Diario de Valladolid

‘Buena tierra, buena gente’ capta la esencia vital de Santa Gadea

El documental de Álvaro Beltrán de Heredia y Manu Gil es un testimonio etnográfico «con sus habitantes como eje, quienes pasan a menudo desapercibidos a pesar de ser imprescindibles»

El documental pasea la cámara por el municipio y por la rutina diaria de algunos de sus habitantes quienes sin voz comparten un trozo de sus vidas.-ECB

El documental pasea la cámara por el municipio y por la rutina diaria de algunos de sus habitantes quienes sin voz comparten un trozo de sus vidas.-ECB

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M. M. / VALLADOLID
Valladolid

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Buena tierra, buena gente es el título del documental elaborado por los cineastas Manu Gil y Álvaro Beltrán de Heredia, en el que han logrado contar, sin voz, la historia de muchas de las las gentes que conviven en algunas de las localidades del municipio burgalés de Alfoz de Santa Gadea. Un rodaje de muchas horas de trabajo cuyo fruto ha sido 25 minutos de metraje en los que mediante el movimiento de las imágenes, retratan a algunos de sus habitantes en su día a día mientras pasean frente a ellos la cámara, siendo la música el único hijo conductor.

«De hecho, no hay narrador en off ni relatos de vidas en voz de los propios vecinos, sino que un breve texto -que muestra las respuestas que ellos mismos nos dieron a tres simples preguntas sobre su edad, profesión y aficiones-, resume su vida a la par que acompaña la imagen que la cámara capta flotando entre todos ellos», explicó Gil.

El documental combina así secuencias de imágenes en movimiento con planos aéreos grabados con dron, a la par que otros más cortos «con poses y en lugares elegidos por estos peculiares actores», convirtiéndolo en un extraordinario documento etnográfico visual, acompañado todo ello por músicas originales y algunas piezas vinculadas al folclore, que refuerzan el valor descriptivo del conjunto.

La música, el hilo

El documental se aleja por ello de un rodaje al uso, «ya que en éste todo es normal», explican. Como lo es el día a día del amplio puñado de vecinos de toda edad de las localidades de Higón, Santa Gadea de Alfoz y Quinamnilla de Santa Gadea que quisieron sumarse.

Lucinio, con sus 82 años y su confesado amor por el campo, abre así una larga lista de personas que quisieron compartir con ambos realizadores un trocito de su día a día, lo que dio lugar a un trabajo previo muy intenso. «Ya que teníamos que intentar coincidir en el mismo pueblo con el ganadero en su granja, el cartero, el sacerdote que ese día daba misa o la médico que esa mañana pasaba consulta», explicó

Beltrán de Heredia. El fruto, un rico trabajo etnográfico que muestra a la gente tal y como es hoy en día, «lo que quizás sirva a nuestros descendientes para, dentro de 50 años, saber cómo éramos y vivíamos en 2019», auguran.

Bofetón de humildad

A la vez que los protagonistas traen al presente sus recuerdos en forma de aficiones, labores o vivencias pasadas, «y que fueron muchas veces una gran sorpresa además de un bofetón de humildad, que tira por suelo prejuicios que a veces tenemos con la gente del mundo rural», confiesa Gil.

Y es que entre lo mucho que descubrieron durante los meses de rodaje es que tras estos pecualiares actores conviven personas de toda edad y procedencia con un pasado vinculado décadas atrás al peligroso Perú de Sendero Luminoso; un amor escondido por el continente africano, un pasado veinteañero vinculado al mundo de la cocina o un gran afición por la pandereta.

«Vivencias de todo tipo que mostraban cómo tras vidas plenas y variopintas, que quizás algunos no vivamos nunca, pervivía la tranquilidad de saber que estaban donde querían estar».

Si bien sigue la estela de una primera experiencia piloto con Poza de la Sal como escenario, el documental presentado ayer -que ha contado con una ayuda de la Diputación de 3.000 euros y del que se han editado 450 copias-, se convierte así en el primero de lo que esperan convertir en una serie, con la que retratar la riqueza humana que pervive en la provincia. «Y de la que a menudo nos olvidamos, ya que muchas veces ‘se borra’ a la gente en pos de conservar y captar un monumento o un paisaje, olvidándonos de que el ser humano es el que está ahí para ver lo bello que es o para cuidarlo».

Y es que como explica junto a ambos el alcalde del municipio, Ricardo Martínez, «les pedimos a quienes quisieron participar que no se prepararan para la ocasión ni dejaran de hacer sus labores diarias, ya que sería en ellos donde se les quería encontrar y grabar», recuerda Martínez.

Confiesa que por ello, se sintió interesado desde el primer momento en que ambos cineastas le trasladaron el proyecto, al entender que complementaba perfectamente aquél en el que se haya inmerso desde hace años, de elaboración de una serie de guías en las que recoger la riqueza faunística, floral o paisajística del municipio.

«Temáticas en torno a la riqueza natural, monumental e histórica de nuestro municipio, y que hemos intentado reunir en las siete guías que queremos publicar, mientras que con este trabajo documental se retrataba a sus gentes, muchas de ellas de edad y que albergan tras ellos muchos años de experiencias y vivencias que hoy confluyen en el municipio, y que queríamos conservar».

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