Diario de Valladolid

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El amigo del fallecido por una paliza en Chañe declara que no vio señales de golpes cuando llamó al 112

El presunto homicida dice que sólo le dio un “manotazo” y las técnicos de transporte sanitario ratifican que no apreciaron signos de violencia pese a las múltiples lesiones que revela la autopsia

Juicio por la muerte a golpes de un joven en Chañe (Segovia)-Ical

Juicio por la muerte a golpes de un joven en Chañe (Segovia)-Ical

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El amigo del joven, que murió a causa de una paliza tras una discusión en Chañe (Segovia), reconoció en el juicio que no apreció signos de violencia en la víctima cuando se decidió a llamar al 112. Tampoco vio la agresión que sufrió a manos de su presunto homicida, quien sólo admitió haberle dado un “manotazo” en la cara, mientras que las técnicos de transporte sanitario que acudieron con la ambulancia tras recibir el aviso ratificaron su versión de que el hombre sólo aparentaba sufrir una intoxicación etílica.

La sala de vistas de la Audiencia Provincial de Segovia acogía hoy la primera sesión del juicio por el crimen de Chañe del 8 de mayo de 2011. En la causa, aparte del presunto autor material, que se enfrenta a una petición de 12 años de prisión, y dos amigos de éste por omisión del deber de socorro, están acusadas de homicidio por imprudencia grave (18 meses) la conductora y la camillera que atendieron la incidencia, ya que según la Fiscalía confundieron la paliza con una intoxicación etílica.

V.C.Z., de 30 años y nacionalidad rumana, sufrió una doble fractura craneal, “diversas erosiones, excoriaciones, eritemas y hematomas en mandíbula, párpado derecho, rodilla izquierda, cresta ilíaca izquierda, ambas manos y brazos”, además de daños en un riñón y el hígado, según reveló la autopsia. Murió el 9 de mayo de 2011, un día después de ser agredido al salir del bar El Pino, también conocido como ‘La discoteca’.

La defensa del principal acusado da por válida la versión de que éste sólo le dio un golpe. Sostiene que “unas lesiones tan bestiales” habrían sido detectadas por las técnicos de transporte sanitario y, por tanto, deduce que tuvo que recibir la paliza en las cinco o seis horas que pasaron entre la primera ambulancia y la segunda, la que le recogió en casa de un familiar en Coca (Segovia), donde la víctima estaba ya prácticamente agonizando.

La versión del presunto homicida

Con estos precedentes se iniciaba la sesión con la declaración del presunto homicida. C.V.D., de 43 años y también de nacionalidad rumana (como todos los implicados, salvo las técnicos), dio su versión de lo ocurrido con la ayuda de una intérprete. Relató que V.C.Z. estaba borracho y ofreció “10 o 20 euros” a dos mujeres del grupo del acusado para que salieran con él fuera; no lo dijo de forma explícita pero, presuntamente, les habría ofrecido el dinero a cambio de mantener relaciones sexuales.

V.C.Z. se encontraba en ese momento en la pista de baile con V.I., el amigo que horas después llamaría al 112. Entonces se inició una discusión con ambos en la que el principal acusado asegura que no participó, ya que se desarrolló fuera del bar “durante 15 o 20 minutos”. Además, añadió que los dos amigos también estuvieron discutiendo entre ellos toda la noche e incluso dijo que V.I. le llegó a dar una bofetada a V.C.Z.

Después regresaron todos al interior del establecimiento, que apagó la música y empezó a cerrar poco después, cuando V.C.Z. rompió una botella de cerveza contra el suelo. Al salir del bar, sobre las 2 de la madrugada, el principal acusado señaló que estaba esperando que saliera el resto de su grupo para marcharse cuando salieron la víctima y su amigo. Le “preguntó” por qué no había dejado de molestar a las mujeres de su grupo, V.C.Z. le llamó “gitano” y entonces le dio un golpe “con la palma de la mano en la boca”.

El presunto homicida llegó a tumbarse en la sala de vistas para escenificar como se quedó el agredido, en el suelo “boca arriba”, y añadió que poco después salieron el resto de miembros de su grupo y se marcharon. Hasta ahí llegó la agresión, según su versión.

