Diario de Valladolid

Nueve relatos y mil historias

Nueve artistas presentan instalaciones y agrupaciones de obras de pequeño formato buscando la mirada creadora del espectador

REPORTAJE GRÁFICO-J. M. LOSTAU

REPORTAJE GRÁFICO-J. M. LOSTAU

Publicado por
Ana de la Fuente

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nstalaciones y agrupaciones de piezas de pequeño formato de nueve artistas se presentan hasta el próximo 14 de marzo en la galería de arte La Gran bajo el título El jardín de senderos que se detienen. Elisa Terroba, José Luis Serzo, Laura Piñeiro, Ignacio Pérez-Jofre, Luis Pérez Calvo, Paloma Pájaro, Marina Núñez, Enrique Marty y Raúl Hevia participan en esta muestra que, según señala el responsable del espacio, Pedro Gallego, «busca la mirada creadora del espectador».

Nueve relatos que, añade Galledo, «contienen miles de historias, mil finales abiertos, a menudo, inesperados o sorprendentes».

Cada instalación está compuesta por agrupaciones de piezas y cada una de éstas puede también «ser dispuesta, leída y entendida individualmente dando lugar a nuevas historias que, desgajadas del conjunto, cobren vida propia»,

Nueve relatos incompletos que requieren la lectura creativa del espectador para ‘perfeccionar’ las historias propuestas por cada artista. «Sabemos que no hay arte sin espectador», dice Gallego, que anima a los visitantes a participar activamente a través de las redes sociales o de la web de La Gran para completar los relatos de las piezas exhibidas «aportando su particular historia entre los miles de finales posibles».

La exposición se completa con un décimo relato escrito a modo de cuento por Luis Grau Lobo, director del museo provincial de León, cuyo título da nombre a la exposición. En El jardín de senderos que se detienen, Grau se apropia de los arranques de doce conocidos relatos y los continúa alterando de forma inesperada y traicionando, en cierto modo, la historia. Como ocurre con un Don Quijote que muere haciendo gala de una proverbial cordura y sin haber leído jamás una sola línea de libros de caballería o con un Moby Dick que se niega a salir a pescar ballenas.

Junto a este cuento que, de alguna manera cierra el círculo de la muestra, desde las paredes del espacio expositivo se asoman el resto de los relatos como las Piedras de Elisa Terroba invitando a reflexionar sobre el libro como residuo de un mundo digitalizado, la instalación de Luis Pérez Calvo formada por collages, dibujos o postales intervenidas o la serie de fotografías El sueño del Rey (de la República),de José Luis Serzo.

Las servilletas de papel son el soporte elegido por Ignacio Pérez Jofre para recrear imágenes cotidianas y la tela de bastidor el empleado por Laura Piñeiro en su serie El abrazo de Daphne.

Paloma Pájaro atrapa su propia imagen y la de algunos miembros de su círculo familiar en su serie Pray Time. La artista investiga a través de su pintura la relación con el entorno y, como si de una religión zoomórfica se tratase, convierte estos retratos en elementos de fe que acompaña con escapularios.

Lo absurdo, la tensión y la angustia soterrada afloran en el trabajo de Enrique Marty, un habitual de este espacio, al igual que la artista palentina Marina Núñez quien, en esta ocasión, participa con una serie de cinco espejos con dibujos de siamesas con la que regresa a uno de los temas recurrentes de su obra: el desdoblamiento.

Un nuevo relato que esconde otras tantas historias es El manual para ser mi propio padre. Raúl Hevia presenta un libro compuesto por fragmentos mínimos tomados de libros leídos por el artista. 192 páginas ordenadas a modo de cuaderno de notas para componer un nuevo relato, tantos como espectadores visiten en esta exposición que permanecerá abierta hasta el 14 de marzo en el número 16 de la calle Claudio Moyano.

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