Sin velatorio ni misa: solo un responso de 5 minutos para cualquier fallecido
Algunos cementerios acotan a diez personas el entierro y las funerarias piden garantizar material
Al duro trance de perder a un familiar o amigo, se suman estos días las dificultades para honrar al fallecido con una despedida en compañía de los seres queridos. Varias funerarias de Castilla y León han cancelado todos los velatorios, con independencia de la causa de la muerte, para evitar la concentración de personas y minimizar riesgos. Y extreman las medidas de seguridad en el manejo de aquellos cadáveres certificados con un contagio por coronavirus.
En Valladolid, la empresa pública Nevasa comunicó esta semana el cierre de los dos cementerios de la ciudad . Tanto Las Contiendas como el de El Carmen sólo abrirán para permitir el acceso a un entierro . Pero con un cupo en cada caso: diez personas como máximo.
En el tanatorio de Las Contiendas, además, se han prohibido todos los velatorios, incluso cuando no conste que esa persona estaba contagiada por Covid-19. En Valladolid, de hecho, hasta ayer no había ninguna muerte con coronavirus. También han quedado clausurados otros servicios, como la cafetería y la zona de administración.
Ninguna de las funerarias de Valladolid celebra ya misas comunitarias en sus capillas, siguiendo las instrucciones del Arzobispado. Lo que sí se mantienen son los responsos, una breve despedida que se puede celebrar para despedir el féretro tanto en el cementerio como en el crematorio.
Para las incineraciones, en el crematorio de Las Contiendas el aforo máximo es el mismo que en el camposanto: diez personas.
En el caso del tanatorio de El Salvador, el tope es de cinco personas en el crematorio, de nuevo, sea cual sea el motivo del fallecimiento. Tampoco en estas instalaciones se permite velar a ningún cuerpo, por seguridad, dado que la falta de pruebas analíticas del coronavirus impide descartar ya el contagio en un cadáver. En el tanatorio San José de Valladolid desaconsejan también la asistencia a las instalaciones para despedir a un familiar o amigo, aunque remiten a cada decisión familiar.
«Es una situación muy difícil para las familias, que además de perder a una persona no pueden celebrar un funeral ni dar un beso ni abrazo» a otras personas para amortiguar el golpe, describe Alfonso Martínez, uno de los responsables de la funeraria San José de Burgos, de las más grandes de Castilla y León, donde tampoco se vela estos días a ningún muerto. Con la declaración del estado de alarma se suprimieroon los funerales en la capilla. Y sólo se permite ya celebrar un breve responso en una sala, un acto que apenas dura «cinco o siete minutos».
Cuenta que lo habitual estos días es que acudan tres o cuatro personas a despedir al finado. «Tenemos más fallecidos que invitados», añade para ilustrar lo desangelado del edificio. «Es muy duro desde el punto de vista emocional, porque aumenta el dolor de las familias; está siendo muy triste ver a las familias en la penosa situación de no poder celebrar un funeral», agrega.
Desde el inicio de esta crisis sanitaria, Burgos es uno de los principales focos de contagio. En el tanatorio San José han asistido ya a ocho fallecidos con Covid-19, un número que puede poner en cuestión las cifras oficiales por su desactualización o disparidad de parámetros, ya que ayer el balance oficial de la Consejería de Sanidad se mantenía en cinco muertos por coronavirus en toda la provincia burgalesa.
Cuando se tiene constancia o sospecha del contagio, el responsable de San José en Burgos explica que los servicios funerarios están siguiendo «a rajatabla» las indicaciones del Ministerio de Sanidad, que el 5 de marzo publicó el procedimiento para el manejo de cadáveres de casos de coronavirus, tanto en el hospital como en las instalaciones funerarias. El documento propone algunas «medidas adicionales» dado que el cuerpo del fallecido «puede constituir un riesgo biológico», según reza el texto.
El protocolo del Ministerio indica que el cadáver de un paciente con coronavirus «debe introducirse en una bolsa sanitaria estanca biodegradable», que luego «se deberá pulverizar con desinfectante». Si el fallecimiento tiene lugar en un hospital, es el personal sanitario el encargado de esa labor en la propia habitación de aislamiento. Pero si el deceso se produce en un domicilio o instalaciones privadas, los profesionales funerarios son los encargados de acudir al lugar y realizar esos preparativos.
Una vez realizado este proceso, «la manipulación exterior de la bolsa impermeable o del ataúd que la contenga no comporta riesgos» , según el protocolo, y «puede introducirse en un féretro normal» . Eso sí, el ataúd debe mantenerse cerrado.
El documento -fechado antes de la declaración del estado de alarma- indicaba que «se puede dar servicio de velatorio para los fallecidos con coronavirus, pero en los últimos días las funerarias han ido reduciendo los actos en sus instalaciones.
En La Soledad, de Salamanca, se mantienen los velatorios y la misa funeral sólo para fallecidos libres del contagio mientras para los certificados con Covid-19 (han atendido a cuatro) no hay posibilidad de celebrarlo. Su gerente, Carlos Muñoz, explica que todas las despedidas han visto muy reducida su afluencia, «con apenas seis personas».
«No poder despedir a tu padre, a tu madre o a un hermano es muy duro; las familias lo están pasando mal», apostilla desde la funeraria salmantina.
Y sin embargo, «la gente lo entiende porque es consciente de lo que hay y está mentalizada».En el caso de las celebraciones religiosas, siguen las recomendaciones de la Diócesis de Salamanca: una persona en cada extremo de cada banco, ocupados en filas alternas.
Apunta Alfonso Martínez que la «prioridad absoluta» de la empresa es garantizar la seguridad de la plantilla, compuesta por medio centenar de trabajadores, todos ellos operativos estos días. Las instrucciones del Ministerio de Sanidad obligan a cualquier persona a trabajar que trabaje con los cuerpos afectados «con los equipos de protección individual adecuados, similares a los establecidos para el personal sanitario». De hecho, el responsable de San José añade que la patronal del sector funerario, Panasef, envió el martes un comunicado explicando que el Ministerio de Sanidad ha equiparado «a todos los efectos» a los trabajadores con el personal sanitario por su exposición al riesgo de contagio. Eso significa que deben extremar las medidas de prevención y también tener garantizado el acceso a equipos de protección. «A fecha de hoy tenemos material, pero no sabemos qué dimensión puede alcanzar esta situación», indica.
En La Dolorosa, en la ciudad Salamanca, también tienen «stock para una temporada larga» . «Pero no sabemos hasta cuándo», apunta Carlos Muñoz, gerente de esta empresa de 17 trabajadores. Comprar nuevas unidades ya no está en su mano, porque con el estado de alarma todas estas compras están centralizadas en el Gobierno central, de modo que las empresas ya no pueden hacer acopio de unidades de protección. Si los casos aumentan y los hospitales «andan mal» de material, «nosotros andaremos peor».