Tras C.V.D. fue llamado su hijo, uno de los acusados de omisión del deber de socorro, quien declinó volver a dar su versión y se remitió a lo que ya había declarado antes del juicio, que él se encontraba en el interior del bar y no vio ninguna agresión. Al salir del establecimiento vio a la víctima tendida en el suelo, pero nada más.

El otro acusado de omisión del deber de socorro, por su parte, aseguró que fue de los últimos en salir del bar y tampoco vio nada, versión que según la fiscal no coincide con la que dio antes del juicio y de la que se desentendió, incluso hasta no reconocer como suyo el relato de haber sido testigo de varios golpes. En varias ocasiones subrayó que no sabe español, alegando de forma velada sus problemas con el idioma.

Intoxicación etílica, según las técnicos

Las dos técnicos de transporte sanitario sostienen que el paciente no podía presentar semejantes lesiones cuando le atendieron porque se habrían percatado de ellas. Reconocieron que no tienen más formación médica que un curso de primeros auxilios, por lo que se limitaron a una exploración superficial, pero consideran que habría sido suficiente para detectar los daños de una paliza.

Conductora y camillera son los ojos y los oídos del médico regulador que las dirige desde el centro coordinador de la asistencia y, en este caso, recuerdan que pasaron alrededor de una hora con el paciente. “Tiene una borrachera que no puede con ella encima, y se acabó", se escucha en la grabación de una de sus conversaciones telefónicas con el centro de salud.

Tomaron el pulso a la víctima con la mano y un reloj, comprobaron la reacción de sus pupilas con una linterna y, en una segunda exploración, después de que la Guardia Civil les advirtiera de que el paciente podía haber sido agredido, le levantaron la camiseta para buscar lesiones en el tórax y la espalda, aparte de examinarle la nariz, los oídos y la boca. “Está dormido, cuando le alumbramos le molesta. Está meado y cagado, tiene una borrachera...”, informó una de las técnicos al médico regulador, tal y como recoge la grabación.

Las dos subrayaron también que no son ellas quienes deciden si se lleva a cabo un traslado, aunque admitieron que, al no apreciar signos de violencia, no informaron a la autoridad médica de que el paciente podía haber sido agredido. Asimismo, insistieron en que la decisión de no trasladar al paciente no les corresponde a ellas, sino al Sacyl (a través de la Gerencia de Emergencias y, por tanto, el centro coordinador), aunque al ser preguntadas directamente sobre quién decidió en este caso, no llegaron a ofrecer una respuesta clara porque aseguraron que no lo recuerdan. Finalmente, las técnicos relataron que la víctima fue trasladada en el vehículo particular de un amigo a casa de un familiar en Coca.

En la sesión de tarde llegó el turno de los testigos y, entre ellos, dos amigos de la víctima que compartieron con él aquella noche. Los dos declararon que no vieron la agresión, aunque ambos la dan por hecha y, a diferencia del presunto homicida, en sus relatos afirmaron que el principal acusado y su grupo les estaban esperando fuera del bar.

Uno de los amigos que declararon fue V.I., que también formó parte del altercado del bar, pero se quedó en el interior llamando por teléfono a otro amigo para que le fuera a buscar y evitar así la agresión, mientras V.C.D. se decidió a salir. Él fue quien llamó al 112 informando de que el agredido estaba “borracho”, sin más, porque aseguró que entonces todavía no sabía nada de español y no supo decir que había recibido una paliza. Sin embargo, al ser preguntado por uno de los magistrados ponentes de la sala si apreció “alguna contusión visible” en el rostro de su amigo, V.I. respondió que no.

Tercera sesión señalada para el día 16

La defensa, por tanto, mantiene sus dudas sobre el verdadero autor de la paliza y cuándo la habría recibido. Insiste en que el principal acusado sólo le habría dado un golpe que no le dejó señal y la agresión mortal habría sido posterior, en las horas que transcurrieron entre las 3.30 y las 9.30 de la mañana. En cualquier caso, esta fue sólo la primera sesión y todavía quedan más de una veintena de testigos por declarar, aparte de peritos y agentes de la Guardia Civil, por lo que el presidente de la Audiencia, Ignacio Pando, ya ha señalado una tercera sesión para el 16 de octubre, aparte de la que se celebrará este jueves.

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