La plaza de los comediantes y teatreros de Valladolid
Conocida como la de Coca, bien podría llamarse la del 'espectáculo'. Antes del famoso cine que cerró en 2003, acogió el Teatro de la Comedia y el Gran Teatro. Una estatua que homenajea a los actores y otra a la sirenas le dio un nuevo aspecto tras su remodelación en 1996
Tiene un nombre (el oficial y un sobrenombre (el cotidiano). Bien podía haberse llamado la plaza del espectáculo, la del teatro (como llegó a conocerse en un pasado lejano), la de la comedia o, incluso, la de las sirenas. Pero en el callejero aparece como la plaza de Martí y Monsó por un pintor valenciano afincado en la ciudad, y en el imaginario popular, como la de Coca. Y eso que el cine al que correspondía esa denominación postiza pero extendida hace ya dos décadas que fundió a negro definitivamente.
Al margen de cómo se la conozca, lo cierto es que se trata de una de las plazas más famosas del centro de la ciudad, de las más activas, de paso y, sobre todo, de terraceo.
Ha sufrido cambios muy bruscos a lo largo de su historia, el último significativo data de 1996, cuando se llevó a cabo su remodelación más reciente y se peatonalizó. Desaparecieron esos coches aparcados que algunos recuerdan de las veladas cinéfilas y se instalaron dos esculturas que nutren ahora su identidad más reciente: la del comediante, esa estatua a escala humana que rinde tributo «al actor ambulante que llevó durante tantos años su arte por multitud de pueblos y ciudades», según explicó en su momento el artífice, Eduardo Cuadrado. Y para potenciar el homenaje al itinerante, una maleta, un ropaje desgastado y raído y un dos máscaras a su espalda propias de los cómicos ambulantes.
Su ubicación dentro de la propia plaza no es arbitraria. Se encuentra frente al solar en el que se levantó el Teatro de la Comedia, «el único teatro que Valladolid tuvo hasta el siglo XIX», según recuerdan en el propio portal web de Turismo del Ayuntamiento de Valladolid. En ese mismo espacio estuvo más tarde el Cinema Coca, y permanece el regusto para siempre en el imaginario colectivo de quienes probaron sus palomitas, sus butacas y su gran pantalla.
El Teatro de la Comedia, de dos pisos, data de antes de 1636 cuando la plaza también llevaba esa denominación: la plazuela del teatro o la plaza de la Comedia. Cuando ya sólo servía de sala de baile fue demolido. En 1900. Pero el arte siguió marcando el negocio de ese lugar. Lo reemplazó el Gran Teatro, que se estrenó en 1920 y apenas tuvo un recorrido de nueve años. Un año después nació el cine Coca.
En el otro extremo está la fuente de las sirenas, un conjunto escultórico en bronce del mismo año con motivo de la remodelación. El diseño de la fuente lo firma María Escribano, y la escultura, Concha Gay.
Lo que primero fue el teatro, y más tarde el cine, ahora se ha convertido en viviendas particulares tras demolerse el anterior edificio. La primera vez que el Cinema Coca abrió sus puertas fue el 15 de marzo de 1930 y los recortes de anuncias y de entradas de la época reflejan cómo se llamaba el ‘Gran Cinema Coca. Palacio del cine’. El nombre se debió a su propietario, Julián Coca García. Las primeras sesiones eran de cinematógrafo y ya en enero del año siguiente, del 31, se exhibió la primera película de cine sonoro. Al final, tras varios retoques, tuvo tres salas y fue sede en varias ediciones de la Seminci. Su despedida llegaba el 12 de enero de 2003 y en su cartelera estaban títulos como ‘Harry Potter y la cámara secreta’, ‘Santa Claus 2’, ‘El Gran Dictador’ o ‘El Señor de los Anillos’.
Con esta plaza ha pasado como con la gran mayoría de la ciudad y sus cambios en el callejero han sido frecuentes. A finales del siglo XVI se la conocía como calle Nueva de San Llorente o de San Lorenzo. El nombre definitivo, plaza de Martí y Monsó, llegó poco después del fallecimiento del pintor y director de la Escuela de Bellas de Valladolid, José Martí y Monsó (Valencia, 1840-Valladolid, 1912).
Lo que sí se ha mantenido en el tiempo es su perfil como zona de encuentros y diversión nocturnos. Bajo los soportales permanecen bares que acumulan años en esa plaza; también en los otros laterales. La Comedia, La Tuba, Caruso, La Teja... Pero no sólo locales de fiesta, también gastronómicos con Villa Paramesa, la taberna Wabi Sabi o el restaurante La Mina.
Precisamente desde detrás de la barra de este establecimiento, José María Trapote señala que «sigue siendo una plaza de salir». En Villa Paramesa, los hermanos José, Alicia, Javier y Jesús CastrodezaBenito regentan el negocio que se trasladó allí en plena pandemia, en 2020. «Estamos muy contentos aquí, disfrutando de nuestro trabajo. Llevamos 25 años en esto con una clientela muy fiel. Lo peor es que está poco iluminada cuando los negocios cierran. Es una plaza tranquila, segura y también hay afluencia del turismo, se nota que estamos al lado de la plaza Mayor», comentan y rememoran cuando ellos venían en otra época a salir por la noche. «Ahora se ha convertido más hacia el tardeo», apuntan. También recuerdan «aparcar en la plaza» y haber visto en el Coca películas como ‘Titanic’ o ‘La Guerra de las Galaxias’.
Los ruidos son un asunto que acompañan a la plaza desde siempre, pero la sensibilidad hacia los mismos se ha acentuado. El Ayuntamiento designó el entorno como zona acústicamente saturada, lo que supone una limitación de horarios de apertura y otras medidas que buscan tratar de mitigar el sonido que pueda molestar al vecindario, aunque aún no ha bajado los niveles de ruido. Sigue por tanto el desafío de encontrar un equilibrio entre los residentes y la noche.
La plaza Martí y Monsó en otra época
La plaza Martí y Monsó en otra época
La plaza Martí y Monsó antes de cambiar de rostro
La plaza Martí y Monsó antes de cambiar de rostro
Una plaza de película
Una plaza de película
Una plaza de película
Una plaza de película
Una plaza de película
Una nueva imagen para la plaza del espectáculo
Una nueva imagen para la plaza del espectáculo
Una nueva imagen para la plaza del espectáculo
Un viajero peculiar
Unas sirenas presiden la fuente de Coca
Martí y Monsó se llena de música con la Feria de Día
Martí y Monsó se llena de música con la Feria de Día