Diario de Valladolid

JUAN REGUERA

«El coronavirus no se va a parar solo, se frenará cuando se genere inmunidad colectiva»

Virólogo segoviano. Defiende que si hace 10 años se hubiera trazado un plan mundial para prevenir pandemias virales de origen animal hoy existiría un tratamiento efectivo contra esta infección. «Nos hubiera costado cien mil veces menos de lo que vamos a perder»

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Publicado por
Estibaliz Lera

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El segoviano Juan Reguera es virólogo y doctor en biología molecular por la Universidad Autónoma de Madrid. Fue el primer español en ganar el premio de la fundación francesa Bettencourt Schueller. En su opinión, España debería contar con aplicaciones como las que tiene Corea para finales de verano, ya que, aunque presentan problemas a nivel de confidencialidad de datos personales, son «herramientas potentes» para frenar la expansión del virus y favorecer la movilidad y tranquilidad de los ciudadanos. 

Pregunta .- ¿El coronavirus es un virus más discreto o inteligente?

Respuesta .- Impredecible y poliédrico. Una combinación que a la luz de los hechos es muy eficiente para evitar ser detectado, propagarse y en algunos casos ser fatídico. Puede ser discreto en una persona y mortal en otra; infectar solo tres días o tres semanas. Es insólito.

P.- Mucho se habla de la vacuna, ¿para cuándo cree que estará lista? ¿Es posible que no se encuentre nunca?

R.- No se puede predecir a ciencia cierta. Hay dos evidencias que incitan a pensar que será posible. Una es que el virus cuando infecta es capaz de inmunizar permitiendo generar anticuerpos que bloquean la infección. Las células que producen esos anticuerpos se quedarán en el cuerpo, vigilantes, protegiendo de futuras infecciones. La otra evidencia viene de trabajos científicos publicados recientemente de vacunas que consiguen inmunizar a macacos. Se pueden fabricar muy rápido, si bien nunca se han utilizado en humanos por los riesgos que entrañan: son cancerígenas. No obstante, si estas pueden, ¿por qué no otras basadas en técnicas más seguras? Ahora bien, será difícil tener una disponible antes de primavera.

P.- Tras saber que solo el 5% de la población española ha tenido contacto con el virus. ¿Qué nos espera?

R.- Mucho camino por delante. No hay razones para pensar que la infección se vaya a parar sola, más bien se frenará cuando se genere inmunidad colectiva. La pregunta del millón es: ¿Cuánta gente tendrá que estar inmunizada para lograr la inmunidad colectiva? Depende de cada país. Tiene que ver con la probabilidad de que un portador transmita el virus, el famoso R0. En el caso de la COVID-19 hay estimaciones que plantean que, si mantenemos los gestos barrera, el porcentaje sería menor del 30% y si hacemos todo lo contrario la inmunidad colectiva podría superar el 70% de la población. La siguiente pregunta del millón es: ¿Cómo vamos a lograr esa inmunidad colectiva? Hay que contemplar dos escenarios posibles, uno que consigamos una vacuna para inmunizar a la población y otro es que no. Ante este dilema se han adoptado diferentes actitudes. La más llamativa es la del presidente Trump, que apuesta por dejar que el virus se expanda para que la gente se inmunice más rápido sin tener en cuenta ni el colapso sanitario ni la salud general, esperando que la actividad económica vuelva cuanto antes a la normalidad. Su actitud provoca un escenario apocalíptico y es una barbaridad. Otra es que siguiendo las medidas de prevención podamos reducir la expansión del virus, evitar el colapso sanitario y ganar tiempo para conseguir una vacuna que nos permita recobrar la normalidad. 

P.- ¿Las personas que han enfermado están protegidas?

R.- La inmunización no es un proceso de todo o nada sino más bien gradual. Dar positivo en la prueba serológica es indicio de que estamos protegidos, de tal manera que si volvemos a tener una infección los síntomas deberían ser más leves o nulos y la incubación más breve o inapreciable. 

P.- ¿Qué le parece la desescalada de España? 

