Diario de Valladolid

COMISIÓN DE INVESTIGACIÓN SOBRE LAS CAJAS

«El modelo de las cajas era inadecuado para competir en un mercado globalizado»

Avelino García Villarejo, experto en instituciones financieras, dice que la crisis económica solo precipitó la desintegración de estas entidades

El experto en instituciones financieras, Avelino García Villarejo, ayer en la comisión de investigación sobre las cajas.-ICAL

El experto en instituciones financieras, Avelino García Villarejo, ayer en la comisión de investigación sobre las cajas.-ICAL

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María R. Mayor

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Las cajas de ahorro fracasaron porque su modelo operativo era inadecuado para competir en un modelo globalizado. Así lo expuso ayer Avelino García Villarejo, catedrático jubilado de Economía Aplicada de la Universidad de Valladolid y experto en Hacienda Pública, en su comparecencia en la comisión de investigación de las Cortes.

García Villarejo, también especialista en instituciones financieras, formó parte durante 12 años de la Comisión de Control de la Caja de Ahorros de Valladolid, primero, y después de Caja España, mucho antes del periodo que investiga la comisión: entre 2005 y 2011. En su intervención, recordó que las cajas de ahorro de Castilla y León llegaron a aglutinar hasta el 60% de los recursos financieros de la Comunidad y lamentó su desintegración, un fenómeno que calificó de «dramático».

Según este experto, aunque la crisis económica pudo ser «el detonante final» y las cajas sufrían una excesiva politización y una escasa profesionalidad en sus órganos de gobierno, la globalización fue la causa determinante del fin de estas entidades. «Llegó un momento en que se dieron cuenta de que no podían competir en pie de igualdad con los bancos y emprendieron una huida hacia adelante», explicó.

Esto las llevó «a adoptar fórmulas inadecuadas», como la comercialización de preferentes, o las hipotecas a 45 años. Optaron «por pequeños atajos que podían ser rentables, pero eran muy comprometidos», agregó.

Antes de llegar a este punto, García Villarejo recordó que, hasta 1977, las cajas eran fundaciones bajo el patrocinio del Estado, y que se rediseñaron en los Pactos de la Moncloa, creándose entonces los órganos de gobierno. Este diseño está en el origen de su posterior desaparición, a juicio del experto, ya que las cajas «carecían de incentivos», puesto que no existía capital social, algo que fue «determinante» en su posterior evolución.

La crisis puso la puntilla a estas instituciones financieras, aunque, según García Villarejo, su desaparición era cuestión de tiempo. Aunque los consejos de administración hubieran contado con miembros más profesionales, solo se hubiera conseguido «retardar el desencadenante final», aseguró.

En opinión del antiguo catedrático de la UVA, el fracaso de las cajas de ahorro no puede atribuirse a la clase política. La Comisión Nacional del Mercado de Valores pudo tener alguna responsabilidad, indicó, aunque, «en su descargo», recordó que la CNMV advertía constantemente de las características de productos financieros como las preferentes. En cuanto al Banco de España, «seguramente tenía que haber advertido» sobre los riesgos, aunque «es fácil decirlo a toro pasado», agregó. Según dijo, basta con aplicar el sentido común para darse cuenta de que «a más rentabilidad» de un producto, «más riesgo y menos liquidez».

En una didáctica intervención, elogiada por los portavoces de todos los grupos, Avelino García Villarejo explicó que el «diseño formal» de las obligaciones preferentes era «adecuado», pero el problema vino de que se comercializaron a pequeños inversores sin que les quedara claro el riesgo que entrañaban.

El experto en instituciones financieras tampoco apreció una responsabilidad directa de la Junta, que, «si acaso», tendría que haber advertido a las cajas de que informaran bien a sus clientes sobre los productos que comercializaban. A su juicio, si fallaron los mecanismos de control fue porque estas entidades «carecían de los resortes» de los bancos para competir en el mercado. Recordó al respecto un intento de emitir cuotas participativas –una suerte de acciones– cuando se observó que sin capital social «faltaban incentivos». Pero esta iniciativa, «que hubiera sido interesante», no prosperó.

También insistió en la falta de incentivos al apuntar que, cuando formaba parte de la Comisión de Control de Caja España, el presidente no disponía de sueldo, a pesar de la dedicación que conllevaba el cargo. Finalmente, se fijó un salario, después de que consiguiera, junto al representante de la Junta, una modificación del reglamento de dietas que redujo su volumen en un 60%.

Entre los problemas de diseño de las cajas, Avelino García Villarejo también se refirió al «lastre» que suponía la Obra Social. «En una institución financiera que tiene que ser competitiva, era muy peligrosa porque estaba predeterminada, hubiera o no beneficios», comentó. Aunque en algún momento propuso que la Obra Social figurara como coste fijo, su idea no cuajó porque se entendió que suponía «desnaturalizar el sentido fundacional» de las entidades de ahorro.

Comprometido en la creación de una entidad regional

Avelino García Villarejo estaba convencido de que una caja regional «potente y única» hubiera podido desempeñar «un papel muy importante» en la economía regional. Así lo expuso en un informe elaborado con Luis Velasco, catedrático de Derecho Mercantil de la UVA, e hizo de este objetivo «una batalla personal», según confesó en la comisión de investigación.

El compareciente explicó que Velasco llegó a diseñar una fórmula para que las cajas pudieran mantener su dimensión social, haciéndolas «compatibles con instituciones competitivas». Incluso estuvo a punto de salir el borrador de la ley financiera dirigida a la creación de esta entidad regional. Pero, para entonces, algunas cajas provinciales ya habían tomado otro rumbo. «Hubo intereses enfrentados muy claros», expuso García Villarejo, «intereses entre directivos, impositores, empleados...».

«Terminé pensando que aquello no tenía arreglo y no quise saber nada más», se sinceró ante los procuradores. Pero sí dejó claro que el interés de los dirigentes políticos regionales «no era que sucediera lo que terminó sucediendo», si bien reconoció que esta gran caja, con el tiempo, hubiera corrido la misma suerte que todas las demás.

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