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Berkeley se promociona en Retortillo

La empresa minera ha invertido en seis años 382.000 euros en la zona en concepto de licencia social, actividades de patrocinio que incluyen desde convenios con los ayuntamientos hasta esponsorizar clubes deportivos o corridas de toros

Entrada al parque biosaludable donado por Berkeley en Retortillo.-JESÚS CRUZ

Entrada al parque biosaludable donado por Berkeley en Retortillo.-JESÚS CRUZ

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Guillermo Sanz

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La llegada de Berkeley Minera al CampoCharro hace más de una década desencadenó un torbellino de opiniones en torno a la explotación de uranio en la región de Retortillo, donde la empresa británica aún no ha podido extraer ni un gramo de este metal. A pesar de que la actividad minera lleva más de diez años en los despachos, la empresa ha invertido 382.000 euros para promocionarse en la región salmantina.

La energía nuclear ha levantado una guerra fría entre los habitantes de la zona, divididos a favor y en contra de la minería de uranio; una balanza en la que Berkeley ha puesto su propio peso grabado con el símbolo del euro. Bajo la denominación de licencia social, Berkeley ha invertido desde 2012 un total de 382.000 euros en la zona, en el marco de la Política Social y de Comunidades de la minera británica. Un movimiento que la propia empresa inició con el objetivo de que BME sea considerado «un buen vecino», persiguiendo «establecer vínculos con la comunidad, que la comunidad se beneficie de nuestra actividad tanto o más que nuestros accionistas o empleados», como explica la minera.

El grueso de esta cantidad (300.000 euros) han venido derivados de acuerdos de colaboración firmados con los Ayuntamientos de Retortillo y de Villavieja de Yeltes para contribuir al desarrollo económico y social de los municipios para que puedan acometer inversiones que redunden en el beneficio de la comunidad. De esta manera, Berkeley ha contribuido al presupuesto municipal en concepto de ICIO (Impuesto de Construcciones, Instalaciones y Obras), a la construcción de circunvalaciones para evitar el tránsito de equipos por el centro de los núcleos urbanos o la contratación de vecinos de Retortillo o el establecimiento de un centro de formación y capacitación domiciliado en Retortillo.

Con la paralización por parte del Consejo de Seguridad Nuclear de la licencia de la mina de Retortillo (aunque la empresa niega que se haya paralizado al proyecto, asegurando que la documentación solicitada ya fue facilitada al CSN), no se sabe cuándo o si el uranio saldrá de las minas a cielo abierto de CampoCharro. Berkeley por su parte se mueve como una empresa con la actividad en pleno rendimiento.

Más allá de acuerdos de colaboración y convenios con los consistorios de la zona, el nombre de Berkeley ha estado muy presente en la región. Su nombre aparece en camisetas de equipos deportivos, en el marcador del polideportivo municipal, en la parte trasera de las entradas de las corridas de toros de Salamanca, en la Feria de Minerales de laFacultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca, en pruebas ciclistas o en fiestas patronales. Esta omnipresencia de Berkeley ha significado una desembolso a la empresa de 82.000 euros en concepto de patrocinio directo.

Las actividades de promoción en la zona de Campo Charro van desde la organización de eventos deportivos y sociales hasta el patrocinio de equipos deportivos, pasando por red wifi gratuita para la población, patrocinio de fiestas patronales o instalación de infraestructura, un campo en el que entrarían los parques públicos, marcadores electrónicos o reparación de instalaciones de depuración de aguas, como enumera la empresa.

Siguiendo esta línea, Berkeley levantó en Retortillo un parque infantil biosaludable, una iniciativa que buscó repetir en Villavieja de Yeltes, donde tras una buena primera toma de contacto inicial la relación entre minera y consistorio se ha ido erosinando. El ayuntamiento cortó por lo sano la intención de repetir la jugada de Retortillo, negando «sin desmarcase de la ley» (como explica su alcalde Jorge Rodríguez) la construcción de un nuevo parque infantil, una negativa a la que respondió Berkeley (que propuso anteriormente finalizar la obra de la residencia municipal con una inversión de 450.000 euros) comprando un terreno frente al ayuntamiento para el que aún no tienen licencia de obra.

Parte de los vecinos de la región salmantina entienden estas inversiones como una compra de voluntades o una máscara amable para ocultar lo que entienden como un peligro; un sentimiento que se ha visto acrecentado con la campaña de recogida de firmas que «permitan trasladar a todos los agentes interesados los estrechos vínculos de la compañía con sus vecinos». Rúbricas a favor de la mina.

Las voces contrarias a la instalación de Berkeley en la zona denuncian que la empresa minera intenta comprar el favor de la población con contratos, jamones y vino (como en Navidades de hace dos años) o como una manera de que los ayuntamientos cedan y faciliten el trabajo de BME. Movimientos que hacen que crezca aún más la crispación entre vecinos en una región dividida entre los partidario y detractores de Berkeley.

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