Diario de Valladolid

JUICIO POR EL CRIMEN DE ISABEL CARRASCO

«No estoy arrepentida, por qué iba a estarlo, si dijera lo contrario mentiría»

Montserrat reconoce que en diciembre de 2012 decidió matar a Carrasco porque «le iba a seguir haciendo la vida imposible» a Triana

Monserrat a su llegada a la Audiencia Provincial.-EFE/ J. CASARES (POOL)

Monserrat a su llegada a la Audiencia Provincial.-EFE/ J. CASARES (POOL)

Publicado por
Felipe Ramos
Valladolid

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Todo estaba perfectamente medido en la declaración de Montserrat González, la asesina confesa de Isabel Carrasco. El declarar sólo a su abogado, el mostrar nerviosismo acompañado de olvidos de nombres y calles de León, a lo que contribuyó sin duda su defensa con las continuas interrupciones hasta que el presidente del tribunal lo llamó al orden. Los silencios, la vestimenta, el hablar en voz baja, tanto que el juez tuvo que pedirle que hablara más alto porque no recogía su voz ni la grabación.

Pero todo cambiaba cuando Montserrat González se refería a «ella» o «la Carrasco», como la llamaba con desprecio. Ahí aparecía el odio y la inquina que demostró ese 12 de mayo de 2012 cuando, según ella misma declaró ayer, la asesinó vilmente y por la espalda. Y que volvió a verse ayer cuando su abogado le preguntó si se arrepentía, ahora casi dos años después. «No estoy arrepentida, por qué iba a estarlo», respondió enérgica la asesina confesa. «Porque ya ha pasado un tiempo y quizás…», replicó el letrado a quien no lo dejó ni terminar: «Si dijera lo contrario mentiría».

Fue en diciembre de 2012, después de que un intento del sector crítico con Carrasco –entre los que incluyó al hoy alcalde Antonio Silván, al presidente de la Diputación, Juan Martínez Majo, al ex alcalde de Ponferrada, Carlos López Riesco, y al ex senador, Juan Morano, de los que dijo se habían reunido en Astorga– por colocar a Javier García-Prieto al frente del partido fracasara porque Mariano Rajoy apoyó a Carrasco.

«Estaba con ilusión de que saliera García-Prieto y cuando vi que Rajoy no le había dejado decidí que la iba a matar. Es que ella iba a seguir haciéndole la vida imposible a mi hija y decidí matarla», declaró, a la vez que reconoció que fueron García-Prieto y ‘Pano’ –Cipriano Elías Martínez– quienes apadrinaron a su hija en el PP y quienes le prometieron el puesto en la Diputación.

Aseguró que se puso a buscar un arma en su ordenador y que cuando Triana la vio le dijo: «Voy a comprar un arma para matar a Carrasco, y se calló». Claro que, a los pocos días, según la declaración de la asesina confesa, Triana cambió: «Me dijo que no se me ocurriera, que no lo hiciera». Lo que contrasta con la investigación y el sumario del caso, en el que se asegura que la hija de la asesina confesa la ayudó en la búsqueda de armas y de munición por internet y a hacer los seguimientos a Carrasco.

Montserrat contó que desoyó el consejo y en las navidades de ese año se hizo con un arma en Gijón gracias a una amiga que le puso en contacto con el comprador, quien le regaló otra y una navaja y le enseñó cómo disparar. «¡No era tan difícil!», remarcó. Viendo una película, declaró, buscó hasta un silenciador.

Insistió en que Triana permanecía ajena a su plan porque no quería hacerla sufrir más. «Bastante estaba ella... como para meterla en un problema. Era lo que me faltaba», aseguró después de explicar que tampoco participó en las vigilancias que ella hizo al domicilio de la víctima.

«Fue una casualidad». Así se refiere Montserrat a su encuentro con la presidenta del PP la tarde del 12 de mayo en la que la mató. «Ni yo sabía que iba a pasar ese día. Cuando la veo que va a cruzar el paso de peatones para ir por la pasarela, iba sola, yo llevaba el arma y llamé a Triana para decirle que se fuera para el coche. Ella (Triana) me vio nerviosa y le dije ‘veo a la Carrasco y se va a cagar’». Su hija le pidió que no hiciera nada, que la esperase a ella. «Colgué el teléfono», indicó.

«Cuando llegué y me iba acercando, venía gente, fui más despacio y luego... yo le di en la espalda y después le di más pero tampoco sé dónde le di», describió con titubeos constantes y frases inconclusas el momento en que le descerrajó los cuatro tiros, uno fallido, a Isabel Carrasco. Aseguró que después de cometer el asesinato abandonó el lugar y se deshizo del bolso donde llevaba el arma «porque no lo necesitaba para nada y no tenía más el revólver, una navaja y 50 euros».

La asesina confesa declaró que los agentes le preguntaban con insistencia por el arma, que ella les dijo que la había tirado. Montserrat declaró que no tenía ni idea de por qué estaba también detenida su hija y que durante el interrogatorio trajeron a Triana. Ellas pensaron que se quedaban a solas.

«Me dijo que qué había hecho y que ella había recogido el arma; pensaba que era de su padre», manifestó. Su hija le dijo que la tenía una policía local, pensando que los agentes no las escuchaban. «Nos dijeron que teníamos que decir que le había dado el arma y que después, si eso, aparecería. Me fie de los policías e hice lo que me dijeron porque pensé que me estaban haciendo un favor», señaló.

Añadió que no hizo caso a las indicaciones de su abogado, amigo de su familia, porque optó por hacer caso a los policías y repetir en el juzgado lo que los agentes le habrían dicho que declarase sobre el falso encuentro con su hija en un pasadizo tras cometer el asesinato.

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