¿Queremos agricultura y ganadería, o agricultores y ganaderos?
LA AGRICULTURA Y la ganadería fueron la base del desarrollo de la sociedad y de la civilización del ser humano por la necesidad de asegurarse la alimentación. Esta necesidad de garantizar alimentos y a precios asequibles a la población tras la II Guerra Mundial supuso la creación de la Unión Europea con el tratado de Roma en 1953. Hoy la situación es que necesitamos garantizar la alimentación y si es posible tres veces al día, por eso siempre habrá agricultura y ganadería. Pero en una economía de mercado como la actual existe un dilema a dilucidar y que necesita un posicionamiento firme y valiente.
¿Qué modelo productivo queremos de cara al presente y futuro más inmediato?. Modelo americano, con multinacionales encargándose de producir cualquier cosa, a cualquier precio y de cualquier manera, siempre que sea positiva su cuenta de resultados. O bien, el modelo social y familiar con explotaciones más pequeñas pero vinculadas al territorio, que mantengan vivos nuestros pueblos, y que produzcan más respetuosamente con el medio ambiente y la diversidad.
Actualmente en nuestra Comunidad la agroindustria factura 9.500 millones de euros que representa el 25 % del total de la industrial regional. Esa importancia económica no se refleja en nuestros pueblos, y por eso el objetivo debe ser una remuneración justa y que cubra los costes de producción en todos los productos. No puede ser que la manipulación artificiosa de los operadores mundiales nos aboque a ese modelo agrícola que está implantado en otros continentes. Por poner un ejemplo, sólo en la provincia de León este año pierden los agricultores más de 12 millones de euros por la bajada del precio del maíz respecto al año anterior. El hundimiento de los precios de los cereales y que no bajen los costes de abonos, energía y demás inputs sigue poniendo de manifiesto el gran problema del campo que se concreta en que siempre son los mismos los que ponen el precio a lo que compramos y por desgracia, también, el precio de lo que vendemos.
Por eso desde la Alianza UPA-COAG llevamos insistiendo desde hace tiempo en que debe haber un cambio radical en la PAC. Hasta ahora, las modificaciones habidas en aras de una supuesta simplificación, que no ha sido tal sino todo lo contrario, además de recortar fondos a la mayoría de agricultores y ganaderos profesionales han tenido el efecto de mantener ayudas a algunos sectores y favorecer el aumento de ayudas a grandes propietarios de terrenos que antes no producían. Pero lo peor de estas reformas de la Política Agraria Comunitaria ha sido el desmantelamiento de todos los mecanismos reguladores de los mercados que controlaban un exceso de la producción y garantizaban precios de intervención viables.
Los ejemplos más traumáticos se están viendo ahora en el sector del vacuno de la leche. Se eliminan las cuotas a los ganaderos, no se impone ningún mecanismo de control, y en dos meses las industrias imponen quién produce, dónde se produce y a qué precio se produce.
Por todo esto es necesario un cambio de orientación en la PAC. Se deben priorizar las ayudas por pérdida de renta a los que de verdad viven del campo y en el campo. Se trata de optimizar los cada vez más escasos recursos económicos y dirigir las ayudas a quien de verdad se las merece. Hay que volver a hacer políticas de protección de mercados internos que garanticen la alimentación de la población europea ante cualquier contingencia que pueda ocurrir, y además con unos alimentos con unas garantías sanitarias que no hay en otros mercados fuera de la UE.
Ya dependemos de terceros países en un tema tan importante como la energía, y sufrimos las consecuencias muy a menudo. No podemos permitirnos el lujo de depender del exterior en un tema tan estratégico como es la alimentación de las personas.
El desarrollo rural pasa porque exista desarrollo económico. Es tan sencillo como entender que si las explotaciones agrarias son rentables se quedarán jóvenes en el campo. Lo vemos, por ejemplo, en las zonas de regadío y en sectores ganaderos como el ovino. El otro factor clave del desarrollo rural es conseguir que las mujeres tengan un trabajo directo en las explotaciones agropecuarias o bien en industrias agroalimentarias ligadas al territorio y que transformen productos. La mujer moderna tiene que tener independencia económica y poder orientar su vida hacia donde quiera, por eso desde hace ya muchos años en nuestros pueblos las primeras en marcharse a las ciudades son las jóvenes.
Además del control en los mercados se deben hacer políticas que ayuden a los agricultores y a los ganaderos. Todo lo contrario a algunas de las políticas actuales, que van en contra de nuestros intereses. Desde Medio Ambiente se viene realizando desde hace 30 años una forma de trabajar en la línea de favorecer la expansión de la fauna salvaje y limitar todo lo posible los aprovechamientos tradicionales de los montes, especialmente en las zonas que catalogaron en su día como reservas naturales. La consecuencia de esta política ha sido el abandono de muchas zonas de nuestro territorio, donde ya no hay agricultura, ya no se siembran ni huertos, apenas queda ganadería y solo prolifera la maleza, los ciervos, corzos, jabalíes y los lobos.
