SANIDAD
El consumo de antibióticos se dispara en Castilla y León con una subida del 37%
A partir de pandemia, los datos reflejan un repunte en el gasto de Sanidad en antibacterianos año tras año hasta los 13 millones en 2024
«Castilla y León tiene que reducir un 23% el consumo de antibióticos en los próximos tres años», advierten desde el PROA

Una sanitaria busca un medicamento en una farmacia hospitalaria, en una imagen de archivo
Son minúsculos, imperceptibles desde el ojo humano, y con formas que resultan más curiosas que amenazantes. Las de hay de todo tipo, con formas esféricas, alargadas, espirales, y hasta en forma de coma. Pero las bacterias, antes de que en 1928 surgiese la penicilina, fueron las responsables de millones de muertes por enfermedades como la neumonía, tuberculosis o sífilis. Con el descubrimiento de Alexander Fleming, el ser humano pudo hacer frente a cualquier tipo de infección sin perder la batalla, pero los microscópicos organismos aprendieron a defenderse y a resistir tanto a la penicilina como a los siguientes antibióticos que aparecieron. Esa resistencia es la que provoca que las investigaciones no cesen para encontrar la resolución del problema, mientras el consumo de antibacterianos sigue en crecimiento, cifrándose en un 37% de subida en Castilla y León entre 2020 y 2025.
De esa «lucha diaria» contra las infecciones es testigo cada médico de cabecera, en cuyas consultas no hay día que no atiendan a un paciente con un catarro o una gripe. Una de ellas es María del Real Monedero, médica de familia en el Centro de Salud de Casa del Barco, en Valladolid. «Tratamos con antibióticos múltiples infecciones bacterianas, desde un simple panadizo hasta una neumonía en un paciente que se encuentre en la UCI», cuenta a este periódico la sanitaria. En muchas casos, además, se usan de forma combinada, especialmente contra aquellas infecciones contra las que no ha surgido un antibiótico efectivo.
Como las estrellas que se forman en el universo, cada año se descubren nuevas especies de bacterias que provocan a su vez la aparición de cuadros más complejos en el tratamiento de enfermedades. Pero no todas las infecciones que se producen son por bacterias, sino también pueden ser por otro tipo de microorganismos como virus, parásitos u hongos, como explica Amparo López Bernus, coordinadora del PROA Castilla y León. «Los tipos de infecciones más comunes son las infecciones respiratorias, siendo la más común las de vías altas, como el catarro común. Y dentro de ellas, hasta en el 85% están producidas por virus, por lo que no tendríamos que tomar antibióticos en ninguna de ellas», desarrolla al respecto.
Solo el término ‘virus’ puede retrotraer al lector a una época que supuso un punto de inflexión desde el punto de vista antibacteriano: la pandemia del Covid-19, surgido del SARS-CoV-2, que sin esta complicada abreviatura se conoce por coronavirus de tipo 2. Entre miedo y desconocimiento de este virus, la sociedad empezó a consumir antibacterianos de forma innecesaria tras ser dispensados por los hospitales por precaución. Un ‘por si acaso’ que irrumpió en las gráficas de la Consejería de Sanidad, las cuales vieron interrumpidas sus continuos descensos en los envases suministrados hasta el año 2021, cuando se recetaron 1.223.756 antibióticos, para empezar a repuntar año tras año hasta 2024, cuando se ofrecen los últimos datos disponibles y que elevan hasta 1.776.638 el número de envases entre todas los hospitales de Castilla y León. «Como no sabíamos qué era el Covid-19 ni cómo actuaba, en ese momento se intentó tratar con todo lo que teníamos a mano. Y entonces se hizo mucho uso de antibióticos en ese momento», justifica por ese repunte en el transcurso de la época pandémica.
No solo incidió en el consumo, sino también en las estrategias sanitarias que luchaban frenar ese consumo en antibacterianos en España, como los Programas de Optimización de Tratamiento Antibiótico (PROA), implantados en 2012 por el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) que trabaja en la optimización de la prescripción de antibióticos para mejorar el pronóstico de los pacientes que los necesitan, minimizar los efectos adversos, controlar la aparición de resistencia y garantizar el uso de tratamientos coste-eficaces. «Cuando antes de la pandemia empezamos con todos los PROA y estábamos avanzando en todo, tanto a nivel de Atención Primaria como en los hospitales. Pero llegó la pandemia y todo esto se paró», recuerda López Bernus.
