El arte de conservar el pasado desde Simancas

El Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Simancas, pionero en España desde 1987, conserva el patrimonio cultural de nuestra comunidad desde sus inicios.

Su principal función es la conservación y la restauración de los bienes muebles, aquellos que pueden ser trasladados, y la restauración o el apoyo de los bienes inmuebles, aquellos que no se pueden desplazar.

El centro, adscrito a la Junta de Castilla y León, recibe bienes muebles tanto públicos como privados (Iglesia) al contar con mayores recursos para conservar y restaurar las obras. Su mayor objetivo es la conservación por encima de la restauración, lo «preventivo frente a lo curativo» según Alberto Plaza Ebrero, fotógrafo de la institución.

El Centro de Simancas es un referente para la conservación del patrimonio cultural en Castilla y León (300.000 bienes muebles registrados). Esta riqueza cultural cada día cobra mayor relevancia en la sociedad según Juan Carlos Prieto Vielba, Director General de Patrimonio Cultural de Castilla y León, al afirmar que «cada vez hay más conciencia sobre la conservación y la restauración».

Una de las principales ventajas que tiene el centro es contar con diferentes departamentos especializados que permite la colaboración en equipo para el tratamiento de las obras. Este trabajo multidisciplinar permite obtener la imagen global de su valor artístico, técnico y arqueológico.

El centro cuenta con cuatro departamentos especializados que se complementan con el apoyo técnico de otras áreas como el laboratorio fotográfico.

Paloma Castresana Antuñán, encargada del Departamento de Documento Gráfico, trabaja actualmente en la restauración de un tumbo, también conocido como libro de becerro, un códice en pergamino que recopila documentos oficiales de la Iglesia. El códice que data del siglo X y XI, contiene manuscritos desde los años 700 y 800. Esta recopilación de documentos se pueden considerar «los primeros libros de registro de la historia» según Castresana.

El proceso de restauración de este códice es muy complejo. Primero requirió un desmontaje de los cuadernillos debido al estado de deterioro de la encuadernación. Después de esta primera fase comienza la limpieza tanto superficial como profunda (hoja por hoja). El códice necesita un procedimiento de hidratación y desinfección que termina con un secado controlado y su alisado. Una vez cumplidos estos pasos comienza el proceso de reintegración de las zonas pérdidas. Al finalizar, se vuelven a montar los bifolios (hojas de papel doblada por la mitad, creando dos hojas o cuatro páginas) y formar los cuadernillos.

La restauración del códice tiene como principal objetivo recuperar la funcionalidad del libro, que se pueda estudiar y manipular, respetando siempre el documento original con intervenciones mínimas. Una vez restaurado se procede a digitalizar el libro para mejorar su acceso.

Juan Carlos Prieto Vielba afirma que «el restaurador bueno no solamente tiene todos los conocimientos, la técnica, sino que interpreta bien, cuando hay que reintegrar no sobreactúa».

El centro está restaurando actualmente un conjunto de piezas de armadura, entre ellas un casco y una máscara de caballo, que proceden de una excavación arqueológica de un edificio de la Junta de Castilla y León. Estas piezas forman parte de una colección halladas en el Palacio de Peñaranda de Duero (Burgos) durante las obras para convertirlo en un castillo termal.

Las piezas se encontraron sepultadas en un pozo, ocasionando que algunas estén en un estado de deterioro considerable debido a la corrosión.

Ángel Luís García, restaurador de materiales inorgánicos, trabaja en esta colección que se expondrá en la Feria del Patrimonio Cultural, la Cultura y el Turismo Cultural (AR-PA) celebrada del 13 al 16 de noviembre de este año.

Juan Carlos Martín García, restaurador del Departamento de Pintura y Escultura trabaja en la reintegración a color de la talla de un Cristo (siglo XVII) procedente de la Catedral de Salamanca.

La peculiaridad de esta talla es la composición: caña de maíz y papelón. Su origen procede del actual México y, cuando llega a Castilla, se añade esta técnica constructiva a la nueva cultura, permitiendo que se hagan más tallas parecidas cambiando la técnica. En cuanto a los materiales, se empieza a usar el papel amate, cuyo nombre forma parte de uno de los proyectos del centro, y se usa la madera de colorín para manos, pies y ensambles. Estos cristos tienen unas características muy similares: livianos, frágiles. Sin un gran acabado de modelado ni de talla.