R.- Muy precavida. Está bien a nivel de salud pública, pero a nivel económico y social es más controvertida, porque no solo se le está impidiendo a un sector de la población el trabajar para llegar a fin de mes, sino que se están recortando libertades fundamentales de los ciudadanos, como la libertad de reunión, de moverse libremente, etcétera. Creo que otros países están teniendo mucho más en cuenta estos aspectos. Una desescalada gradual permite controlar el riesgo de repunte. Hay que tener en cuenta que desde que el virus se expande hasta que los hospitales se llenan ha pasado una semana, esto es lo que ha permitido una expansión tan grande de virus en el primer brote y es lo que hay que evitar. En otros países han apostado más fuerte desescalando con rapidez, probablemente pensando en que el verano va a frenar la pandemia. El tiempo dará la razón a unos u otros. 

P.- ¿Con las altas temperaturas podríamos decir adiós a la pandemia?

R.- Es razonable pensar que el virus se va a parar durante el verano, pero nada hace pensar que se vaya a extinguir. Por lo tanto, es muy importante vigilar de cerca este hipotético frenazo de la pandemia y trabajar todo lo posible para estar preparados frente a un fuerte repunte de infecciones en otoño-invierno.

P.- ¿El uso generalizado de mascarillas ayudará a que la posible segunda ola del virus sea menos grave? 

R.- Es el respeto al conjunto de medidas preventivas, incluida la mascarilla, lo que permitirá un menor y más suave repunte de las infecciones. Hay que pensar que países como Japón, Corea o Suecia no han llegado al confinamiento como en España o Francia y consiguen mantener el virus a raya, respetando los gestos barrera. Estos países nos están mostrando el camino. No va a ser fácil para nadie mantener estos comportamientos durante mucho tiempo, pero es necesario. 

P.- ¿Es partidario de pruebas a gran escala? ¿Qué sectores son prioritarios?

R.- Mirando a Corea o Alemania, lo que funciona bien son las pruebas para todo aquel que presente síntomas y todos aquellos con los que esta persona haya estado los tres días anteriores a la aparición de los síntomas. Los positivos deben quedarse en cuarentena 15 días y hacerse la prueba al final para asegurarse de que han eliminado el virus. Corea ha desarrollado una aplicación para ayudar a seguir este patrón de pruebas. Una aplicación que si das positivo le manda un aviso a todos los que haya detectado que han estado en contacto contigo y marca las zonas donde has estado, por supuesto, sin desvelar la identidad del positivo. Este tipo de plataformas deberían estar disponibles y funcionando para finales de verano. Aunque presentan problemas a nivel de confidencialidad de datos personales, son sin duda muy potentes para frenar la expansión del virus y favorecer la movilidad y tranquilidad de los ciudadanos. Ahora bien, para que esto funcione las pruebas deben ser accesibles para todos los sectores de la población. Es fundamental bajar el precio de las PCR y ofrecerlas gratuitas a quien no tenga los medios para pagarlas.

P.- ¿Lo peor sería que la COVID-19 se convirtiera en un virus estacional? ¿Supondría una importante carga para las arcas públicas? 

R.- Una vez que se consiga la inmunidad colectiva el virus seguirá manteniendo un nivel muy bajo de infecciones o incluso desaparecerá. Hasta ese momento probablemente suframos oleadas de infecciones estacionales. Esto se va a notar en la sanidad pública. La clave estará en buscar abaratar servicios como el diagnóstico y optimizar los tratamientos. A largo plazo el desarrollo de antivirales, medicamentos que paren la infección, es más que posible, ya se ha logrado para virus relacionados, como el de la hepatitis C, pero llevará tiempo. Tarde o temprano llegará el momento en el que la COVID-19 deje de ser un problema y pase a ser solo un incordio. Creo que en dos años podríamos llegar a algo muy parecido a la antigua normalidad. 

P.- ¿Si se hubiese invertido más en investigación e innovación la situación no hubiera llegado hasta este punto?

R.- En España, a la investigación y la virología se las ha tratado como un lujo en vez de una necesidad y los ciudadanos no han exigido con su voto que los partidos propongan programas científicos ambiciosos. Si hace 10 años se hubiera trazado un plan mundial bien financiado para prevenir pandemias virales de origen animal hoy tendríamos tratamientos efectivos contra el coronavirus. Nos hubiera costado cien mil veces menos de lo que vamos a perder con esta pandemia.

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