De vuelta a los niveles pre-pandemia, la coordinadora del PROACYL cifra en un 23% la necesaria reducción del consumo de antibacterianos en Castilla y León en los próximos tres años. «Lo tenemos que revertir.. Si siguiésemos con este crecimiento, en 2050 se estima que que haya más muertes por multirresistencias que por cáncer (...) Por lo tanto, no podemos utilizar cualquier antibióticos para cualquier infección bacteriana», apoya Del Real Monedero en ese razonamiento.
13 millones de gasto
No obstante, basta ver las gráficas ofrecidas por la Consejería de Sanidad para comprobar que ningún área de salud sigue sin frenar su tendencia de gasto para antibióticos desde el año 2020, con Palencia a la cabeza, con una inversión que crece un 51,9%, hasta los 949.260 euros. Detrás de Palencia aparecen el área de Valladolid Oeste, con un 48,8% más hasta 1.1150.900 euros; Ávila, con un 42,5% hasta 860.337 euros; Valladolid Este, con un 42,2% tras registrar 1.224.483 euros de inversión; Salamanca, con un 39,6% de subida hasta 1,9 millones; Segovia, con un 36,9% de subida hasta 700.742 euros; Burgos, con un 36,8% y 2.113.715 euros; Zamora, con un 33,5% y 963.358 euros; El Bierzo, con una subida del 26,7% en su gasto hasta los 746.805 euros; y Soria, con un 11,1% con 486.245 euros.

Gasto en antibióticos en Castilla y León
Mientras el consumo sigue disparado, los centros sanitarios y hospitales no paran de registrar pacientes con infecciones de difícil tratamiento. «Yo trabajo en Atención Primaria y acompañamos a los pacientes durante todas las etapas de su vida y durante la mayor parte de sus etapas de salud y enfermedad. En muchas ocasiones objetivamos que las resistencias a los antibióticos provocan más tiempo de hospitalización, más consumo de recursos y más morbimortalidad en pacientes frágiles o cuyo sistema inmune esté comprometido», explica la médica de familia del Centro de Salud de Casa del Barco
Pero además del trabajo de atención, los sanitarios también juegan un papel fundamental en la formación de la población para conocer el correcto uso de los antibióticos. Tanto María del Real Monedero, que también pertenece al grupo de trabajo del PROA, como Amparo López Bernus consideran que hay «desinformación» sobre su utilidad y en cuanto a los problemas que originan las bacterias multirresistentes, que solo en Europa provocan causan 33.00 muertes al año. «Los antibióticos no son inocuos ni se pueden utilizar para todo», afirma Monedero para enunciar cuatro indicaciones para un correcto uso: seguir las recomendaciones de un prescriptor, evitar la automedicación, no compartir los antibióticos con otras personas, y no utilizarlos como analgésicos. Y también otra medida efectiva y cotidiana como es el lavado de manos.
Sin imaginar un mundo sin antibióticos, a nivel regulatorio también se puede frenar la tendencia creciente en el consumo. Y en Castilla y León, una de esas medidas llegó a través de la prescripción diferida. «Consiste en realizar la prescripción del antibiótico en el momento de la consulta, pero no se permite la retirada hasta pasadas 24 horas, dando autonomía en el momento de la consulta para que lo recoja en caso de que no mejoren los síntomas en 24-48 horas», explica María del Real. Así, los datos de Sanidad reflejan que el 30% de casos han conllevado la retirada de un antibacteriano y un 23% de las prescripciones se han retirado de la farmacia antes del cuarto día.
Si para Sanidad es un «reto» frenar el repunte en el consumo de antibióticos, la situación actual puede invitar a pensar a un regreso a la era preantibiótica que existía antes del descubrimiento de la penicilina. Pero López Bernus es «optimista» frente al futuro: «Creo que con las medidas que estamos intentando implementar vamos a poder conseguir este descenso y, sobre todo, ayudados por el resto de la población».
Un optimismo al que se suma Del Real Monedero. «Entre todos seremos capaces de reducir el consumo y optimizar su prescripción. Pero para ello debemos hacer un esfuerzo diario tanto desde la consulta como desde casa», concluye la sanitaria.