Esta proliferación de fauna es un problema muy serio que se le ha ido de las manos a la Administración regional. Sufrimos los daños de jabalíes en toda la geografía regional. En amplias zonas vemos verdaderos rebaños de ciervas pastando en nuestros cereales o girasoles, y tenemos más de 2.000 lobos que también ellos comen todos los días. Hay que hacer un control de estas poblaciones de forma urgente. Solo unos pocos ejemplares son un objetivo atractivo para la caza, mientras que para el resto debería ser la Administración quien evaluara las poblaciones y hiciera un verdadero plan de compatibilidad con el territorio. No puede consentirse más tiempo que la comida de todas estas especies las ponga siempre el agricultor y el ganadero a costa de su bolsillo.
En Castilla y León hay que proteger esas 35.000 familias que viven de la ganadería, la mayoría de ellas con explotaciones extensivas y semi-extensivas, que realizan pastoreo tradicional. Si queremos mantener nuestro Mundo Rural es imprescindible también que se hagan políticas regionales y nacionales defendiendo ante Bruselas nuestras superficies de pastos. Esto no es igual que Centroeuropa donde el terreno es de cultivo, de pradera o de bosque.
Y en esos bosques no entra el ganado. ¿Para qué si tienen esas praderas ricas en pasto?. Castilla y León tiene praderas, pero pocas. Lo que tenemos es mucho monte mediterráneo, donde hay pasto de diferentes tipos y los animales lo aprovechan de una forma eficaz y donde es necesario también que haya piornos y jaras que protegen al ganado. Y tenemos muchos pastos bajo las encinas y robles que además dan frutos que come el ganado, dando incluso algo que no tienen en el resto de Europa, y que tanto valoramos como es el jamón de bellota. No puede ser que en las oficinas de Bruselas, debido a que algunos de nuestros políticos no hayan hecho los deberes, se eliminen como superficies pastables con derecho a ayudas esos terrenos que siempre se han aprovechado por parte del ganado.
En esta situación de incertidumbre que sufre actualmente el sector productor no podemos perder de vista el enorme potencial que tenemos y la enorme capacidad profesional de los agricultores y ganaderos de nuestra comunidad autónoma. Castilla y León es un territorio muy diverso pero muy productivo en diferentes sectores. Somos la región más productora en leche de oveja y por tanto en quesos (102 millones de Kg), somos la segunda región productora de leche de vaca y lideramos el mercado de ibéricos.
Castilla y León también es la región más productora de remolacha, esta campaña tenemos sembradas 25.000 hectáreas y una contratación de 3.320.000 Tm. con unos agricultores tan especializados que se obtienen medias de rendimientos mayores que en Francia o Alemania, los mayores productores europeos y los más competitivos. También somos los mayores productores de patatas con 840.000 toneladas por campaña. Seguimos siendo el granero de España, en variedades como el trigo, cebada o maíz, y aunque no somos los mayores productores de vino es un sector muy orientado a la calidad, con 9 denominaciones de origen y ponemos en circulación una cifra cercana a los 150 millones de botellas de vino al año.
Gracias a todas las producciones agropecuarias, la industria agroalimentaria de Castilla y León cuenta con más de 3.000 establecimientos, el 60 % en el medio rural, y genera 40.000 empleos. Representa el 10,47 % de las industrias agroalimentarias a nivel nacional.
Por eso volviendo a la pregunta inicial no resulta difícil posicionarse a favor del modelo que más interesa a esta región: Agricultura y ganadería familiar, y modelo social agrario porque producimos calidad, a diferencia de lo que hacen otros. En el campo hay futuro porque tenemos una necesidad tan básica como alimentarnos. Pero los profesionales agrarios, y muy especialmente los jóvenes, necesitan que se les trate con dignidad y que tengan precios justos.
Tenemos un trabajo que está sujeto a las inclemencias del tiempo, al acecho de los amigos de lo ajeno y a dudosas decisiones políticas…Pero a cambio vives en contacto con el campo, aprendes la sabiduría de la madre naturaleza, haces brotar vida de la tierra y sobre todo eres libre, libre incluso para equivocarte y libre también para elegir tus opciones a la hora de enfrentarte sólo a los problemas o buscando apoyo en otros a través de cooperativas y de organizaciones agrarias.
Lo dejó dicho el sabio Cicerón. La agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la profesión más digna para todo hombre libre. Por algo era sabio.