EDUCACIÓN
Lomoviejo en Valladolid y Estébanez en León, la cara y la cruz de la escuela rural
El centro vallisoletano cierra sus puertas por no llegar al mínimo de alumnos fijado por la Junta, mientras que el leonés se mantiene por estar en el límite
El alcalde lomovejense lamenta la clausura de su colegio: "Hemos ayudado a las familias todo lo que hemos podido, pero ya no podemos hacer más" / El regidor leonés se mantiene optimista: "Tenemos tres niños, si no hay ningún cambio, el colegio abrirá"
El reto demográfico es la asignatura pendiente de Castilla y León. Los suspensos se concentran con el devenir del tiempo y la Comunidad no logra promocionar al siguiente curso. Los pueblos se vacían debido al éxodo rural y las escuelas de la región se debaten entre la vida y la muerte para lograr abrir un curso más y poder ofrecer a los alumnos, de unas poblaciones envejecidas, una educación de calidad.
Estébanez de la Calzada, una pequeña localidad perteneciente al término municipal de Villarejo de Órbigo, en León, es uno de los pocos municipios que están consiguiendo mantenerse a flote con tres alumnos matriculados. Pese a que a nivel nacional, el número de alumnos exigidos para mantener un centro abierto es de cinco, la Junta de Castilla y León ofrece la excepción de poder abrir con un mínimo de tres alumnos para así, poder ayudar a frenar la sangría de despoblación que sufre la región.
Esta localidad leonesa, contaba, a 1 de enero de 2023, con 241 habitantes según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sin embargo, al igual que en muchos municipios, tiene que hacer frente a una población envejecida, al descenso de la natalidad y al éxodo rural de la población joven. Afortunadamente, para el próximo curso, el Colegio Rural Agrupado de Hospital de Órbigo, donde se encuentra integrado la escuela de Estébanez de la Calzada, seguirá luchando contra viento y marea para ofrecer un manto de aprendizaje a los tres menores que están matriculados de cara a este curso que viene, tal y como ha confirmado José Manuel Acebes, alcalde de Villarejo de Órbigo, a este medio.
En el municipio vallisoletano de Lomoviejo, la última promoción de los alumnos de primaria a la Educación Secundaria Obligatoria, ha asestado al centro de estudios el golpe definitivo. En el curso 2023/24 contaba con cuatro alumnos matriculados. Tres de ellos han finalizado sus estudios de primaria y se trasladarán a los institutos de Medina del Campo para continuar con su educación obligatoria. El cuarto alumno restante, al no llegar al mínimo de tres alumnos, se ha visto obligado a matricularse en otro centro, así lo ha comentado a este diario el alcalde de la localidad, Ángel Vegas Martín.
"Bastante que hemos aguantado todos estos años. Los pueblos de alrededor ya cerraron sus escuelas hace 15-20 años. En este pueblo se ha mantenido gracias a las familias de agricultores, ganaderos y a una familia migrante", apunta el regidor vallisoletano. Y es que ha sido gracias a las familias que se trasladaban para realizar sus labores campestres quienes otorgaban esa vitalidad a una escuela que, desgraciadamente, echa el cierre por carecer de alumnos. Unos alumnos que crecen y siguen su camino mientras la escuela se para en el tiempo, un tiempo indeterminado que, posiblemente, lo convierta en definitivo. "Aquí la gente es mayor y no se prevé que pueda haber nuevos niños a corto plazo, a no ser que llegue algún pastor joven o una familia magrebí con varios hijos como la que vivía aquí hasta hace poco. Cuando una escuela se cierra, es muy difícil volver a abrirla", comenta Vegas, con resignación.
"Ya hemos retirado las mesas y hemos desmantelado gran parte de las clases. Quedan las pizarras, pero las clases se han convertido en habitaciones grandes y vacías", señala el alcalde. Lo cierto es que los cuatro niños llenaban de vida a la localidad. "Salían por el pueblo para hacer actividades, pero ahora si van al instituto, ya casi no les veremos."
En cuanto a los profesores, tanto la tutora como los profesores de inglés, educación física o música, se desplazaban cada día desde Medina del Campo o Valladolid. Recordar que, hasta este año, la escuela de Lomoviejo estaba integrada en el Colegio Rural Agrupado Llano Alto de Ataquines. "Eran casi más profesores que alumnos, si lo miras bien. Los padres estaban encantados, porque para ellos era un chollo tener unos profesores particulares para sus hijos."
Sobre el uso de las instalaciones del colegio a partir de ahora, tienen alguna que otra idea sobre su uso. Por ahora, según Vegas, están a la espera de lo que les marque la dirección provincial de educación, ya que se encuentran es un régimen similar al de un alquiler. "Tenemos que deshacer esa especie de contrato, por así decirlo, para así poder hacer nosotros algo. Estamos a la espera de su autorización, porque claro, si de repente Medina del Campo acoge la recepción de familias migrantes y este centro se tiene que destinar a la escolarización de los menores, no podemos hacer mucho."
Sin embargo, una de las ideas que barajan actualmente y, una vez concedida esa autorización, es la de convertir la escuela en una biblioteca. "Tengo pensado hacer una biblioteca porque ahora tenemos bastantes libros gracias a una donación de una persona de Valladolid y libros que tengo yo para donar y que, por ahora, están en una de las aulas del centro. También valoramos dedicar un aula a una sala de reuniones para todo aquel del pueblo que quiera entrar a leer el periódico o demás, como si fuera un aula cultural."
En cuanto al material escolar que, a corto plazo, no parece que le vayan a volver a dar uso, lo van a guardar "por si acaso, aunque lo veo difícil", confiesa el regidor. "A lo mejor en un futuro vienen unos cuantos pastores con varios críos y se vuelve a abrir, nunca se sabe."
Para poder mantener el colegio abierto durante estos últimos años, el Ayuntamiento concedía ayudas a las familias. "Uno de los alumnos, aunque sus padres son de Lomoviejo, vivían en Fuente el Sol y, sin embargo, lo tenían matriculado aquí para que el centro no se cerrase. Desde el consistorio siempre les hemos dado una ayuda para el material escolar y para libros que complementaba a las ayudas de la Diputación, porque a los alumnos de primaria apenas les daban, solamente a los más pequeños."
"Hemos ayudado a las familias todo lo que hemos podido, pero si ya no hay niños, no podemos hacer más. Desde el pueblo lo sentimos mucho porque es el único municipio de la zona que tiene escuela en la actualidad", concluye Vegas.
Y es que, aunque una reapertura con estas condiciones resulta difícil de imaginar, no es del todo imposible. Prueba de ello fue Tiedra, que en el año 2022 fue integrado en el Colegio Rural Agrupado de La Besana, con cabecera en Mota del Marqués, tras haber pasado catorce años cerrado. Al fin y al cabo, la esperanza es lo último que se pierde.