Diario de Valladolid

BARRIO A BARRIO | CALLES Y PLAZAS

La calle de Valladolid que surgió de un error histórico

La calle Colón de Valladolid con la Casa Museo Colón al fondo en 1970 - ARCHIVO MUNICIPAL

La calle Colón de Valladolid con la Casa Museo Colón al fondo en 1970 - ARCHIVO MUNICIPAL

Publicado por
Fernando Martín
Valladolid

Creado:

Actualizado:

El lugar de nacimiento de Cristóbal Colón se mantiene como un enigma, por más que  la ciudad italiana de Génova se considere su cuna natal. Lo que está claro y documentado es que el almirante que descubrió el nuevo mundo falleció en Valladolid, en el desaparecido convento de San Francisco, ubicado en el lugar que hoy ocupa el teatro Zorrilla. Allí dictó testamento el 19 de mayo de 1.506 y murió al día siguiente. 

Aunque el lugar del fallecimiento de Colón no admite dudas, desde finales del siglo XIX  Valladolid alimentó una confusión histórica al situar la muerte del navegante en una casa de la calle que hoy lleva su nombre . La calle Colón es corta, empieza en el cruce de la Juan Mambrilla con Cardenal Mendoza y termina junto a la Facultad de Medicina, pero encierra una de las historias más pintorescas de la ciudad, a la postre mentira. Juan Agapito y Revilla,  revisionista de la historia de Valladolid, lo llamo «una tontería histórica» y calificó  como un «capricho» la decisión adoptada en 1854 de ponerle el nombre de Colón a una calle que se llamaba Magdalena desde el siglo XIII.

Fue una concatenación de circunstancias las que llevaron a las autoridades municipales del momento a cambiar primero el nombre de la calle y luego colocar, en 1892,  una placa con la inscripción ‘Aquí murió Colón ’  en la que se consideró durante años su casa en Valladolid.

En la vivienda en cuestión habitó un tal Diego Colón, quien no tenía nada que ver con el navegante, y dado que se sabe que el auténtico visitó Valladolid en tres ocasiones, siempre tras la Corte en busca de financiación para sus viajes, cuajó la idea de que en aquella casa pudo vivir e incluso morir el almirante. 

Las investigaciones revelaron, sin embargo, que el tiempo máximo que permaneció en la ciudad durante una de sus visitas fue de un mes y, por tanto, parecía poco probable que Colón comprase una casa en una ciudad de paso para él. Aaron Fernández, quien ejerce de educador en la Casa-Museo de Colón y sabe todo sobre la vivienda y el almirante, explica que durante sus visitas a Valladolid se alojó en monasterios, entre ellos el de Villa de Prado, pero esa sería otra  historia.

Lo cierto es que la patraña de la casa de Colón fue desmentida por los hechos, pero alguien pensó que la realidad no puede cambiar un error mantenido durante tanto tiempo y que además no resultaba tan sangrante dado que, a fin de cuentas, el navegante murió en Valladolid, sólo que en otro sitio. Al final,  tanto el nombre de la calle como la placa se mantuvieron.

La frase ‘Aquí murió Colón’  puede leerse en una pared del patio que da entrada  a la vivienda que se atribuyó al almirante y que desde 1968 alberga la Casa Museo de Colón . Allí el visitante puede sumergirse en un recorrido por la azarosa vida del navegante, sus viajes, su muerte y el peregrinaje de sus restos hasta recalar en Sevilla, donde se supone que reposan, aunque hay otra tumba en la República Dominicana, un guiño al almirante como puente entre dos mundos.  La «tontería histórica», que dijo Agapito y Revilla, no acabó tan mal y la Casa Museo de Colón es hoy el lugar más visitado, junto a la iglesia de la Magdalena, de esta  pequeña pero relevante calle de la ciudad.

El edificio, que mantiene la misma estructura que tenía la casa atribuida al almirante, se renovó en 2006  con la incorporación, en uno de sus laterales, de un pequeño edificio, también utilizado como museo, que es una réplica del palacio virreinal que tenía Colón en la República  Dominicana.

Próxima a la plaza de San Juan,  la zona que albergó la movida estudiantil allá por los años 80, Colón es hoy una calle tranquila, demasiado según los propietarios de los escasos establecimientos abiertos.

El café bar Otero es  un clásico de la calle. Abierto en 1985,  al frente del negocio está Óscar Mayo, quien tomó las riendas de su padre. El local está en una esquina estratégica, próximo a la Facultad de Medicina y frente a la iglesia de la Magdalena. Mientras uno se toma un café puede contemplar desde del bar el escudo de la  iglesia «el más grande del mundo», afirma  el propietario. Mayo reconoce que son «los estudiantes los que dan vidilla» a la zona y lamenta que en 1993 trasladarán a la iglesia convento de San Nicolás y San Quirce la imagen del Cristo del Perdón, depositada en la iglesia de la Magdalena desde 1954. El traslado de la imagen, que sale en procesión el día de Viernes Santo, «se notó mucho», afirma.

En la esquina opuesta, y en la otra acera, otro local emblemático que resiste, rodeado de comercios con el cierre echado. El establecimiento de ropa infantil ‘Onbaby’ lleva más de cuatro décadas en la calle Colón y   Ana Isabel, con 37 años al frente de la tienda, recuerda que en ese lugar «empezó Bayón», el comercio de ropa infantil más conocido de la ciudad, ubicado en los soportales de Fuente Dorada, en la esquina con la calle Platerías.

Pese a ser Colón una zona céntrica, no por eso se ha librado de la crisis que afecta al pequeño comercio , con independencia de la zona de la ciudad en que se ubique, y Ana Isabel reconoce con pesar que los establecimientos «ha ido cerrando» y hoy son más que los que tienen el cierre bajado que los abiertos.

Muy cerca de Onbaby, en la esquina de  Colón con la calle Velardes, estuvo en su día el bar Cartablanca, uno de los establecimientos con solera de la zona. El bar desapareció hace ya años y tras albergar el local diferentes negocios, hoy es uno más de los que se encuentra cerrado.

Y del presente, de nuevo al pasado. Más allá del embrollo de la casa de Colón, la historia, en este caso verdadera, dejó su huella en esta calle. Además de tener en su fachada el escudo más grande del mundo, que ya es decir, en la iglesia de la Magdalena  reposan los restos del religioso y militar Pedro de Lagasca, un abulense que  fue nombrado presidente de la Real Audiencia de Lima por Carlos V en 1546, con la misión de acabar con la rebelión de Gonzalo Pizarro en el Virreinato del Perú.

Fue el propio Lagasca el que en 1566 reconstruyó la iglesia, cuyos orígenes se remontan al siglo XII, para reposar tras su muerte y así fue. El sepulcro de Lagasca, construido en alabastro y jaspe por Esteban Jordán, es uno de los atractivos escultóricos de La Magdalena. 

Pasado y presente se mezclan  en la calle Colón, como ocurre en todo el casco histórico de la ciudad, aunque aquí la historia hizo un quiebro para meter con calzador a un personaje histórico que hoy tiene cuatro lugares de peregrinaje en Valladolid: la calle y la casa-museo con su nombre, la plaza de Colón, con el conjunto escultórico que estaba destinado a Cuba, pero al final se quedó en la ciudad, y el verdadero lugar de su muerte, el desaparecido convento de San Francisco, en el lateral de la plaza Mayor que ocupa el teatro de Zorrilla. 

Frente al teatro, una inscripción en el suelo recuerda que allí sí, y esta vez la placa no miente , murió  Cristóbal Colón el 20 de mayo de 1.506

tracking