ser valiente en el momento. Eso te hace bailar de otra manera, crecer. Necesitas estar muy preparada para dar ese paso. No te puedes permitir no hacerlo bien. Hay una línea muy fina, peligrosa y, a la vez, estimulante que te hace cerrar los ojos y decir ‘a por todas’, sin tirar de tu técnica, sólo utilizándola para expresar algo que viene de muy profundo.

P .– Es aquello que decía Camarón, que ‘al final sólo se trata de transmitir o no transmitir’.

R .– Sí. Tienes que nacer con arte, pero hay que trabajarlo. Y una vez que el telón se levanta y suena la primera nota de la guitarra, te tienes que olvidar de todo y dejarte llevar por tus sentimientos.

P .– Qué ve Sara Baras subida a los hombros de Gades,Camarón, Amaya, Morente o Moraíto.

R .– En este momento de mi vida, la madurez hace ver las cosas de otra manera, descubrir lo grandes que son todos esos maestros y la influencia que tienen. Todo el mundo guarda dentro de su alma, de su corazón, voces que cobran valor a medida que pasan los años. He tenido la suerte de disfrutar de sus consejos, que tendré siempre presentes. Defendieron el flamenco como un arte grande; lucharon por ello con una entrega total, y eso es digno de admirar.

Hoy en día hay muchas cosas maravillosas, pero también otras que están mal. Hay que tener cuidado con qué valores se aprenden, qué seguir... Estos creadores han marcado época, siempre con una entrega y una seriedad dignas de admirar. Cuando hago Voces pienso que quizá no hubiera sido capaz de bailarlo unos años antes. Tu voz es la que es hoy gracias a la influencia de esos maestros, de unas vivencias, de las experiencias que has tenido para engrandecerte.

P .– Una buena reflexión ahora que se cuestiona tanto la autoridad del profesor.

R .– Sí, sí. Yo puedo transmitir unas enseñanzas a gente más joven, que quizá no ha tenido la suerte de ver en directo a alguno de estos artistas, y dar a conocer la pasión y el respeto por lo que hicieron. Intento transmitir que haciendo las cosas bien, con trabajo, la pasión llega. Llega a través de los años, del conocimiento, de adquirir un nivel que permita desarrollar un estilo y personalidad propios. Eso es muy importante.

Y eso ocurre en la vida. A mi niño, que tiene cinco años, intento transmitirle respeto por los profesores. Hay que ayudarle a que escoja siempre el mejor camino, que no pierda las oportunidades de aprender.

Yo nunca tendré palabras suficientes para agradecerles a mis padres todo eso. Mi madre, que fue además mi maestra, me enseñó a luchar, a querer, a respetar a los mayores, a nuestro arte, el trabajo, a la amistad, a la familia. Son valores que hay que mantener.

P .– José Serrano dice de usted que es fuente de motivación, que con usted no vale con hacer lo que ya se hizo ayer. ¿El conformismo está prohibido en su compañía?

R .– A veces miras atrás y ves las situaciones tan diferentes que hemos vivido, tratando siempre de sacarle la parte positiva a todo, buscando lo que te hace crecer... Ves que hay que entregarse, no perder el norte y valorar la suerte de poder dedicarse a algo que te gusta tanto, contando además con el apoyo del público. No se puede perder ni una gota de sudor, hay que dar el 100%. No se puede crecer si no es desde una entrega total, con ilusión, siendo consciente de todo. En una compañía es muy importante el ambiente, que todos tengan ganas de sacarle provecho a la vida. Yo tengo un equipazo, estoy rodeada de mi gente... Si no hicieran su trabajo bien, el fallo dolería en el alma. Y yo soy la que más empujo, dando ejemplo.