Diario de Valladolid

«Hay un estereotipo muy marcado en la sociedad que asocia educación con el vínculo maternal»

Un docente asegura que todavía hay «cierto reparo en que un hombre ejerza como maestro de Infantil»

José Luis Pérez, maestro de Infantil.-E.M.

José Luis Pérez, maestro de Infantil.-E.M.

Publicado por
Mar Peláez

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José Luis Pérez lleva 17 años contraviniendo esa regla no escrita, pero muy interiorizada, de que la Educación Infantil es un espacio reservado con letras mayúsculas a las mujeres. Es maestro por vocación de niños de tres a seis años y reivindica que la escuela debe educar con el ejemplo y, por tanto, educar en igualdad. «Los hombres podemos llevar a las aulas ese concepto», señala José Luis, para quien es necesario que desde edades tempranas los niños encuentren referentes masculinos como docentes.

Este vallisoletano conoce bien por experiencia qué es ser minoría. Lo fue en sus años de estudiante de Educación Infantil en la Escuela Fray Luis de León. En su promoción, sólo había otro chico. Ser una ‘isla’ entre mujeres le permitió «empatizar» más con ellas y potenciar su «lado femenino». Tal fue su grado de integración que, en una especialidad con un 95% de chicas, resultó elegido como delegado de una clase, y luego, de Facultad en representación de todas las especialidades. «Una contradicción».

Tres años estuvo entregando currículums en todos los colegios concertados y privados de Valladolid, sin obtener prácticamente respuesta. «No te dicen nada, pero sí se observa cierto reparo a que un hombre ejerza como maestro de Infantil. Ya en Primaria está menos penalizado», subraya.

No tuvo que pelear más contra esa discriminación. Aprobó a la primera las oposiciones y se dirigió a Milagros, una pequeña localidad burgalesa, donde se puso al frente de un aula unitaria con niños de Infantil. Nunca antes un hombre había entrado en ese Colegio Rural Agrupado para educar a los más pequeños. No percibió rechazo, pero sí «sorpresa» entre los padres porque «no estaban acostumbrados», recuerda. Al final, «la profesionalidad debe prevalecer sobre los prejuicios», y José Luis abandonó el centro tres años más tarde con «una despedida muy emotiva».

Su segundo destino: Renedo de Esgueva. El hecho de ser «un centro más grande y próximo a la ciudad», en este caso Valladolid, neutralizó esos posibles recelos familiares. Tuvo un «buen recibimiento» y una «gran despedida». Al igual le sucedió cuando llegó a la capital al colegio Ponce de León. «Allí la presencia de hombres en Infantil está más normalizada, aunque seguimos representando un 5%», apunta.

«Se piensa que por ser hombre empatizas menos con unas edades tan tempranas en los niños y que vamos a entender menos a sus hijos, porque no somos madres y no tenemos ese instinto, pero no es así. Hay un estereotipo muy marcado en la sociedad que asocia educación con el vínculo maternal», lamenta, mientras remarca que esa visión tan arraigada puede condicionar «de manera inconsciente» a los alumnos e influir en estos a la hora de elegir en su futuro cursar una o otra titulación.

Este bien puede ser el caso de Sara García. Es maestra de Infantil, actualmente en la Escuela Duendes. Lo es incluso mucho antes de haber cursado la carrera, ya que a la pregunta de qué quieres ser cuando seas mayor, siempre respondía: «Yo profe, como mamá». Su madre no sólo era maestra, sino que tenía su propio colegio. Su marido es maestro de Infantil. Su hermano es maestro de Infantil.

De ambos destaca la «gran sensibilidad que muestran hacia los niños y su alta funcionalidad».

Son dos ‘rara avis’ en un mundo femenino. De 3 a 6 años, los hombres tienen todavía algo de presencia en las aulas, de 0 a 3 son inexistentes. Sara así lo corrobora. Por su centro no ha pasado ningún chico. Y es que, según afirma, las escuelas infantiles se resisten a contratar a hombres sólo por el hecho de no haber trabajado con ellos y escudándose en que «las familias lo ven raro». Ella discrepa.

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