En este caso el criterio funcional pasa a segundo plano, siendo el criterio estético el que predomina. Esto se debe a que la talla no se manipula de ninguna manera.

Una de las mayores características de la restauración es que el trabajo tiene que ser discernible (no necesariamente a simple vista) y reversible para facilitar la identificación del original y cambiar lo restaurado si fuese necesario. Esta identificación permite que se pueda volver a restaurar la obra quitando los elementos no originales si surgen nuevas técnicas o vuelve a deteriorarse.

Su compañera, Regina Cubría Flecha, trabaja en la restauración de un lienzo de grandes dimensiones. La obra tuvo 3 intervenciones, 2 de ellas muy extremas que cambiaron desde la composición hasta el cromatismo. Pasaron, por tanto, de una obra con tonos pasteles a una con un contraste claro-oscuro bastante fuerte y mayor dramatización.

La última intervención aportó varias capas de barniz superpuestas. Estas capas no son homogéneas, sino qué van aumentando la intensidad en ciertas áreas del cuadro. Se estima que la tercera intervención fue a principios del siglo pasado, sobre 1930.

«Cuando se tiene una situación tan compleja como esta en la que una obra está encima de otra, saber hasta donde se puede llegar es un momento muy difícil, explica Alberto Plaza. Por ello, el equipo de restauradores del centro estudia y analiza el ejemplar, junto con el apoyo del laboratorio de física y química.

El Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Simancas cuenta con un eje central por el que pasan todas las obras, el alma de la restauración: el laboratorio de física y química.

Los encargados de este área son la química, Rebeca Calvo Carrasco, y el físico, Francisco Husillos González. Ambos se encargan de la primera fase de todas las obras antes de usar cualquier procedimiento.

Una restauración tiene que tener un análisis y estudio previo para poder conocer en profundidad como abordar la obra. Esta primera etapa consiste en tomar pequeñas muestras de los materiales como pintura o tela e imbuirlas en una resina para poder ver su valor estratigráfico, para poder ver sus componentes «por capas». Los análisis estratigráficos permiten diseccionar las micromuestras que proporcionan los restauradores con un corte trasversal, mostrando capa por capa los componentes. La capa inferior contiene los componentes más antiguos, mientras que la superior (la primera capa), los más recientes.

Este proceso de caracterización es una fase crucial para las labores de los restauradores. Saber qué materiales compone una obra permite recomponerla o conservarla en las condiciones adecuadas.

El laboratorio trabaja proporcionando apoyo en la restauración del lienzo del Departamento de Pintura y Escultura. Ambas áreas trabajan conjuntamente debido a la complejidad de la obra y a las numerosas capas de pintura y barniz que las componen.

El laboratorio no sólo apoya al centro, también trabaja con intervenciones exteriores ya sea de bienes muebles o bienes inmuebles. Estos respaldos suelen ser con obras de la Dirección General como los yacimientos arqueológicos.

Alberto Plaza Ebrero, encargado del laboratorio fotográfico, registra toda la documentación gráfica desde su estado inicial y su proceso de restauración hasta su estado final. En su estudio, Plaza se encarga de realizar las fotografías pertinentes con diferentes métodos para poder ver la realidad de una pieza.

Los bienes muebles que recibe el centro para su conservación y restauración pasan por el análisis a través de estas fotografías con métodos como las reflectografías infrarrojas o las fotografías de fluorescencia inducida por luz ultravioleta. Estas técnicas no invasivas se usan para revelar imágenes, modificaciones ocultas, tintas de diferentes épocas... Estas estampas ofrecen las pautas necesarias para que los restauradores puedan tomar muestras o conozcan la forma de intervenir en una obra.

El centro, actualmente en obras, ofrece visitas técnicas (universidades, escuelas de restauración...) y generales (colegios) a los centros que lo soliciten previamente. Una vez terminadas las reformas para la ampliación del edificio, el centro volverá a recibir visitas guiadas.