El pequeño pueblo de Valladolid de 201 habitantes y cien mil turistas que está de cumpleaños

El pueblo rey de los ranking de belleza de España, de los destinos culturales y el campeón de espectaculares fotos en redes sociales sin filtro. Una mezcla de patrimonio, ocio, historia medieval y paisaje convierten Urueña en uno de los pueblos de Valladolid más atrayente para los turistas.

La única Villa del libro de España es famosa por sus librerías y su legado medieval, pero ha logrado además otro hito nada sencillo: recibir «en torno a cien mil turistas» en el último año, a pesar a ser un pueblo de Valladolid de apenas 201 habitantes.

Así lo revela un estudio de posicionamiento telefónico con datos de Telefónica facilitado a Urueña desde la asociación de Los Pueblos Más Bonitos de España de la que forma parte desde 2013.

«Somos pueblo, pero enfocado al turismo cultural y del libro», señala el alcalde, Francisco Rodríguez, sobre esta localidad medieval que se esmera en acoger al visitante. Le ofrece una ruta por los templos de los libros, acompañada de reclamos gastronómicos y aderezada con una muralla, sus calles empedradas y las llamativas vistas de postal desde su mirador.

Con todos estos elementos, Urueña aparece como uno de los pueblos más bonitos de España en varias clasificaciones. En recomendaciones de usuarios de Instagram y Tik Tok se repite su nombre asociado a la recomendación que no falla y en revistas de viajes no falta la referencia a esta villa con encanto en la que se respira cultura y tradición a cada paso.

«Es un pueblo eminentemente turístico que forma parte de la red de los más bonitos de España», subraya el regidor. «El esfuerzo de que sea uno de los destinos turísticos de primera viene de tiempo atrás con el turismo cultural impulsado por Joaquín Díaz, por todo el patrimonio, la muralla...».

Precisamente en Urueña se encuentra la sede de la Fundación Joaquín Díaz que promueve «la valoración y difusión del patrimonio legado por la tradición».

Cumpleaños del Conjunto histórico artístico

Este 2025 resulta especial para Urueña porque está de cumpleaños: cumple el 50 aniversario de su declaración como Conjunto Histórico Artístico en 1975 «por la ermita y la muralla».

Desde el mirador, además de las típicas fotos que proliferan en redes y en el ‘carrete’ de los usuarios, que a menudo es el propio móvil, destaca el horizonte y sus puestas de sol captados desde uno de los altos de la muralla de Urueña, convertido en un punto imprescindible en cada visita.

Y la vida cambió en Urueña

Cuentan quienes viven en invierno y en verano en ella, que cuando «la Diputación eligió Urueña, que ya tenía relación con la cultura por el etnógrafo y músico Joaquín Díaz, para el proyecto de Villa del Libro la vida cambió y los recursos culturales se multiplicaron».

De hecho, su mayor tesoro son aquellos que cobijan los libros: ahora están en funcionamiento nueve librerías de las doce existente. Otra está a punto de abrir y dos más, en proceso de asignación para volver a alcanzar la docena. «Eso es algo singular que tenemos, nos conocen por el lema de que ‘hay más librerías que bares’ y llama mucho la atención», precisa Francisco.

El fin de semana el turista es la estrella, mientras a diario, aunque no faltan quienes se acercan a descubrirlo porque «raro es el día que no venga un autocar con niños o mayores», se vive parecido a otros enclaves rurales.

«De los 201 habitantes censados, los 365 días del año estaremos la mitad, y el día a día es como el de cualquier pueblo. Por las tardes los mayores juegan la partidita en el centro social, viene el panadero...».

El colegio, ese elemento de arraigo contra la despoblación, resiste, pero in extremis. Presenta el mínimo de alumnos exigido por la Junta para mantenerse abierto. Apenas tres niños de una familia que trabaja en una explotación agrícola lo sostienen en lo que podría llamarse casi clases particulares. «Es importante mantenerlo abierto, pero, claro, en los pueblos la gente se va haciendo mayor y es ley de vida», lamenta el alcalde.

Pasar por allí un martes o un miércoles supone descubrir movimiento en torno a un chato de vino o un café en el bar Mesón Villa Urueña y en el centro social municipal. El fin de semana, cuando el pueblo se llena, abren los otros tres establecimientos hosteleros. Pronto serán otro más porque Los Lagares, que cerró por jubilación, reabrirá el próximo mes.

Otro de los faros del lugar es la tienda kiosco de Teodoro. Los días fuertes hay cola para pedir, los otros, tranquilidad.

Para resolver la falta de farmacia disponen de una fórmula original y alternativa que alivia: el botiquín farmacéutico: «Depende de la farmacia de Villardefrades de Rocío y dos días a la semana viene para dispensar medicamentos a los vecinos de aquí».

El médico y la enfermera, Antonio y Eva, son la dupla que nunca falla. Dos días por semana acuden a ‘auscultar’ Urueña.

Y la proliferación de alojamientos (tres casas rurales, un hotel rural y una vivienda de uso turístico) resulta decisiva para alimentar la vertiente turística del pueblo. Como también son fundamentales sus museos: el centro E-Lea Miguel Delibes, el Museo del cuento, el de las campanas y el Centro Etnográfico Joaquín Díaz. «De nuestro turismo sale algo más y es que también se nutren las localidades de alrededor, como San Cebrián de Mazote, Torrelobatón o La Espina», subraya el alcalde de Urueña.

Contentos con su situación actual, los vecinos del pueblo esperan «no perder servicios». «Ojalá que nos mantengamos como estamos». Con ese punto de «magia» que atrapa a lectores y no lectores.